Un nuevo año pandémico está por concluir y la humanidad se vuelca a las vacunas y a los nuevos tratamientos anti COVID para salir de la actual crisis por coronavirus que ya cumplió 2 años
A diferencia de lo que sucedía hace un año, cuando la pandemia por coronavirus cumplía su primer aniversario y las vacunas eran aprobadas por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las distintas agencias regulatorias nacionales, hoy más de 3500 millones de personas en todo el mundo han sido vacunadas contra el SARS-CoV-2. La mayoría con doble dosis y varios millones con tres o más.
Así, en este año que termina, más de la mitad de la población pudo recibir la vacuna contra el COVID-19, aunque la inequidad en el acceso a la misma sigue siendo una asignatura pendiente. También fue el año de la aparición de las múltiples variantes más preocupantes del coronavirus, con la que distintos países y científicos han tenido que lidiar y todavía lo hacen frente a las grandes olas de contagios que ocasionan.
A pesar de la tercera ola de coronavirus que vive hoy la Argentina y la sexta que atraviesa el mundo con récord de contagios y muertes, hay cosas positivas por destacar en este año que está terminando.
1-Producción y distribución masiva de vacunas
Contar con vacunas a principio de año suponía un desafío trascendental y muy valioso a la hora de combatir la enfermedad COVID-19. Los pocos productores de vacunas realizaban acuerdos con los países más desarrollados para garantizarle el arribo de las dosis necesarias para hacer frente a la pandemia. Mientras tanto, la OMS hacía un llamado mundial (que nunca fue escuchado) a fin de garantizar la distribución equitativa de las vacunas, especialmente a los países más pobres, a través del mecanismo COVAX que administra.
Argentina recibió el primer envío con 300.000 dosis de la vacuna Sputnik V el 24 de diciembre de 2020, pocos días antes del comienzo del año y ya los primeros días del 2021 comenzó su plan de vacunación nacional. Y el viernes último, cuando se cumplía un año de este primer lote de vacunas arribado al país, el Ministerio de Salud de la Nación anunció la llegada de un nuevo cargamento de 739.440 dosis de Pfizer al Aeropuerto Internacional de Ezeiza, para alcanzar las 100.439.835 dosis de vacuna contra la COVID-19.
“Gracias al importante flujo de recepción y al esfuerzo articulado con las 24 jurisdicciones del país, a un año de iniciada la campaña de vacunación el 83% de la población total inició su esquema y el 70% lo completó. Con respecto a la población mayor de 18 años, la cifra asciende a 93,3% con esquema iniciado y 82,8% con esquema completo. El importante avance del Plan Estratégico de Vacunación contra el SARS-CoV-2 que impulsa en todo el territorio el Gobierno nacional permitió al país alcanzar con esquema completo al 70% de la población total”, anunció la cartera que dirige la ministra Carla Vizzotti.
El país también aplicó 2.300.773 dosis adicionales (terceras dosis) y 2.131.452 dosis de refuerzo y avanzó en la donación de vacunas para países que han sufrido un acceso inequitativo a las mismas, entendiendo que no podrá superarse la pandemia hasta tanto todos los países accedan a la vacunación.
2-Fortalecimiento de sistema de salud
Pasada la primera ola de coronavirus en el invierno del 2020, Argentina salió airosa del temible colapso sanitario por la ocupación de camas de Unidades de Terapia Intensiva (UTI). Hecho que se vio reforzado este año y permitió que no sucediese lo mismo durante la segunda ola de mayo y junio último.
En un evento virtual denominado “La crisis sanitaria prolongada y la necesaria reestructuración hacia sistemas de salud resilientes y universales”, organizado por la CEPAL en octubre último en el marco de la Conferencia Regional sobre Desarrollo Social de América Latina y el Caribe, Vizzotti destacó que “Argentina pudo fortalecer su sistema de salud en tiempo récord para dar respuesta a la pandemia por COVID-19 y que ningún argentino ni argentina se quedó sin atención”.
En ese sentido, la ministra expuso medidas concretas como el incremento en un 47 por ciento de las camas de terapia intensiva para adultos, la construcción en tiempo récord de 12 hospitales modulares, la incorporación de profesionales y el fortalecimiento de la producción nacional de insumos críticos. La ministra añadió que el apoyo del Estado también incluyó al sector privado. También puso en valor la confianza de la población argentina en las vacunas y destacó el lanzamiento, en diciembre de 2020, del plan nacional de vacunación contra la COVID-19 de manera simultánea en todas las jurisdicciones y el trabajo para contar con las dosis para llevarlo a cabo.
Según dio a conocer la cartera de Obras Públicas, a través de la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (Unops), se invirtieron 1.894 millones de pesos (26.282.791 dólares, aproximadamente) para construir en tiempo récord y comprar el equipamiento completo de esas unidades, a partir de las directivas sanitarias del Ministerio de Salud. “Esta inversión forma parte de la Red Federal de Emergencia Sanitaria, que permitió sumar 1.417 camas de terapia e internación en todo el país, de las cuales 959 fueron destinadas al AMBA”, señaló el Ministerio.
3-Vacunación pediátrica
La inmunización en adolescentes con factores de riesgo había empezado en agosto, con las dosis de vacunas de ARN mensajero de la empresa Moderna, que habían sido donadas por el Gobierno de Estados Unidos. A principios de octubre, se inició la aplicación de vacunas de Pfizer/BioNTech en el resto de los adolescentes del país a partir de las dosis compradas por el Ministerio de Salud de la Nación.
Luego del comienzo exitoso, semanas antes, de la vacunación en los adolescentes de 12 a 18 años, el 1° de octubre, Vizzotti anunció que se iba a aplicar la vacuna Sinopharm para menores de 11 a 3 años. A pesar de la polémica por la intervención de la Sociedad Argentina de Pediatría que pedía resultados clínicos para avalar la medida, la campaña vacunatoria infantil siguió adelante y se convirtió en un pilar para reforzar el escudo protector social que brindan las vacunas, en este caso frente al coronavirus SARS-CoV-2.
Según el Monitor Público de Vacunación, al día de ayer fueron vacunados más de 6,8 millones de niños de 3 a 11 años con y sin factores de riesgo. Y también lo hicieron 6 millones de jóvenes de 12 a 18 años con y sin factores de riesgo. “La vacunación en niños en la Argentina está progresando. Está claro que hay que inmunizar en pediatría como ya lo están haciendo otros países”, dijo a Infobae la doctora Ángela Gentile, de la Sociedad Argentina de Pediatría y la Comisión Nacional de Seguridad en Vacunas.
También en diálogo con Infobae, Leda Guzzi, de la comisión Comunicación de SADI y médica infectóloga de la Clínica Olivos y del Hospital Santa Rosa del partido de Vicente López, remarcó: “Estamos viendo brotes en niños y adolescentes que no estaban vacunados. Sin dudas, hay que vacunarlos lo antes posible para reducir el impacto de una tercera ola de la pandemia en el país. Además, las personas adultas que aún no tienen el esquema completo deben acercarse a recibir las dosis. En algunos grupos ya está disponible la dosis adicional. Hoy es fundamental tener el esquema completo”.
Durante la pandemia, se han diagnosticado más de 138.000 casos de COVID-19 en niñas y niños en el país. Hubo más de 3.000 internaciones y 69 fallecidos, según el registro del Ministerio de Salud de la Nación.
“La vacunación pediátrica nos va a permitir minimizar el impacto de la pandemia en el país. No hay dudas de que la inmunización de niños y niñas es segura y beneficiosa. Algunos pediatras recomiendan a sus pacientes esperar, lo cual parece sumamente contraproducente dado el aumento de casos por la variante Delta que ya comenzó en el AMBA, y que afecta principalmente a los menores de 18 años. Por eso los aquí firmantes recomiendan la pronta vacunación pediátrica con la vacuna de Sinopharm”, sostuvieron en una carta abierta la Sociedad Argentina de Inmunología, la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología, la Sociedad Argentina de Virología, la Sociedad Argentina de Medicina, la Asociación Argentina de Microbiología, la Fundación Huésped, el Consejo Social de la Universidad Nacional de La Plata, y la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata, entre otras instituciones y personalidades, que avalaron la vacunación contra el COVID-19 en la infancia.
4-Combinación de vacunas y dosis de refuerzo
La escasez de vacunas que sufrió la mayoría de los países del mundo no fue ajena a la Argentina. Pese a ser un país donde se fabrica el principio activo de una de las vacunas más distribuidas a nivel global como lo es la de AstraZeneca, Argentina tuvo dificultades para conseguir las dosis en forma anticipada o bien, cumpliendo con las fechas previstas inicialmente en los contratos suscriptos.
Un problema en el envasado en México demoró la llegada de esas vacunas, que debieron fraccionarse y distribuirse desde Estados Unidos. También nuestro país tuvo serias dificultades para inocular con el segundo componente a quienes habían recibido la vacuna Sputnik V. Frente a esta situación angustiante, nuestro país se convirtió en un referente de la combinación de vacunas, realizando diversos estudios clínicos a nivel provincial y nacional sobre el intercambio de vacunas de diferentes laboratorios.
Los expertos señalan que además de aumentar la respuesta inmunológica, brindan más alternativas a los países de menos recursos para adquirir inyecciones y poder inmunizar a su población. Esta acción genera equidad y un esquema heterólogo de aplicación de vacunas. Abre al mundo y principalmente al hemisferio Sur, con un PBI menor, la posibilidad de negociar mejores precios y tener más accesibilidad a las vacunas”, explicó a Infobae el doctor Roberto Debbag, vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica.
En diálogo con Infobae, el virólogo Mario Lozano, doctor en Ciencias Bioquímicas y experto en Biología Molecular, afirmó: “La combinación de vacunas, es algo que en vacunología se usa cotidianamente y se sabe que funciona muy bien, siempre que se trate de vacunas individuales que tengan una eficacia comprobada como son las que estamos usando en Argentina, y que tengan además seguridad comprobada”.
Y agregó: “En Europa por ejemplo ocurrió un caso cuando tuvieron dificultades para conseguir la vacuna de AstraZeneca. Tenían mucha gente vacunada con la primera dosis y comprobaron que podían usar otras vacunas en un esquema combinado para terminar el protocolo de vacunación. Esas vacunas que utilizaron fueron las de Moderna y la de Pfizer, y con eso aplicaron millones de dosis a millones de personas rápidamente. La canciller alemana Ángela Merkel se vacunó ella misma con un esquema combinado de Astrazeneca y Moderna para mostrarle a la población que se trataba de un método seguro y conveniente”.
Sobre el impacto de la noticia en los vacunados, “la mezcla de diferentes tipos de vacunas podría ampliar el tipo de respuesta inmune”, dijo la doctora Angela Branche, profesora adjunta de la Facultad de Medicina de la Universidad de Rochester que está ayudando a dirigir algunos de los ensayos clínicos que mezclan dosis de refuerzo.
Respecto a la aplicación de terceras dosis o dosis de refuerzo según corresponda, Debbag explicó a Infobae que “son absolutamente necesarias, fundamentalmente en los grupos prioritarios que son los trabajadores de salud y los mayores de 60 años que son los que se vacunaron primero”. “Por supuesto que se debe empezar por los mayores de 80, 70, e ir bajando como se hizo en el comienzo de la campaña, pero es una necesidad concreta ya que en el mundo hay en este momento dos patrones de pandemia: la de los no vacunados o incompletamente vacunados y la de los vacunados con dos dosis con comorbilidades -sostuvo el infectólogo-. Esas personas que tienen dos dosis y padecen alguna enfermedad de base tienen riesgo de tener infección y complicarse y necesitan rápidamente la tercera dosis”.
Con la avanzada de vacunación de dos dosis en nuestro país y en el mundo gracias a la combinación de vacunas, los países comenzaron a recomendar una tercera inyección para reforzar las defensas. Primero en los inmunocomprometidos o personas de riesgo o personal de la salud. Y luego en la población general que haya cumplido entre 5 y 6 meses de haberse vacunado por segunda vez contra COVID-19.
En Argentina, la cartera sanitaria indicó en octubre la aplicación de una tercera dosis en grupos de población definidos: las personas inmunocomprometidas que hayan recibido un esquema primario con cualquier vacuna contra la COVID-19. Se considera dentro de este grupo a quienes reciben tratamiento oncológico para tumores sólidos y onco-hematológicos, los trasplantados en tratamiento inmunosupresor, las personas con inmunodeficiencia primaria moderada o grave, y las personas con VIH.
También deben recibirla las personas en tratamiento activo con corticosteroides en dosis altas o medicación inmunosupresora, y las personas de 50 años o mayores que hayan recibido un esquema primario de vacuna a virus inactivado, como la de Sinopharm, desarrollada en China.
Mientras que el refuerzo, por su parte, se trata de una dosis adicional, que “refuerza la inmunidad en forma periódica y las recomendaciones prevén aplicarlo al menos seis meses después de haber completado el esquema primario de dos dosis”, según lo había explicado la ministra de Salud, Carla Vizzotti, el pasado 26 de octubre al anunciar una dosis extra.
Así llegamos a la noticia de ayer, en la que a partir de hoy los mayores de 60 años, profesionales de la salud e inmunodeprimidos tendrán acceso libre a la tercera dosis de la vacuna contra el coronavirus en la provincia de Buenos Aires, según adelantó el gobernador Axel Kicillof, al conmemorar un año del inicio de la campaña de vacunación. “Esto rige para ciudadanos de cualquier provincia de la Argentina, de la Capital Federal, de cualquier lado… ¡Que vengan a la provincia de Buenos Aires a vacunarse!”, anunció el mandatario provincial. Esto implica que podrán presentarse en los centros de vacunación sin turno previo y ser inmunizados con la tercera aplicación.
5-La esperanza de los antivirales
El desarrollo de los tratamientos antivirales es la gran esperanza del 2022 y despierta una incógnita en quienes buscan prevenir el coronavirus con una pastilla en lugar de una inyección. Tanto Pfizer como MSD (compañía biofarmacéutica estadounidense conocida en Estados Unidos y Canadá como Merck & Co.) han anunciado prometedoras pastillas que podrían ayudar a evitar casos graves de la enfermedad de COVID-19 después del contagio. Sin embargo, el acceso a estos tratamientos también está en duda. Las farmacéuticas han firmado acuerdos para que otras empresas de países de ingresos bajos y medios puedan fabricar las pastillas, lo que supone un paso más allá de las vacunas pero no equivale a liberar las patentes.
MSD, que había desarrollado previamente un anticuerpo monoclonal para el ébola, anunció que el molnupiravir, una flamante píldora contra el COVID-19, podría reducir a la mitad las posibilidades de que una persona infectada por el coronavirus debiera ser hospitalizada. Luego, bajó esa previsión en estudios complementarios al 30%). Y confirmó que ya tiene comprometidos acuerdos de compra más de 7,5 millones de tratamientos, el equivalente al 75 % de toda su producción de 2021.
El otro gran desarrollo esperanzador para derrotar esta pandemia son las nuevas pastillas contra COVID-19 de Pfizer. La farmacéutica estadounidense anunció que su píldora contra el COVID-19, el Paxlovid, usada en combinación con un medicamento contra el VIH ampliamente utilizado, reduce el riesgo de hospitalización o muerte en un 89% en adultos de alto riesgo que han estado expuestos al virus. La píldora debe tomarse dos veces al día durante cinco días y se usa en combinación con un segundo medicamento llamado ritonavir que ayuda al compuesto de Paxlovid a permanecer en el torrente sanguíneo por más tiempo.
Pfizer ya ha asegurado la venta de 11,8 millones de tratamientos, casi el 15 % de lo que prevé producir en 2022. Estos tratamientos pueden ser la clave para evitar grandes oleadas de mortalidad, especialmente en los lugares donde el acceso a la vacuna es escaso. El año próximo podremos evaluar si su distribución será tan desigual como la de las vacunas o si aprendimos de nuestros errores y somos más solidarios.