Julia Garner era tímida, de rizos rebeles, piel blanquísima, dientes separados y una decisión arrasadora de ir tras su sueño
Julia Garner A a sus 28 años, ya lleva ganados dos Emmy por su actuación en “Ozark” y deslumbra en “Inventando a Anna”. Se casó en 2020 con el músico Mark Foster y las mejores marcas compiten por vestirla. Pero hubo una época en donde no superaba los castings. “Nunca pensé en ser la chica de la que todos se enamoran. No tengo la belleza estándar de Hollywood”, dijo
“Cariño, lo haces genial, pero no deberías estar aquí”, fue lo que escuchó durante casi dos años en todas las audiciones a las que se presentó.
Julia Garner era tímida, de rizos rebeles, piel blanquísima, dientes separados y una decisión arrasadora de ir tras su sueño. Ninguna de esas frases que la expulsaban del medio hicieron que desistiera de su deseo: ser actriz. Así, luego de un pequeño papel en The Americans (2015) llegó el casting para Ozark (2017), la serie de Netflix junto a Janson Bateman y Laura Linney.
“Cariño, lo haces genial, pero no deberías estar aquí”, fue lo que escuchó durante casi dos años en todas las audiciones a las que se presentó.
Julia Garner era tímida, de rizos rebeles, piel blanquísima, dientes separados y una decisión arrasadora de ir tras su sueño. Ninguna de esas frases que la expulsaban del medio hicieron que desistiera de su deseo: ser actriz. Así, luego de un pequeño papel en The Americans (2015) llegó el casting para Ozark (2017), la serie de Netflix junto a Janson Bateman y Laura Linney.
Cuando supo del personaje de Ruth Langmore -esa chica de 19 años con una familia de delincuentes y agallas para los negocios- se dijo que esta vez iba a lograrlo. “Recuerdo haber pensado ‘Dios mío, este personaje es asombroso, tengo que conseguirlo y subirme a este bus’”, le contó a The Hollywood Report. Garner venía de hacer Tomato Red, una película que la había levado a usar el acento de Missouri. Y ella pensó que ese acento sería perfecto para Ruth. Así ensayó sus líneas. Al llegar a la audición, las paredes eran tan finas que le permitieron escuchar cómo las otras actrices decían sus líneas ¡y nadie usaba el acento! Cuando comenzó a hacer el parlamento, lo hizo como lo había ensayado: “Se otra forma no recordaba la letra”, explicó.
Julia se fue convencida de que su casting había sido -una vez más- un fiasco. Llamó a su madre y le dijo: “Creo que es un no”. Pero a los pocos días llegó la llamada que cambiaria para siempre su carrera: había ganado el papel de Ruth en la serie que, con solo 28 años, le permitió alzarse con dos premios Emmy como Mejor Actriz de Reparto.
“No tengo la belleza estándar de Hollywood. Con mis rulos y mis dientes separados supe que me tocarían personajes más raros y nunca sería la porrista”, explicó a la revista Vanity Fair. Pero su personaje en Ozark la posicionó en lo más alto de su meteórica carrera en Hollywood.
Nueve años después de su debut actoral – a los 17 en la película Martha Marcy May Marlene de Sean Durkin- Garner le ganaba el podio nada menos que a Meryl Streep y a Helena Bonham Carter, en los Emmy 2020. “Quiero agradecer especialmente a Meryl Streep. Cuando tenía 15 vi Sophie’s Choice y tuve ganas de ser actriz. No estaría haciendo esto si no fuera por vos. ¡Y gracias, porque no sé hacer nada más!”, agradeció en la ceremonia.
La actriz, que nació el 1 de febrero de 1994, en un barrio residencial del Bronx, en la ciudad Nueva York, es hija de Tami Gingold, una terapeuta que triunfó como actriz y comediante en su Israel natal. Su padre, Thomas Garner, es pintor y profesor de arte de Ohio. Garner, judía como su madre, se ha descripto como “mitad israelí “ y suele viajar con frecuencia a Israel para visitar a su familia materna. Entiende el hebreo -Gingold lo habla en su casa-, pero no habla el idioma con fluidez.
Jodie Foster en Taxi Driver, Mia Farrow en Rosemary’s baby y Anne Baxter en La malvada fueron sus referentes cinematográficos; tan es así, que creció obsesionada con esos films. “Mi vida era como una película de Noah Baumbach”, bromeó en la revista británica The Gentlewoman. A su vez, el magazine sostiene que la actriz rediseñó el concepto de antiheroína. “Creo que he tenido mucha suerte. Para mi edad y mi género he interpretado papeles muy interesantes. Al principio me costaba que me eligieran, estaba a punto, pero no me los daban. Fue así en todos y cada uno de mis castings durante casi dos años. Y entonces los trabajos que conseguía eran de chica joven de una secta, embarazada adolescente… Siempre he tenido claro que no iba a interpretar a la típica vecina de al lado ni a la chica de la que todos se enamoran. Pero no me importa en absoluto”.
Garner no comenzó sus estudios de actuación por vocación, sino para vencer su timidez y ganar fluidez, dificultades generadas por sus problemas para leer. “He sacado muchas cosas buenas de la interpretación. Y no me refiero a salir en tal o cual serie o película. Hablo de algo mucho más personal e íntimo. Encontré la ayuda que necesitaba para dejar de ser tan tímida y mejorar mi forma de leer y escribir. No hay muchas personas que puedan decir que la interpretación las haya salvado”, se sinceró la joven.
Lo que jamás imaginó en esos primeros años de estudios es que llegaría a protagonizar Inventing Anna, (Inventando a Anna), de la guionista y directora Shonda Rhimes, la miniserie estrenada en Netflix el 11 de febrero de 2022. La serie, basada en un hecho real, cuenta la sorprendente historia de Ana Sorokin, una joven rusa que se burló de toda la élite neoyorquina haciéndose pasar por una rica heredera alemana que llevó a cabo estafas monumentales a los escalafones más encumbrados de la sociedad y quien se rebautizó como Anna Delvey mientras vivía en Nueva York. “Es una responsabilidad ser la protagonista, pero muy emocionante. Ha sido uno de los rodajes más duros que he tenido, ha durado diez meses y he llevado encima a este personaje todo ese tiempo”. Agrega que cuando conoció en persona a Sorokin, quien cumple su condena en la prisión de Rikers Island, “fue uno de esos momentos surrealistas que te pasan en la vida. Ella fue súper dulce, pude entender por qué le gustaba a la gente y le creía”.
Sus padres fueron un sostén muy importante en la vida de la actriz: “Son muy creativos, mi madre me daba libros de psicología para ayudarme a comprender el carácter de algunos personajes. Me decía: ‘Deberías leer este capítulo, creo que te ayudará’. Y lo hacía”.
Garner también es la estrella de The Assistant, el film de Kitty Green, aclamado en el Festival Sundance y de Berlín en 2020, donde interpreta a la asistente de un magnate de Hollywood que abusa de su poder para acosar a las actrices. No son pocos los que vieron un vivo retrato de Harvey Weinstein, hoy convertido en el caso emblema del #MeToo. “El movimiento inició un camino que ha mejorado nuestra sociedad. Se nota, aunque aún falta tiempo y educación -argumenta Kitty Green-. Existe una sexualización inherente a la condición femenina que gracias a los últimos movimientos está empezando a desaparecer”.
“Parece que en cierto modo el #MeToo es ya una noticia pasada, pero la realidad es que es importante mantener abierta la conversación y seguir hablando de ello, para no volver a la casilla de partida”, sostiene la actriz, y agrega: “No trata solo del #MeToo, sino de los ambientes tóxicos de trabajo, del abuso en general. No es una película de hombres contra mujeres. Habla de cómo cuando eres rico, poderoso y exitoso se aceptan ciertos comportamientos. De lo que hablamos es de que la sociedad tiene un doble discurso para la gente con dinero y poder”.
Tiene un sello personal en el cine y una belleza singular que no pasa desapercibida. “No es que sea fea, pero sé que no cumplo el estándar de belleza. Especialmente a los 16 años, con mi pelo rizado extraño y mis dientes separados. Nada de eso ha cambiado. Sigo igual”, sostuvo en Vulture. Rebecca Thomas, que la dirigió en Electrick Children, comentó en The Wall Street Journal que la belleza de Garner es de otra época: “Recuerda a alguien del siglo XIX, a quien quieres ver en un cuadro o a una figura del western de los años ‘40. Es de otro mundo. Brilla”.
Pero no todo son films y premios en la vida de la joven actriz. En 2020 se casó con Mark Foster, el cantante y creador de Foster and the People, la banda de indie rock. “No planeaba casarme a los 25, pero no queríamos un compromiso largo. Si lo sabes, lo sabes”, afirma, rotunda.
Mark le pidió matrimonio en el parque de Yellowstone y la ceremonia se realizó ocho meses después, en el crudo invierno neoyorquino: “Fue algo pequeñito, con 60 personas, y nuestro primer baile fue un tema que Mark escribió para mí. Empecé a agobiarme y a comprar cosas sin sentido por Internet. Entonces me llegó un mensaje de Danielle Frankel, que me dijo: ‘He oído que te casas y necesitas algo’. Fui a su estudio con mi madre y mi tía y salí con un traje de pantalón para el ayuntamiento y un vestido para la recepción”, comenta.
Frankel es una de las diseñadoras de bodas más importantes de Nueva York. El año pasado fue finalista del premio del CFDA (Consejo de Diseñadores de Moda de EE. UU.). Por ejemplo, Zöe Kravitz, la hija del cantante Lenny Kravitz, le encargó el diseño del vestido para su boda en París. Y Julia Garner se está transformando en una de las actrices a la que todas las marcas anhelan vestir.
A su vez, la joven actriz sostiene un estrecho vínculo con el mundo de la moda. Fue modelo para Miu Miu y Kate Spade, además de ser habitué de la primera fina de los desfiles más importantes. En 2016 desfiló la pasarela de Balenciaga, en París. En 2019, Albert Watson la fotografió para el Calendario Pirelli.
Pese que las marcas mueren por vestirla, Garner le quita peso a su “estatus de ícono de la moda”: “Sé que la gente está diciendo que lo soy, supongo que es positivo, pero no me veo así. Con la moda me pasa como con la interpretación: no me encanta el negocio, sino la parte artística, pertenecer a ello”.
A sus jóvenes 28 años, Julia cumplió muchas metas. Y lo explica a su manera: “Es una locura pensar cuando empecé a actuar en 2010. Es salvaje lo que pasa en la vida. Nunca pensé que esta década acabaría de una forma tan hermosa”