La sentencia de Ghislaine Maxwell fue un papelón de la justicia de Estados Unidos. Las víctimas habían pedido 60 años y el juez dio solo un tercio del tiempo y no pidió publicar lista de clientes.
Ghislaine Maxwell, la ciudadana británica que durante su noviazgo con el millonario Jeffrey Epstein se convirtió en la principal reclutadora de niñas para la red de pedofilia de su marido, fue condenada este martes a 20 años de prisión y una multa de US$ 750.000.
La sentencia fue duramente criticada por las víctimas, que habían pedido por lo menos 60 años para Maxwell, lo que hubieran hecho que la mujer de 60 años no saldría nunca más de la cárcel hasta su muerte. La cantidad de tiempo fue decisión de la jueza federal de distrito Alison J. Nathan.
También fue ampliamente criticado que el juez no pidió en ningún momento la lista de clientes de la proxeneta, y es la primera vez que en un caso donde se condena a los líderes de una red de pedofilia no se expone la lista de clientes. La poderosa pareja cortejaba a ricos y famosos mientras atraían a niñas vulnerables de hasta 14 años y luego las explotaban.
Los fiscales dijeron que Epstein, quien apareció supuestamente suicidado en su celda en 2019 mientras esperaba el juicio, abusó sexualmente de niños cientos de veces durante más de una década, y no podría haberlo hecho sin la ayuda de Maxwell, su novia de toda la vida.
La condena, dictada en diciembre por un jurado, la declaró culpable de tráfico sexual, transportar a menores para que participen en actos sexuales ilegales y dos cargos de conspiración.
“Es importante enfatizar que aunque Epstein fue central en este esquema criminal, la Sra. Maxwell no está siendo castigada en lugar de Epstein o como representante de Epstein. El comportamiento de Maxwell fue atroz y depredador en sí mismo”, aclara la sentencia.
“El estado de derecho exige, y este tribunal está de acuerdo, que ya seas rico, poderoso o completamente desconocido, nadie está por encima de la ley”, lee el veredicto. “Maxwell participó directa y repetidamente y durante muchos años en un plan horrible para atraer, transportar y traficar niñas menores de edad, algunas de tan solo 14 años”.
Annie Farmer, víctima de Jeffery Epstein, llega con la abogada Sigrid McCawley para la sentencia.
Sarah Ransome y Elizabeth Stein, víctimas de Jeffery Epstein, llegan para la sentencia del juicio de Ghislaine Maxwell.
Maxwell, que vestía un uniforme azul de prisión y una máscara blanca para cumplir con las reglas del coronavirus, miró hacia un lado cuando se anunció la sentencia, pero por lo demás no reaccionó. También se había sentado en silencio antes, mientras la fiscal federal adjunta, Alison Moe, contaba cómo Maxwell sometió a las niñas a “pesadillas horribles” al llevarlas a la isla de Epstein.
“Eran socios en el crimen juntos y abusaron de estos niños juntos”, dijo en las lecturas previas a la sentencia, llamando a Maxwell “una persona que era indiferente al sufrimiento de otros seres humanos”.
Cuando tuvo la oportunidad de hablar, Maxwell dijo que simpatizaba con los sobrevivientes y que era “el mayor arrepentimiento de mi vida haber conocido a Jeffrey Epstein”, y lo llamó “un hombre manipulador, astuto y controlador que vivió una vida profundamente compartimentada”, haciéndose eco de las afirmaciones de sus abogados defensores de que Epstein era el verdadero autor intelectual.
Maxwell, que niega haber traficado o abusado de nadie, dijo que esperaba que su condena y su “encarcelamiento inusual” trajeran alguna “medida de paz y finalidad” a las víctimas.
La jueza se negó a dejar que Maxwell escapara de la culpabilidad, y tras su declaración, aclaró que Maxwell estaba siendo castigada por sus propias acciones, no por las de Epstein. Llamó a los crímenes “atroces y depredadores” y dijo que Maxwell, como una mujer adulta, proporcionó una apariencia de seguridad mientras “normalizaba” el abuso sexual a través de su participación, aliento e instrucción.
Varios sobrevivientes describieron su abuso sexual, incluida Annie Farmer, cuya voz se quebró varias veces cuando dijo: “Seguiremos viviendo con el daño que nos causó”. Farmer dijo que su hermana y ella misma intentaron hacer públicas sus historias sobre Epstein y Maxwell hace dos décadas, solo para que la poderosa pareja las callara a través de amenazas e influencia con las autoridades.
La llegada de Trump al poder, dicen las fuentes con conocimiento de la causa, destrabó muchas instancias judiciales que permitieron que fiscales federales se animen a tomar el caso. Epstein era muy cercano a los Clinton, a Obama y a Joe Biden, y las víctimas han dicho off the record que por muchos años la Casa Blanca intervino directamente para que sus denuncias no lleguen a la prensa.
Aproximadamente desde fines de la década del ’80, decenas de mujeres han caído en las garras de Epstein. Muchas describieron a Maxwell actuando como una empleada del magnate neoyorquino que las reclutaba para darle masajes a Epstein. Generalmente en países de bajos recursos, donde a veces incluso se las compraba a sus padres o directamente las secuestraba.
Cuatro de estas mujeres, que se estiman en los cientos, se animaron a testificaron que fueron abusadas cuando eran adolescentes en la década de 1990 y principios de la década del 2000 en las mansiones de Epstein en Florida, Nueva York, Nuevo México y las Islas Vírgenes.
Tres fueron identificadas en la corte solo por sus nombres o seudónimos para proteger su privacidad: Jane, una actriz de televisión; Kate, una ex modelo del Reino Unido; y Carolyn, ahora una madre que se recupera de la adicción a las drogas. La cuarta fue Farmer, la única acusadora que se identificó en la corte con su nombre real, después de hablar públicamente, diciendo que no les tiene miedo.
Describieron cómo Maxwell los cautivó con conversaciones, obsequios y promesas de que Epstein podría usar su riqueza y conexiones para ayudarlas a cumplir sus sueños. Luego ella los llevaba a darle “masajes” a Epstein y a otros clientes. Masajes que se volvían sexuales y después cuando se querían ir, no las dejaban, quedando a veces por varios meses secuestradas en las mansiones del millonario.
Carolyn testificó que ella era una de varios adolescentes que vivían cerca de la casa de Epstein en Florida a principios de la década de 2000 y aceptó una oferta para masajearlo a cambio de un billete de US$ 100. Ella tenía 14 años, y desde ese momento estuvo casi 10 meses secuestrada en la mansión, donde fue abusada en repetidas ocasiones.
Las acusaciones contra Epstein surgieron públicamente por primera vez en 2005. Se declaró culpable de cargos sexuales en Florida y cumplió 13 meses en la cárcel, gran parte de ellos en un programa de liberación laboral como parte de un acuerdo criticado como indulgente. Posteriormente, se le pidió que se registrara como delincuente sexual.
En los años siguientes, muchas mujeres demandaron a Epstein por los abusos. Una mujer, de las más famosas denunciantes, de nombre Virginia Giuffre, afirmó que Epstein y Maxwell también la habían prostituido contra su voluntad para que tuviera citas sexuales con hombres poderosos, incluido el príncipe Andrew del Reino Unido, con quien tiene una demanda abierta.
Los fiscales federales en Nueva York revivieron el caso contra Epstein por orden de la Casa Blanca de Trump, después de que las historias del Miami Herald en 2018 atrajeran nueva atención a sus crímenes. Fue arrestado en 2019, pero apareció suicidado un mes después.
Once meses después de su muerte, Maxwell fue arrestada en una finca de New Hampshire. Ciudadana estadounidense, británica y francesa, ha permanecido en una cárcel federal en la ciudad de Nueva York desde entonces.
Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell en un evento en Nueva York, 16 de mayo de 1995.
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