Una cautivadora exhibición de luz es capturada desde la Estación Espacial Internacional (@ISS) mientras orbita 271 millas sobre el sur del Océano Índico entre Asia y la Antártida.
Observar las auroras y descubrir qué hace que cambien con el tiempo brinda a los investigadores una idea de cómo reacciona la magnetosfera de nuestro planeta al clima espacial cerca de la Tierra. Las luces danzantes de la aurora brindan vistas espectaculares desde el suelo, pero también pueden brindar a los científicos información valiosa sobre la energía y las partículas entrantes del Sol.
El Sol produce continuamente un viento solar hecho de partículas cargadas que fluyen hacia el exterior del sistema solar. Cuando el viento solar alcanza el campo magnético de la Tierra, puede provocar una reconexión magnética, un proceso explosivo que permite que las partículas cargadas del espacio se aceleren hacia la atmósfera.
El campo magnético en forma de lágrima de la Tierra, llamado magnetosfera, responde continuamente a la intensidad cambiante del viento solar. Las partículas del viento solar se canalizan alrededor de la larga cola de la magnetosfera donde quedan atrapadas. A medida que las partículas chocan con los átomos y las moléculas en la atmósfera superior de la Tierra, la interacción proporciona a los átomos una energía adicional que se libera como una explosión de luz.
Estas interacciones continúan en altitudes cada vez más bajas hasta que se pierde toda la energía entrante. Cuando vemos la aurora brillante, estamos viendo miles de millones de colisiones individuales iluminar las líneas del campo magnético de la Tierra.