El Banco Interamericano de Desarrollo elegirá el domingo un nuevo presidente en momentos en que la región necesita ayuda financiera para aliviar el crecimiento de la pobreza y salir a flote de una de las peores crisis económicas de su historia.
Y después de una breve pausa en manos de Estados Unidos, su nuevo líder sería nuevamente latinoamericano.
Con préstamos anuales por cerca de 14.000 millones de dólares, el BID es la mayor fuente de financiamiento de la región y el cambio de riendas es clave para que vuelva a poner su mirada en Latinoamérica tras dos años de haber sido presidido por el estadounidense Mauricio Claver-Carone, quien fue despedido en medio de un escándalo por violaciones al código de ética.
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Cinco candidatos se disputan la presidencia, uno de ellos mujer: la argentina Cecilia Todesca Bocco, el brasileño Ilan Goldfajn, el chileno Nicolás Eyzaguirre, el mexicano Gerardo Esquivel y Gerard Johnson, de Trinidad y Tobago.
A diferencia de la postulación de Claver, que fue vista por muchos como una apuesta política del por entonces presidente estadounidense Donald Trump, ahora los nominados son economistas con trayectoria y experiencia técnica en puestos de liderazgo, tanto en gobiernos como a nivel internacional.
El nuevo líder deberá asumir sus funciones en un organismo que quedó desmoralizado con la gestión y salida de Claver después de que una investigación externa determinó que favoreció a una colaboradora de alto rango con la que sostenía una relación amorosa.
Cuando Latinoamérica parecía empezar a recuperarse de la peor crisis económica en más de un siglo provocada por la pandemia de COVID-19, la guerra en Ucrania cambió las perspectivas y empañó nuevamente el escenario. Las tasas de interés subieron dificultando el acceso al crédito, la inflación se disparó y la actividad económica se desaceleró a nivel mundial.
La pobreza y la desigualdad social se han expandido y hay advertencias de organizaciones internacionales como el FMI y el Banco Mundial para que los gobiernos les den prioridad antes de que empeoren las tensiones sociales.
Los candidatos son conscientes de ello. Saben también que la coyuntura aumentará la demanda de financiamiento al BID a tasas de interés más accesibles.
Para que la Asamblea de Gobernadores que elegirá al nuevo presidente se realice, es necesario que los países presentes representen el 75% de la inversión del banco.
Un candidato debe obtener la mayoría del poder de voto de los países miembro para poder ser elegido. El poder de voto varía según la cantidad de acciones que posee cada nación.
El mayor inversionista es Estados Unidos, que con el 30% del total de los fondos tiene un papel clave en la elección. Le siguen Argentina y Brasil, con el 11,3% cada uno. México representa casi el 7,3%, Japón el 5%, Canadá el 4%, Venezuela el 3,4% y Chile y Colombia el 3,1%. El resto se divide en pequeños porcentajes de varias naciones.
Cualquiera que sea el elegido para el mandato de cinco años, existe coincidencia en que el BID cambiará su foco de atención y volverá a mirar más a las necesidades de Latinoamérica y el Caribe, tal como fue la intención al ser creado en 1959.
Con información de El Impulso
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