El testimonio de ‘El Tuerto’ Andrade fue clave para declarar culpable a Claudia Díaz de 5 de los 6 cargos detallados en la acusación por recibir cerca de US$4,2 millones en sobornos
Claudia Díaz, La ex enfermera del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez fue declarada culpable de blanqueo de dinero en relación con los sobornos pagados por un multimillonario magnate chavista de los medios de comunicación para dar luz verde a lucrativas transacciones de divisas cuando se desempeñaba como tesorera nacional del país.
Un jurado del sur de Florida deliberó durante sólo unas horas el martes antes de declarar a Claudia Díaz y a su marido, Adrían Velásquez, culpables de cinco de los seis cargos detallados en una acusación presentada en 2020 en la que se les acusaba de recibir al menos US$4,2 millones en sobornos.
Según la acusación, la pareja recibió pagos de empresas controladas por un coacusado venezolano, el prófugo magnate de los medios de comunicación Raúl Gorrín, a cuentas en Miami supuestamente utilizadas para pagar el lujoso estilo de vida de la pareja.
La acusación del gobierno se basó en gran medida en el testimonio de uno de los predecesores de Díaz como Tesorero, Alejandro Andrade, que subió al estrado para declarar que el acuerdo financiero que había alcanzado con Gorrín continuó bajo el mandato de Díaz.
Al igual que Díaz, Andrade, ex funcionario de seguridad presidencial, aprovechó su conexión personal con Chávez para ascender en el ejército y el Estado venezolano, amasando una enorme fortuna casi de la noche a la mañana.
En 2021, salió de prisión tras cumplir menos de la mitad de una condena de 10 años por su participación en un plan masivo para desviar millones de las arcas del Estado. Como parte de su acuerdo con la fiscalía, renunció a más de 260 millones de dólares en efectivo y activos, incluida una mansión frente al mar en Palm Beach, vehículos de lujo, caballos de salto y varios relojes Rolex y Hublot.
Las investigaciones penales en curso contra personas con información privilegiada sobre Venezuela siguen siendo objeto de estrecha vigilancia en el sur de Florida, donde viven millones de venezolanos, cubanos y nicaragüenses que huyen del régimen izquierdista en sus países de origen.