Tras el buen desempeño de las finanzas públicas en 2022, Chile volvería a profundizar el déficit a partir del Presupuesto 2023 presentado por el Gobierno socialista. El FMI pronostica un desequilibrio cercano al 1,2% del PBI para fin de año.
El Gobierno de Gabriel Boric sigue amenazando a los pilares fundamentales del modelo de crecimiento que impulsó la economía de Chile en los últimos 40 años. El Presupuesto 2023 amenaza con abandonar la disciplina fiscal, y volver a incrementar gravemente la necesidad de endeudamiento interno y externo.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que el déficit primario de Chile alcanzará el 0,68% del PBI en 2023, después de haber registrado un holgado superávit con criterio de base caja en torno al 2,14% del producto en diciembre de 2022. Asimismo, el déficit fiscal consolidado llegaría al 1,2% del PBI según estima el organismo.
Pese a que el Presupuesto 2023 permite una importante ampliación de los recursos tributarios, las erogaciones crecerán todavía más. Los gastos por inversión pública crecerán un 5,5% anual en 2023, y el gasto en seguridad social se incrementará hasta un 8%. Pero en contraste con estas mediciones, para 2023 se espera que la economía chilena entre en recesión junto con Argentina.
Como la mayor parte de la distribución de nuevos gastos se concentra en transferencias directas y no consumo público propiamente dicho, las medidas no tendrán un mayor “efecto multiplicador” positivo. Por el contrario, el aumento de la carga tributaria contribuirá a restringir activamente la oferta agregada de la economía, y su capacidad para recuperar la tendencia de crecimiento previa a la pandemia.
Los impuestos serán especialmente distorsivos para el sector transable de la economía chilena. El Gobierno de Boric autorizó la imposición de retenciones a las exportaciones mineras con tasas que varían del 2% al 32%, y entra en vigencia el impuesto al patrimonio (homólogo a Bienes Personales en Argentina) con tasas de entre 1% y 1,8% sobre los bienes gravados.
La reforma previsional es el segundo factor desequilibrante de las reformas, no tan solo por el incremento de las obligaciones fiscales del Estado para los próximos años, sino principalmente por la retracción del crédito doméstico en moneda local. El mercado de capitales chileno se desarrolló a partir del ahorro del sistema de capitalización individual, y la reforma previsional lo penaliza sistemáticamente.
El Gobierno socialista se jactó por los contundentes resultados fiscales concretados en 2022, habiéndose eliminado completamente el déficit primario e incluso arribando al superávit financiero por primera vez en 10 años. Pero cabe señalar que el Presupuesto 2022 fue conformado por el Gobierno del expresidente Sebastián Piñera, y precisamente buscó un ordenamiento mayúsculo sobre las finanzas del Estado.
Las medidas fiscales de la administración anterior fueron percibidas (y disfrutadas) por la administración de Gabriel Boric, pero el verdadero Presupuesto del socialismo tendrá lugar a partir de este año y con sus debidas consecuencias en materia de responsabilidad fiscal y gasto público.
Cerca del 80% de la sostenibilidad de la recaudación pública se explica por el propio crecimiento de la economía, y solo el 20% restante se corresponde con cambios en las tasas impositivas a corto plazo. La llegada de la recesión en 2023 condiciona las metas del ministro Mario Marcel para el período fiscal corriente.
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