En una gira de cinco días en la que visitará Brasil, Nicaragua, Cuba y Venezuela, Serguei Lavrov hizo su primera parada en Brasilia para reunirse con su homólogo, Mauro Vieira, y con el presidente brasileño, Lula da Silva, en la primera gira del ministro ruso desde que comenzó la invasión.
Brasil ha recibido este lunes con todos los honores al ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, al que Estados Unidos y la Unión Europea sancionaron al día siguiente de que los tanques rusos avanzaran sobre Ucrania hace más de un año.
La visita oficial de Lavrov a Brasilia es el inicio de una gira de cinco días en la cual el canciller ruso visitará también a Venezuela, Cuba y Nicaragua. Se trata de la primera vez que el mayor funcionario de la diplomacia rusa visita Latinoamérica desde que comenzó la guerra en Ucrania.
Su misión es clara: Putin le ha pedido revitalizar el bloque de dictaduras socialistas en Latinoamérica que tanto le sirvió en los principios de la década pasada con el Foro de Sao Paulo, cuando todos estos tiranos se disfrazaban de líderes democráticos que impusieron una cortina de hierro contra el resto de Occidente.
Entre los años 2000 y 2005 prácticamente todos los países latinoamericanos cayeron en gobiernos socialistas que llegaron al poder por la vía democrática, pero rápidamente impusieron sistemas autocráticos.
Estos países se unieron bajo distintos organismos internacionales y formaron una poderosa oposición a Estados Unidos, que venía de imponer el Consenso de Washington y tener gobiernos afines en toda la región.
No fue hasta 2015 cuando varios de estos presidentes empezaron a ver una oposición clara en sus países e incluso varios perdieron el control del gobierno. Entre 2015 y 2019, todos los gobiernos socialistas de la región con excepción de Maduro, Ortega y los Castro fueron derrotados.
Pero la tendencia volvió a cambiar tras la pandemia del 2020, y muchos líderes de izquierda volvieron a ganar elecciones. La diferencia esta vez fue muchos de estos gobiernos socialistas no contaban con el apoyo de Rusia, si no que de Estados Unidos.
En este sector encontramos a Alberto Fernández en Argentina, Gabriel Boric en Chile, Luis Arce en Bolivia, Xiomara Castro en Honduras, Gustavo Petro en Colombia, y Lula en Brasil, aunque este último rápidamente después de llegar al poder, se alejó de Biden y se volvió a alinear con Rusia.
Con la invasión a Ucrania y la guerra proxy que Rusia está librando contra la OTAN, Putin necesita más que nunca volver a desembarcar en Latinoamérica, y para esto quiere revivir el Foro de Sao Paulo, con los líderes sudamericanos que todavía son leales a él.
Sin embargo, Putin no puede viajar, ya que pesa sobre él una orden de detención emitida por la Corte Penal Internacional por ser “responsable del crimen de guerra de deportación ilegal de miles de niños de las zonas ocupadas de Ucrania a Rusia”. Es por esto que envió a Lavrov.
“Las conversaciones están planeadas para centrarse en cuestiones de fortalecimiento del marco legal del mundo actual, que se basa en la Carta de las Naciones Unidas“, aseguró el ministro. “Las reuniones tienen como objetivo fortalecer la cooperación mutuamente beneficiosa entre Rusia y los países en los campos político, comercial, económico, educativo, cultural y otros“, dijo el Ministerio ruso en un comunicado.
“Estamos agradecidos con nuestros amigos brasileños por su clara comprensión de la génesis de la situación en Ucrania. Estamos agradecidos por su deseo de contribuir a encontrar formas de resolver esta situación”, dijo Lavrov en referencia a Lula a los periodistas después de una reunión con el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Mauro Vieira.
“Rusia quiere acabar con la guerra cuanto antes“, ha dicho en Brasilia el jefe de la diplomacia rusa. “Agradecemos a la parte brasileña por su contribución a la solución de este conflicto que necesitamos resolver de forma duradera e inmediata”, declaró Lavrov al comparecer junto a su homólogo.
Lavrov afirmó que, en relación con el conflicto ucraniano, “Brasil y Rusia tienen una única visión” y que “Moscú quiere poner fin al conflicto lo antes posible”.
Sin embargo, “necesitamos resolver el conflicto de una manera duradera, no a corto plazo“, pero los países de la OTAN y Occidente no han cumplido los “compromisos que asumieron”, dijo Lavrov a su homólogo brasileño en referencia a los acuerdos de Minsk, que intentaron sin éxito poner fin a la situación conflictiva en el Donbás.
“Estamos protegiendo la vida de las personas de origen ruso”. Según Lavrov, las comunidades rusas han sido amenazadas y perseguidas por el Gobierno ucraniano. Lavrov añadió que “también estamos construyendo un orden mundial más equitativo, más justo y basado en el derecho. En esto tenemos una visión de un mundo multipolar, en el que tenemos en cuenta a diferentes países, no sólo a unos pocos”, remarcó el ministro ruso.
Como era de esperar, Rusia maquilla este viaje de Lavrov en una gira para conseguir apoyos que respalden su pedido de paz. Es así que el ministro brasileño de Asuntos Exteriores, Mauro Vieira, reiteró el llamado de su gobierno en favor de un alto el fuego y una solución pacífica, poniéndose a disposición para formar un grupo de países negociadores.
Si bien Brasil ha condenado en Naciones Unidas la invasión rusa de Ucrania, se ha negado a sancionar a Rusia y a vender a Ucrania munición. En este sentido, durante la visita de Lavrov, el canciller brasileño ha vuelto a criticar las sanciones “unilaterales contra Rusia“, que “no fueron aprobadas en la ONU”.
Lavrov agradeció a Vieira por la oposición de Brasil a las sanciones comerciales impuestas a Rusia, señalando que estas fueron producto de una “decisión ilegal” dado que no fueron aprobados por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
En honor a ello, Vieira confirmó que Brasil tradicionalmente solo apoya aquellas que cuentan con el respaldo del Consejo de Seguridad y señaló que, lamentablemente, “han tenido un impacto en toda la economía global, que aún no se ha recuperado de la pandemia“.
Algunos economistas ven el aislamiento económico de Rusia bajo las sanciones occidentales como una oportunidad para mejorar las relaciones económicas. Tanto es así que, en 2022, Brasil marcó un récord de US$ 9.800 millones de dólares en comercio bilateral con Rusia.
Según datos del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior (MDIC), Brasil exportó a Rusia el equivalente a 1.900 millones de dólares e importó bienes por valor de 7.700 millones.
Los dos países pretenden alcanzar el objetivo de US$ 10.000 millones de dólares en comercio exterior, establecido hace unos diez años. Por ello, los dos ministros abordaron en la reunión en Brasil también las relaciones bilaterales en comercio, tecnología, medio ambiente y energía. Según Lavrov, Rusia está dispuesta a ampliar la cooperación, especialmente en el sector de la energía nuclear con fines pacíficos.
El recibimiento del canciller ruso por parte de Lula, quienes se reunieron en la tarde del lunes, tiene todas las de enfadar a Estados Unidos y a la Unión Europea, que en los últimos días ha acusado a Washington de “incentivar la guerra” y de prolongarla al armar a Kiev, junto con los europeos. Estados Unidos y Europa “deben empezar a hablar de paz”.
Estas acusaciones han llevado a la Casa Blanca a contra acusar este lunes a Lula de “repetir automáticamente la propaganda rusa y china”, según dichos de John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional.
Inmediatamente después de los dichos de Kirby, Vieira resaltó su desacuerdo. “No. No estoy de acuerdo en absoluto. No sé cómo ni por qué (Kirby) ha llegado a esta conclusión. Pero no estoy de acuerdo en absoluto”.
La Unión Europea también ha respondido a Lula, alegando que “Rusia, y solo Rusia, es responsable por la agresión ilegítima y provocadora contra Ucrania, así que no hay dudas de quién es el agresor y quién la víctima”; añadiendo que la entrega de material bélico a las tropas ucranias “es ayudar a Ucrania a ejercer su derecho a la legítima defensa, porque si no Ucrania se arriesga a ser destruida”.
Desde que llegó al poder, el mandatario brasilero está buscando crear un grupo de países no alineados que persuadan a los presidentes de Rusia y de Ucrania para sentarse a negociar el fin del conflicto.
Después de su visita de estado a China e la que se reunió con el presidente Xi Jinping buscando reforzar las relaciones económicas, Lula dijo que Brasil estaba “tratando de construir un grupo de países sin ninguna participación en la guerra, que no quieren la guerra y defienden la paz mundial para tener una discusión tanto con Rusia como con Ucrania”.
Lula considera que es hora de dejar de vender armas a Ucrania y hablar más de diplomacia y negociación. Por eso, propone crear un “G20 de la paz”, que impulse un diálogo que culmine en el fin del conflicto.
“Es necesario que Estados Unidos y que la Unión Europea empiecen a hablar de paz para que podamos convencer a (Vladímir) Putin y a (Volodímir) Zelenski de que la paz interesa a todo el mundo”, ha manifestado el presidente de Brasil.
El brasileño ha presentado su iniciativa en reuniones bilaterales o llamadas telefónicas a los líderes de Estados Unidos, China, Francia e incluso Ucrania, entre otros, pero la reacción, al menos públicamente, ha sido de indiferencia.
Sobre la visita de Lavrov a un gigante como Brasil, históricamente aliado de Estados Unidos, existen sospechas de que el Kremlin está utilizando Brasil para construir identidades falsas a sus espías. Al menos tres agentes secretos vinculados al espionaje ruso que usaban pasaportes brasileños han sido detectados en los últimos meses.
Durante la reciente visita oficial a China y a Emiratos Árabes Unidos, además de recalcar la necesidad de conseguir que los presidentes Putin y Zelenski acepten sentarse a negociar, Lula volvió a culpar a ambos bandos por la guerra y, en vísperas de ese viaje, aseguró que Kiev debería renunciar a recuperar Crimea, anexionada por Rusia en 2014.
Por otro lado, recordemos que Lula envió hace varias semanas a Moscú a su principal asesor internacional, el diplomático y ex ministro de Exteriores Celso Amorim, que se reunió en persona con Putin, cuando el Tribunal Penal Internacional ya había ordenado su arresto, un fuerte desafío al orden norteamericano.
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