El presidente Biden se niega a negociar con la oposición para reducir el déficit fiscal, sentando un peligroso precedente histórico que amenaza con socavar la estabilidad monetaria y financiera de la economía más importante del mundo.
El Gobierno federal de los Estados Unidos acumuló un déficit financiero anual de hasta 1,81 billones de dólares al término de marzo, marcando un drástico aumento del 70% con respecto al nivel que había antes de la pandemia (correspondiente al resultado de febrero de 2020).
Con este resultado, el presidente Joe Biden llevó al déficit fiscal financiero al 6,81% del PBI en marzo de 2023. Se produjo un salto de casi 2 puntos porcentuales solamente en los últimos cinco meses, y el desequilibrio de la administración pública federal supera holgadamente al que había antes de la pandemia con respecto al PBI.
El aumento sostenido de las erogaciones presupuestadas es el principal factor explicativo del déficit, ya que la recaudación se mantuvo relativamente estable (ligeramente por encima de 2019). Los gastos federales totalizaron los US$ 6,63 billones en marzo y aumentaron un 43,6% con respecto a febrero de 2020.
La nueva “normalidad” bajo la administración del presidente Biden dista mucho de lo que ocurrió anteriormente en Estados Unidos bajo cualquier otra gestión. Aunque el impacto fiscal de la pandemia fue similar al que produjeron las grandes guerras mundiales del siglo XX, esta vez el Gobierno no solo no retorna al equilibrio presupuestario sino que lo profundiza todavía más.
El agujero fiscal es tan importante que en solo tres años la administración actual ya alcanzó y superó al aumento nominal sobre la deuda pública produce en la totalidad de la gestión anterior, y se debe tener en cuenta que el expresidente Donald Trump debió lidiar con los costos del impacto sideral que provocó la pandemia sobre las finanzas públicas, sobre el nivel de actividad y sobre los flujos comerciales a nivel internacional.
La mayor parte de las medidas dispuestas por Biden solo apuntaron a engrosar el déficit fiscal, los aumentos de las erogaciones jamás se compensan con aumentos impositivos consistentes (y estos últimos no faltaron, especialmente sobre sociedades). La primera gran iniciativa del Presidente, formalmente el “American Rescue Plan” de marzo de 2021 disparó el déficit del 15,6% del PBI recibido de Trump a más del 18% del PBI.
El balance fiscal del sector público se disciplinó notablemente hasta mediados del año pasado, principalmente porque fueron desaparecieron los gastos extraordinarios asociados a la pandemia (gasto en vacunas, cheques familiares de emergencia, subsidios por desocupación, etc).
Pero desde agosto de 2022 el déficit volvió a crecer. En un primer momento esto fue impulsado por un masivo rescate de préstamos estudiantiles, una propuesta irresponsable presentada en campaña para satisfacer al ala radical y de extrema-izquierda dentro del grupo de votantes del Partido Demócrata. La medida provocó un shock fiscal similar al de los cheques familiares durante la pandemia.
En segundo lugar, el estallido de la crisis bancaria provocó que los desembolsos realizados automáticamente por la Corporación Federal de Seguro de Depósitos se dispararan en auxilio de los ahorristas, y esto llegó a representar hasta 1 punto del PBI en marzo de 2023. La caída del First Republic Bank y el derrumbe bursátil de los bancos regionales solo demuestra que la corrida bancaria se profundizó todavía más en abril.
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