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Un hilo de Twitter llega al cine como una comedia negra sobre la prostitución

Matar a un ruiseñor, El padrino, El mago de Oz, La lista de Schindler, El diablo se viste de Prada, El señor de los anillos, Sin lugar para los débiles, El club de la pelea, L.A. Confidential, El exorcista, El silencio de los inocentes, American Pshycho, Trainspotting… La lista de películas que se basaron en libros es probablemente interminable.

En cambio, la de películas basadas en narrativas de las redes sociales acaba de inaugurarse con Zola, de Janicza Bravo, que se estrenó en los Estados Unidos. Todo comenzó en octubre de 2015 con un tuit de A’Ziah Wells King, apodada Zola, que se viralizó:

¿Quieren escuchar la historia de por qué esta zorra y yo nos peleamos? Es medio larga, pero está llena de suspenso.

A continuación una catarata de otros 147 tuits completó la delirante historia de Zola, una mesera y bailarina del caño de medio tiempo, que atendió en un Hooter’s de Detroit a Jessica, con quien conversó largamente sobre su pasión compartida por el pole dancing. Al cabo de un rato Jessica le propuso que la acompañara en un viaje hasta la Florida para ganar unos USD 15.000 en un fin de semana de baile erótico y desnudos en algunos clubes.
«¿Quieren escuchar la historia de por qué esta zorra y yo nos peleamos? Es medio larga, pero está llena de suspenso»: así comenzó el tuit viral en 148 partes.
«¿Quieren escuchar la historia de por qué esta zorra y yo nos peleamos? Es medio larga, pero está llena de suspenso»: así comenzó el tuit viral en 148 partes.

Al sumarse a la excursión, Zola descubrió que Jessica viajaba con un hombre al que le presentó como su compañero de apartamento, Z, y un novio de ánimo inestable, Jarrett.

Muchas más cosas se revelaron al llegar a Tampa: Jessica, en realidad era una trabajadora sexual y Z, lejos de compartir las cuentas de la vivienda con ella, era su proxeneta; Jarrett sufría de trastorno bipolar y, sobre todo, carecía de la seguridad afectiva necesaria para estar con Jessica.

El viaje se fue volviendo cada vez más oscuro cuando Zola descubrió que Z prácticamente regalaba los servicios de Jessica a USD 100 y la animó a valorarse más a sí misma: además de instruirla con la letra habitual de la autoestima, le abrió su propio anuncio en Backpage con una tarifa mínima de USD 500. Al cabo de una noche Z se llevó USD 5.000 y le dejó USD 500 a Zola y nada a Jessica por presuntas deudas pendientes.

Mientras tanto, el novio amenazaba con suicidarse y una banda local de gangsters tramaba el secuestro de las muchachas porque Z estaba operando en su territorio, un episodio que terminó con el disparo de un arma y Z y las chicas en veloz huida.
Zola, mesa y bailarina de caño de medio tiempo siguió a Jessica de Detroit a Florida tentada por ganar unos USD 15.000 en un fin de semana de pole dancing y desnudos.
Zola, mesa y bailarina de caño de medio tiempo siguió a Jessica de Detroit a Florida tentada por ganar unos USD 15.000 en un fin de semana de pole dancing y desnudos.

Cuando Zola logró que Z le comprase un pasaje de regreso a Detroit, a cambio de que se llevara a Jarrett y se olvidase de lo demás, la muchacha apenas pudo procesar las 48 horas de drama y violencia que acababa de pasar, que perfectamente podrían haber terminado con ella reducida a esclava sexual de una banda de traficantes. Meses más tarde, tras poder pensar en la experiencia vivida y publicarla en las redes, su cadena de tuits se hizo viral antes de que ella terminase las 148 entregas.

La cineasta Ava DuVernay la celebró: “Drama, humor, acción, suspenso, desarrollo de personajes. ¡Esta chica sí que escribe!”. Missy Elliott comentó: “Qué locura esa historia de Zola. Terminé leyéndola entera como si estuviera mirando una película en Twitter”.

Otros protagonistas de ese fin de semana salvaje —comenzando por la mujer que el mundo conoció como Jessica— salieron a responder o aclarar o discutir en Facebook, Reddit y Twitter, lo cual amplificó aun más la viralización; entre las 200.000 personas que comentaron el tuit original (hoy borrado) sólo en la primera semana, algunas imaginaban el elenco ideal para una serie de televisión.

Rolling Stone publicó “la historia real detrás de la más grande saga de strippers de la historia de Twitter” y The Washington Post investigó el caso para verificar si era cierto, lo cual condujo no sólo a comprobarlo sino a revelar que Z, el proxeneta, esperaba detenido que se lo juzgara por una gama de delitos desde el tráfico al ataque sexual. Se llamaba Akporode Uwedjojevwe, había nacido en Nigeria y operaba en acuerdo con Jessica: “Estoy harta de que la gente le dé la razón a ella en la historia de Zola y diga que es una mentira”, citó el diario a otra muchacha que había sido enganchada exactamente de la misma manera que Zola. “Es verdad y no hay dudas de que Jessica lo sabe”.

James Franco contrató los derechos para filmar la historia, que a esas alturas se disputaban varias productoras. Roxane Gay hizo el prólogo a una edición en libro del extenso tuit, con el título de The Story.

Por fin la realización quedó en manos de la cineasta Bravo, quien trabajó el guión con Jeremy O. Harris, y la productora A24, que contrató a las actrices Taylour Paige para el papel de Zola y Riley Keough como Jessica, renombrada Stefani en la película (Z es X y Jarrett, Derrek). Zola se estrenó en el último Festival de Sundance antes de la pandemia, el 24 de enero de 2020, y debió esperar hasta ahora para su estreno en salas.
Nicholas Braun (Greg, en la serie Succession) como Derrek, Riley Keough como Stefani, Taylour Paige como Zola y Colman Domingo como X.
Nicholas Braun (Greg, en la serie Succession) como Derrek, Riley Keough como Stefani, Taylour Paige como Zola y Colman Domingo como X.

La película pone el acento en la “cacofonía de ideas” —según el comentario de Rolling Stone— sobre el trabajo sexual, las mujeres jóvenes, los explotadores; también en la narrativa en las redes sociales y la viralización que se dio “no solo por la trama, sino por el tono”. Porque más allá de la poética accidental de la voz de Zola, que hace juegos de lenguaje y neologismos ingeniosos, se ajusta a las reglas de las redes: entre el humor y la levedad con que se tuitea y la realidad de una desventura con gente armada y hombres que se atribuyen el derecho a hacerle cualquier cosa a una mujer, hay un abismo.

El crítico A.O. Scott de The New York Times observó que precisamente por la “propia integridad” de Twitter como medio de narraciones, la adaptación presentó desafíos específicos en lo que respecta al ritmo loco de una especie de film noir de la Florida (algo que ya en esa descripción incluye el sarcasmo) como en la estética.

Por ejemplo, las redes son un campo para la opinión sobre muchos de los temas contemporáneos de debate que contiene Zola: la mirada masculina, el privilegio de los blancos, la apropiación cultural, el trabajo sexual, los cuerpos como mercancía, el feminismo. ¿Cómo hacer que eso sea un relato dinámico, que se vea en la acción cinematográfica?
«Zola» destaca también el abismo que hay entre una experiencia real con gente armada, proxenetas y clientes y la levedad con que se tuitea sobre eso.
«Zola» destaca también el abismo que hay entre una experiencia real con gente armada, proxenetas y clientes y la levedad con que se tuitea sobre eso.

Bravo tenía confianza en que podría hacerlo, dijo a The New York Times Magazine. Desde el inicio intentó ofrecerse como realizadora: “Yo andaba por ahí diciendo ‘Soy la mejor directora para esto’, y la gente pensaba que lo decía porque soy afroamericana y mujer, y la verdad es que eso no está de más”. Sin embargo, no era lo central: “Soy la mejor directora para esto porque cuando leí la historia entendí ‘Esta es una mujer traumatizada que usó el poder de la escritura y el poder de su humor para recontextualizar eso que la cambió’”.

Una de las maneras en que encaró esos desafíos se ve en una suerte de montaje de cuerpos masculinos: mientras que no hay desnudos de mujeres, los clientes se ven exactamente “como los ve una mujer que sufre los efectos del contrato sexual”, describió Bravo: “Ella mira los ojos, el pecho, el abdomen, el pene. Y eso quise que se viera”. Esa sucesión es abrumadora y, en su intensidad y su variedad, transmite con fuerza una idea: “No hay dudas de que eso es trabajo”, según sintetizó Rolling Stone.

Otra manera, que destacó Scott, es la presentación de Zola como una mujer traicionada muy especial: rápidamente se da cuenta que su problema no es tanto la manipulación de su nueva amiga como la amenaza que representa su proxeneta, y lejos de victimizarse entiende la posición de Jessica/Stefani y le demuestra a Z/X su poder: ella cambia el anuncio, sube el precio, recibe a los clientes, multiplica los ingresos. Al ganar tiempo así, espera, encontrará la manera de salir del peligro.

La revista del Times destacó también un monólogo filmado como un infomercial en el cual Stefani repite prácticamente la refutación al largo tuit viral que Jessica publicó en Reddit, con comentarios racistas sobre la textura del pelo o la higiene de Zola y reiterados insultos como “puta celosa”. Aun a dos muchachas perdidas en la misma deriva las pueden dividir los prejuicios.

Ahora Zola está feliz con el resultado, pero en un momento se arrepintió de haber publicado el tuit como parte de su proceso de recuperación por haber escapado por un pelo de ser víctima de tráfico sexual o terminar muerta. “Me pregunté qué había hecho”, dijo a Forbes. “Había usado nombres reales, fotos, nombres de los lugares donde habíamos trabajado, y luego Twitter hizo eso que las redes hacen”. La viralización la aterró: “traté de hacer control de daños y borré todo, pero ya había capturas de pantalla en Imager. La cosa cobró vida propia”.

El primer guión, de cuando Franco estaba en el proyecto, no le gustó mucho a Zola y no le gustó en absoluto a Paige, quien ya había aceptado su papel en Ma Rainey’s Black Bottom. En cambio, la mirada de Bravo les encantó a ambas, y Paige se sumó al proyecto.
A’Ziah Wells King, la verdadera Zola del relato tuiteado en 148 partes que se viralizó. (Rich Polk/Getty Images/IMDb)
A’Ziah Wells King, la verdadera Zola del relato tuiteado en 148 partes que se viralizó. (Rich Polk/Getty Images/IMDb)

“Primero mamá. Golfa inmediatamente después”, se presenta hoy Zola en las redes: con 26 años, ha tenido dos hijos desde el tuit que le abrió paso a una carrera distinta, según contó a Bustle. “Cuando comencé, bailaba en persona. Entonces de a poco pasé a trabajar en cámara, así que todo lo que hacía era en línea, mucho antes de OnlyFans”, recordó.

“Siempre me sentí muy atraída por internet. Prefiero esa línea en lo que respecta al trabajo sexual. Siento que es más fácil para mí. No necesito estar en contacto físico con la gente para hacerle sentir cosas, así que me gusta. Pero OnlyFans arrasó de la nada. Y en ese momento vi que había otra senda para explorar, y me lancé. Siempre he sentido confianza y comodidad en cuanto a mi sexualidad, así que era algo obvio”. Ahora, además de tener una página allí y un canal en YouTube, compone música y cría a sus bebés.

Agregó: “La publicación cambió Twitter. Siento que luego de mi historia todo el mundo quiso contar la suya. Me encantó ese efecto de bola de nieve. Las redes sociales, por la manera en que han progresado, abren un nuevo camino y una nueva manera de narrar. Me alegra haber contribuido a ello”.

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