El pasado martes, el presidente ruso Vladimir Putin se comunicó por teléfono con Luiz Inácio Lula da Silva, el mandatario brasileño, en un momento en que Lula se encontraba ausente de la cumbre de los BRICS debido a un accidente doméstico. Durante la conversación de 20 minutos, Putin mostró interés por la salud de Lula, pero también abordó un tema candente: la situación de Venezuela y su exclusión del grupo de países que buscan un mundo más multipolar.
La decisión de Brasil de vetar la incorporación de Venezuela a los BRICS ha generado un fuerte descontento en Caracas. Según Celso Amorim, asesor presidencial para asuntos internacionales, la razón detrás de esta decisión se debe a que el presidente Nicolás Maduro no cumplió con su promesa de presentar las actas oficiales de los resultados de las elecciones presidenciales, lo que fue considerado un abuso de confianza por parte del gobierno brasileño.
Maduro, quien realizó un viaje a Kazán, Rusia, para participar en la cumbre, se encontró en una situación incómoda al ser excluido del grupo en presencia de líderes como Putin y el presidente chino Xi Jinping. En respuesta a esta exclusión, Maduro emitió una nota en la que calificó el veto brasileño como “una acción que constituye una agresión a Venezuela y un gesto hostil”, además de considerarlo “inexplicable e inmoral”. En su declaración, Maduro dirigió su crítica hacia la cancillería brasileña, Itamaraty, y no hacia Lula, sugiriendo que la postura de Brasil es una continuación del boicot que sufrió su gobierno durante la administración de Jair Bolsonaro.
Putin, al concluir la cumbre, se refirió a la situación de Venezuela y a la postura de Brasil. “Conocemos la posición de Brasil, no estamos de acuerdo. Venezuela está luchando por su supervivencia”, afirmó el mandatario ruso. Además, elogió a Lula como un “hombre muy decente y honesto”, expresando su esperanza de que la situación se resuelva. Sin embargo, Putin dejó claro que la inclusión de Venezuela en los BRICS+ solo se dará cuando haya consenso entre los miembros del grupo.
Los BRICS+, que ahora cuenta con 22 países miembros y asociados, representa una población cuatro veces mayor que la del G7. Aunque sus economías suman un 26% del PIB mundial, superan al G7 en términos de paridad de poder adquisitivo, alcanzando un 35% frente al 30% del grupo de las mayores economías.
Amorim, el antiguo canciller brasileño, explicó que el veto a Venezuela no se basa en cuestiones democráticas, sino en un “abuso de confianza” por parte de Maduro. Lula había enviado a Amorim a Caracas para supervisar las elecciones presidenciales del 28 de julio. Sin embargo, tras los comicios, Maduro no cumplió con su compromiso de hacer públicas las actas que supuestamente confirmaban su victoria, lo que llevó a Brasil y otros países a exigir la documentación sin éxito.
Con la toma de posesión de Maduro para un tercer mandato prevista para el 10 de enero, se anticipa que la relación bilateral entre Brasil y Venezuela quedará congelada. A pesar de esto, Brasilia no contempla una ruptura de relaciones diplomáticas, manteniendo su estilo de diplomacia cautelosa. Esta situación contrasta con la cumbre de presidentes sudamericanos que Lula organizó en Brasilia a principios de su mandato, donde buscó romper el aislamiento internacional de Maduro y el chavismo.
La exclusión de Venezuela de los BRICS no solo refleja las tensiones políticas entre Brasil y Caracas, sino que también pone de manifiesto las complejidades de la política internacional en un mundo que busca un equilibrio entre potencias emergentes y tradicionales. La situación en Venezuela sigue siendo un tema delicado, y la postura de Brasil podría tener repercusiones en la dinámica regional y en las relaciones entre los países de América Latina.
A medida que se desarrollan estos acontecimientos, será crucial observar cómo se manejan las relaciones diplomáticas en el contexto de un mundo cada vez más multipolar y cómo las decisiones de líderes como Lula y Maduro impactan en la estabilidad y el futuro de la región.