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La oposición venezolana cercana a Guaidó cierra la puerta a pactos con “alacranes”

Dirigentes de la oposición venezolana coinciden en la urgencia de recomponer su unidad para lograr un cambio político en el país, pero muchos de ellos se resisten a la idea de negociar con líderes que se separaron de su coalición en los últimos dos años, a quienes llaman “alacranes”.

Por Gustavo Ocando Alex / vozdeamerica.com

Un sector de la oposición, incluidos varios partidos que apoyan al llamado gobierno interino de Juan Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela desde enero de 2019 por al menos 50 países, participó con un desempeño relativo en las elecciones regionales del domingo pasado.

Si bien el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela ganó 19 de 23 gobernaciones y al menos 205 de las 335 alcaldías del país, las fuerzas críticas del gobierno de Nicolás Maduro sumaron más votos que el chavismo y triunfaron en 117 cargos municipales, su mejor cometido a la fecha.

El oficialista Gran Polo Patriótico obtuvo 46% de los votos nacionales el 21 de noviembre, mientras que tarjetas opositoras capitalizaron 54,3% de las papeletas de esos comicios, según detalló Henrique Capriles Radonski, excandidato presidencial en 2012 y 2013, del partido Primero Justicia.

“El país no es madurista, ni está pintado de rojo”, opinó ante la prensa. El punto clave es que esos votos contra Maduro se dividieron en tres bloques: la Mesa de la Unidad Democrática, cercana a Guaidó; la Alianza Democrática, de quienes disienten de las estrategias del llamado presidente interino y que tomaron judicialmente el control de cinco partidos opositores; y los independientes.

La fragmentación de varias candidaturas para un mismo cargo impidió que la oposición ganara entre 10 y 14 gobernaciones, según analistas y políticos.

Guaidó, luego de los comicios, llamó a una nueva fase de “reunificación” de los factores que adversan a Maduro para continuar su lucha política. Capriles Radonski, por su parte, consideró que “nadie es dueño de la oposición” y urgió a iniciar “un proceso de exploración” para unificar el liderazgo antichavista.

La ruptura entre quienes apoyan a Guaidó y quienes no lo hacen se evidenció en enero de 2020, cuando un grupo de diputados opositores se asociaron con legisladores chavistas para nombrar como presidente del Parlamento a Luis Parra, un parlamentario expulsado del partido opositor Primero Justicia.

Una investigación realizada por la bancada leal a Guaidó concluyó que el gobierno de Maduro sobornó con millones de dólares a al menos 27 parlamentarios para que traicionaran a su coalición democrática.

Parte de esos políticos conforman la hoy llamada Alianza Democrática, donde hacen parte 25 movimientos -cinco de ellos intervenidos por sentencias judiciales- que abogan por las negociaciones con Maduro, la participación en elecciones y critican a la oposición tradicional. Esa coalición ganó una de tres gobernaciones adjudicadas a la oposición, Nueva Esparta, y 38 alcaldías.

Puerta cerrada

La propuesta de reunificar a la oposición para sumar votos de cara a eventuales procesos nacionales, como unas residenciales, supone el eventual escenario de reconciliación entre quienes se han acusado mutuamente de corrupción -Guaidó llama “alacranes” a los integrantes de esa disidencia, mientras estos lo critican por apropiarse del manejo de activos venezolanos en el extranjero-.

Guaidó se refirió a esos disidentes en una entrevista con el diario español El País publicada este lunes. Consultado sobre la idea de Capriles Radonski de aglutinar todas las fuerzas no chavistas, el líder político respondió: “alguien cooptado por la dictadura, sobornado, no puede ser considerado de la oposición”.

La plataforma unitaria opositora está compuesta por una treintena de partidos con distintas ideologías y militancias. Analistas y movimientos advierten que está liderada por cuatro organizaciones políticas conocidas como el G4: Primero Justicia, Voluntad Popular, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo.

Delsa Solórzano, diputada y abogada del partido Encuentro Ciudadano, asume una posición tajante sobre un posible trato con los disidentes, por su parte.

“Para mí, hay una sola oposición. Opositor no es aquel que recibió maletines de dinero a cambio de entregar la Asamblea Nacional. No puede pretender que una persona es alacrán hoy y mañana no. ¿Los que se robaron las tarjetas de los partidos esos sí son opositores? No, son chavistas”, asevera a la VOA.

Considera que la Alianza Democrática es parte de “una oposición a la medida del régimen” de Maduro e ironizó preguntándose si debía ser “más o menos flexible con los alacranes dependiendo del tamaño del maletín que tomaron”.

Solórzano, una de las voces opositoras femeninas más notorias del país, afirma que está de acuerdo con “recomponer las fuerzas democráticas” con pluralidad. A su juicio, la unidad antichavista “es más que el G4”, en abierta referencia al grupo de cuatro partidos de mayor influencia en la oposición.

“Nadie me va a venir a decir que hay que perdonar a los ‘alacranes’. ‘Bueno, lo que te robaste no importa tanto’”, apunta, pidiendo “coherencia” política.

Juan Pablo Guanipa, dirigente nacional de Primero Justicia y la segunda figura más importante de la última directiva parlamentaria, luego de Guaidó, valora que no hay terreno para acercamientos ni negociaciones con ese grupo.

“Esa es una discusión que viene. Yo no comparto esa posibilidad. Prefiero pensar en una estrategia para captar a quienes siguieron a los ‘alacranes’ por error, por desinformación o por confusión, comprender y conquistar a sus electores”, comenta el dirigente opositor a la Voz de América.

Carlos Berrizbeitia, diputado electo en 2015, del partido Proyecto Venezuela, advierte que es necesario definir el propósito de esa eventual unidad. “La unidad no se decreta, tiene que ser de principios y valores, que no se ha logrado ni en el mal llamado G4, ni en los ‘alacranes’, ni en fuerzas emergentes”, asegura a la VOA. A su entender, Maduro ganó dividiendo aún más a la oposición.

Berrizbeitia opina que un reencuentro será difícil “mientras no haya valores y principios reales” entre los movimientos que pretenden aglutinarse.

Se pregunta, por ejemplo, si los disidentes de la MUD reconocen a Maduro como presidente, si apuestan por esperar hasta 2024 para unas presidenciales y si consideran que ya hay suficientes condiciones electorales para ir a votar.

“Si nosotros no retomamos lo que quiere el país, una reinstitucionalización del país basada en el respeto, retomando los principios democráticos, lo veo muy difícil (unir a la MUD con la Alianza Democrática”, indica.

La Voz de América intentó reiterada e infructuosamente consultar a voceros nacionales de Voluntad Popular, el partido donde militaba Guaidó, sobre la posibilidad de alianzas con esa fracción disidente de la oposición.

Freddy Guevara, de esa organización política y delegado opositor en la mesa de negociaciones de Ciudad de México, cerró de plano la puerta a esa iniciativa.

“Lo digo muy claro: no cuenten conmigo, y estoy seguro que tampoco que con VP, para plantear una unidad con los financiados por Saab (empresario colombiano acusado de corrupción en Estados Unidos) y secuestradores de partidos”, escribió el dirigente político en su cuenta oficial de Twitter.

La VOA conoció a través de fuentes extraoficiales que otros partidos opositores han iniciado discusiones internas en cuanto a si debe promoverse un acercamiento con la Alianza Democrática.

“No todo el mundo es alacrán”

Quienes apostaron por la abstención en las elecciones regionales cierran la puerta a un entendimiento con la Alianza Democrática, aunque sin nombrarla. Incluso, hay movimientos que piden una renovación de la dirigencia del G4.

El partido Vente, coordinado por María Corina Machado, hizo votos días luego de las votaciones por la selección de un nuevo liderazgo opositor “que no se entregue, doblegue y traicione”, en explícita mención a los partidos del G4.

Machado, en un mensaje publicado en su cuenta oficial de Twitter, fustigó a quienes estaban “felices con esas migajas de plata o de fama efímera que recibieron a cambio de una gran decepción” en las votaciones regionales.

Andrés Velásquez, de La Causa R, habló por su parte de un “nuevo ciclo de lucha” donde no haya “cohabitadores ni vendidos” en la oposición.

Stalin González, del partido Un Nuevo Tiempo, opinó en una entrevista radial que es “un error” calificar de ‘alacranes’ a todos los disidentes opositores. “Toda la disidencia que está allí se alimenta de un plan del gobierno y de lo que picó el alacrán, pero también se nutre de nuestro sectarismo, de los que no le dimos espacios, y los que en la MUD no consiguieron una oportunidad”, expresó.

Capriles Radonski, cuyo partido sí participó en las votaciones del domingo, recomendó “revisar estado por estado” a los integrantes de la Alianza Democrática para determinar si tienen cabida en la plataforma unitaria.

“No todo el mundo es ‘alacrán’ ni puedes descalificar a todo aquel que disienta (…) y, ¡ojo!, sí hay alacranes”, indicó ante la prensa la semana pasada.

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