Se dio a conocer una investigación en torno a los señalamientos de agresión sexual en contra de Alen Hadzic, un esgrimista del equipo de EEUU en la cita olímpica.
Según la información, desde que se supo de la probable presencia de Hadzic en la delegación de Tokio, tres mujeres decidieron hacer eco de las acusaciones que pesan sobre el deportista con el fin de evitar su inclusión en la cita olímpica, reportó El País.
Y, aunque Hadzic logró llegar al equipo, trabaja por separado y recibió una suerte de ‘sanción’ a raíz de la investigación en su contra.
La historia, al menos la más reciente, se remonta a mayo de este año.
En ese entonces se conoció que Alen Hadzic, de 29 años, tendría un cupo para representar a su país en la cita olímpica de Tokio. Cuando su nombre figuró como parte del equipo de esgrima, se difundieron las primeras informaciones de las presuntas conductas inapropiadas del deportista.
Más adelante todo se formalizó con la denuncia de tres mujeres, quienes aseguraron que el esgrimista tuvo “conductas sexuales inapropiadas” contra ellas entre 2013 y 2015.
La posible presencia del esgrimista en Tokio, en ese entonces, fue tildado por las denunciantes como “una afrenta directa”.
Aunque Michael Palma, abogado de Hadzic, aseguró que su cliente nunca ha tenido ningún tipo de señalamiento por delitos sexuales, el 2 de junio el Centro SafeSport de Estados Unidos –entidad encargada de proteger a los deportistas jóvenes víctimas de abuso sexual– decidió suspenderlo.
La llegada del esgrimista a Tokio, entonces, parecía lejana.
Hasta el 29 de junio.
Veintisiete días después de la suspensión, un juez independiente decidió restaurar la elegibilidad olímpica del esgrimista, quien, para ese entonces, tenía ‘todos los tiquetes’ para llegar a Tokio.
O casi todos.
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‘USA Fencing’, organismo encargado de la coordinación de la esgrima en Estados Unidos, decidió que Hadzic viajara por separado a Tokio. De hecho, no tiene permitido permanecer en la Villa Olímpica. El esgrimista apeló a esta decisión y dijo que era una medida “arbitraria e innecesaria”.
Sin embargo, el ‘castigo’ no va solo hasta ahí.
El esgrimista es casi que un suplente segundo del equipo: solo podrá disputar competencia si alguno de sus compañeros se retira o se lesiona. Entretanto, tendrá que seguir viendo las justas desde su recinto, a treinta minutos de la Villa.