Los demócratas pretenden aumentar el gasto público para ayudar a otros países, en medio de una de las más fuertes recesiones de Estados Unidos de la historia. El programa anunciado busca abordar la “inseguridad alimentaria” tras el incremento de los precios de las commodities a nivel mundial.
El Gobierno de Joe Biden sigue ampliando las partidas para la ejecución presupuestaria de 2022. Como parte de su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas, Biden anunció la ampliación de la ayuda fiscal al exterior por US$ 2,9 mil millones.
Se trata de una extensión que será exclusivamente destinada a la “inseguridad alimentaria” mundial, en respuesta al fuerte incremento de los precios de las materias primas tras la guerra entre Rusia y Ucrania. También se incluyen partidas asociadas a la atención médica y la provisión de agua potable.
Entre los factores más importantes, el encarecimiento de los precios de la energía, los fertilizantes y los alimentos afectan directamente al poder adquisitivo de los deciles más bajos.
En su discurso, Biden también apuntó contra los países que aplican restricciones a la exportación de granos y alimentos, hechos que limitan la oferta global. Argentina constituye un caso parasimpático en esta materia, ya que mantiene controles de capital, de acceso a las divisas, retenciones a la exportación y restricciones sobre las exportaciones ganaderas.
“Hacemos un llamado a todos los países para que se abstengan de prohibir las exportaciones de alimentos o acumular granos mientras tanta gente sufre”, anunció Biden.
El grueso de los recursos serán aplicados y administrados por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, que generalmente consolida la mayor parte de las transferencias sociales al exterior junto con el Departamento de Defensa y el Departamento de Estado, entre otros.
Solamente en lo que va del año, el Gobierno de Biden estableció un monto de hasta US$ 6,9 mil millones en concepto de transferencias hacia el exterior para ayuda alimentaria, por lo que con la nueva ampliación anunciada el presupuesto total asciende a los US$ 9,8 mil millones.
La decisión se toma en medio de un delicado clima interno, marcado por la recesión, la necesidad de equilibrar las finanzas públicas del Estado y la disparada de precios. Los contribuyentes estadounidenses deberán cargar con una nueva ampliación del gasto del sector público vía impuestos, pero sin percibir ningún tipo de beneficio en base a ello.
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