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Desde hace años, el régimen de Nicolás Maduro ha tratado de justificar los constantes apagones y racionamientos eléctricos en Venezuela con una supuesta «crisis climática». Pero la realidad es otra; la principal causa del colapso eléctrico es la corrupción, la desinversión y la ineptitud gubernamental. Un ejemplo reciente de esta manipulación es lo que ha sucedido con el complejo hidroeléctrico Uribante-Caparo, donde se sobreturbinaron de las represas ha puesto en jaque el suministro de energía de los estados andinos y del país en general

Sobreturbinar significa extraer más agua de la que normalmente se debería utilizar para generar electricidad. En condiciones normales, el agua embalsada se administra de manera eficiente para garantizar una generación sostenible. Sin embargo, el régimen, sin una planificación responsable, ha extraído agua de manera excesiva, lo que ha reducido peligrosamente los niveles operativos de los embalses. El resultado es que ahora, en la temporada regular de sequía, no hay suficiente agua almacenada para mantener la generación eléctrica.

Diagrama de Complejo Uribante-Caparo en Venezuela

El Complejo Uribante- Caparo fue diseñado para aprovechar los desniveles del terreno de manera progresiva y repetida. Esto se logró mediante la construcción de múltiples presas y centrales hidroeléctricas ubicadas a diferentes alturas, lo que permite que el agua se utilice varias veces para generar electricidad a medida que desciende por el sistema.

El sistema incluyó túneles y canales que permiten el trasvase de agua entre las diferentes cuencas de los ríos Uribante y Caparo. Esto significa que el agua almacenada en un embalse puede ser dirigida hacia otro, lo que optimiza el uso del recurso hídrico y maximiza la generación de energía.

El complejo funciona de la siguiente manera:

Presas y embalses: Se construyeron presas en los ríos Uribante y Caparo para retener el agua, creando embalses.

Generación de energía: El agua almacenada en los embalses se libera de manera controlada y se dirige hacia las centrales hidroeléctricas.

Turbinas y generadores: El agua en movimiento hace girar las turbinas, que a su vez impulsan los generadores para producir electricidad.

Distribución: La electricidad generada se transmite a través de redes eléctricas para su distribución y consumo.

Además de la generación de energía, el complejo produce otros beneficios, como el control de inundaciones, la regulación del caudal de los ríos y el suministro de agua para usos agrícolas, industriales y domésticos.

El diseño del Complejo Hidroeléctrico Uribante-Caparo contempla la gestión del agua para asegurar su disponibilidad a lo largo de todo el año, adaptándose a las variaciones usuales entre la temporada de lluvias y la de sequía.

Esto se logra mediante una planificación y operación cuidadosa para precisamente asegurar su operación durante todo el año. Es un protocolo estricto que limita precisamente el sobreturbinado durante la temporada de lluvias para preservar suficiente agua almacenada durante la temporada de sequía, en Venezuela usualmente de noviembre a abril.

El impacto en la población de haber vaciado los embalses es devastador. Los apagones no solo dejan a oscuras a millones de hogares, sino que también afectan el comercio, la industria y el transporte:

  • Hogares: Las fallas constantes dañan electrodomésticos, afectan la conservación de alimentos y dificultan el acceso a servicios esenciales como el agua y las telecomunicaciones.

  • Comercio: Tiendas y mercados pierden mercancía refrigerada, los puntos de venta fallan y los emprendedores ven paralizados sus ingresos.

  • Industria: Fábricas y empresas se ven forzadas a reducir su producción o cerrar, agravando la crisis económica y el desempleo.

  • Transporte: Las estaciones de servicio no surten combustibles, los semáforos dejan de funcionar y el caos vehicular se agrava en las ciudades.

El chavismo quiere hacer creer que la falta de energía se debe exclusivamente a la sequía, cuando en realidad la desinversión en el sistema eléctrico y la mala gestión de los embalses han sido los factores determinantes. Si a esto sumamos el abandono de las plantas termoeléctricas de la zona y del país en general, que podrían compensar la falta de generación hidroeléctrica, queda claro que la culpa no es del clima, sino del desgobierno.

El apagón informativo: otra cara de la crisis

Además del colapso energético, el régimen ha impuesto un apagón informativo, ocultando datos clave sobre la situación del sistema eléctrico y mintiendo sobre las verdaderas causas de los apagones. Esta manipulación tiene graves consecuencias:

  • Desinformación y confusión: La población no tiene acceso a información confiable sobre el estado real del sistema eléctrico, lo que dificulta la organización y la exigencia de soluciones reales.

  • Falta de preparación: Sin datos claros sobre racionamientos o fallas programadas, la gente no puede tomar previsiones para proteger sus bienes y su calidad de vida.

  • Pérdida de confianza: La constante manipulación de la información deteriora aún más la relación entre el Estado y los ciudadanos, profundizando el sentimiento de abandono y frustración.

Mientras el régimen continúe con su política de mentiras y excusas, la crisis eléctrica no hará más que empeorar porque estamos en plana temporada de sequía. Es fundamental exigir transparencia en la gestión del sector eléctrico, impulsar la rehabilitación de las plantas generadoras y desestatizar y descentralizar el sistema para reducir su vulnerabilidad.

Venezuela tiene el potencial de ser un país energéticamente estable, pero solo si se aplican políticas responsables y se combate la corrupción.

El colapso eléctrico de los estados andinos no es culpa del clima

David Morán Bohórquez es ingeniero industrial

Por abc noticias

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