La interpretación más dramática de una profecía supuestamente oculta en el calendario maya aseguraba que el mundo iba a terminar de manera apocalíptica hace exactamente nueve años, el 21 de diciembre de 2012, en el momento justo del solsticio de invierno en el hemisferio norte a las 12 y 12, hora del Tiempo Universal Coordinado (UTC), correspondiente a las 11.30 marcadas por reloj del meridiano de Greenwich.
Esas versiones literales del fin del mundo anunciado por los mayas sostenían –sin ningún sustento científico, obviamente- que en ese momento se producirían varias conjunciones astronómicas y se concretarían fórmulas numerológicas. Proponían que a esa hora precisa se produciría la colisión de la Tierra con otro cuerpo celeste, probablemente un asteroide errante, o bien el planeta sería atrapado por un agujero negro, o tal vez se “incendiaría” debido a una etapa de actividad solar sin precedentes.
Todas y cada una de estas posibilidades fueron desmentidas durante todo ese año por la NASA y por los más renombrados astrónomos del planeta supuestamente en peligro, pero eso no evitó que mucha gente las creyera y se preparara para esperar el final.
Más allá y más acá del programado apocalipsis, se hicieron otras interpretaciones menos fatales, que sostenían que en realidad la fecha señalada, a la hora señalada, marcaba el fin de un viejo mundo y el advenimiento de otro nuevo, espiritualmente hablando.
Pocos se preocuparon, en cambio, por averiguar cuál era el origen de esa predicción “calendaria” y en qué se basaba.
¿Dónde está “la profecía”?
Los arqueólogos, antropólogos e historiadores especializados en el estudio de la civilización maya coinciden en que este pueblo originario del continente americano no hacía ni se valía de profecías de ningún tipo. Simplemente determinaban el destino de las personas – o de determinados asentamientos poblacionales – basándose en su calendario o sus creencias religiosas.
En realidad, las interpretaciones de las “profecías” de los mayas surgieron a mediados del siglo pasado y se hicieron populares en la década de los ‘70, en el seno del movimiento que se conoció como New Age o de la Nueva Era.
No se las tomaba como el anuncio literal del fin del mundo sino del comienzo de un profundo cambio espiritual y cultural de la Humanidad.
En noviembre de 2021, cuando la fecha de concreción de la supuesta profecía maya era inminente, el arqueólogo Daniel Juárez Cossio, por entonces encargado de la Sala Maya del Museo Nacional de Antropología de México explicaba: “De ninguna manera se trata de una profecía, es total y absolutamente falso que se vaya a acabar el mundo según la supuesta profecía de la que se tiene información, no hay ninguna base científica ni epigráfica de ningún tipo donde diga que el mundo se va a acabar para esa fecha. El mundo actual nunca estuvo en la mira de los antiguos mayas, nunca les preocupó en absoluto”.
Dos monumentos
El origen de la supuesta profecía del fin del mundo maya puede rastrearse hasta las inscripciones en dos monumentos de esa civilización descubiertos a fines de la década de los ‘50: una de ellas es la Estela 6 del asentamiento de Tortuguero, en el Estado de Tabasco, y la otra está en la Estela 1 de Cobá, una población del norte de Quintana Roo.
Las estelas son columnas en las cuales los mayas marcaban las fechas de acontecimientos importantes y servían como medio de “propaganda” para los dirigentes políticos y religiosos. Las dos estelas donde se originó la supuesta profecía relacionan en realidad fechas míticas con sucesos políticos y económicos bien reales de los gobiernos de la época, como manera de reforzar sus políticas entre la población y crear cohesión social.
A la Estela 6 de Tortuguero se la conoce también como “la estela del fin de una era” y registra un hecho del momento: el nacimiento y la entronización de un gobernante de la ciudad, Apho Bahlam, en el Siglo VII. Pero allí también hay una inscripción que menciona la fecha batkún 13 4 ahau 3 hankin en el calendario maya y la señala como el fin de un ciclo de 5.126 años, según lo que se conoce como la “cuenta larga” del ese calendario.
La unidad de medida de la cuenta larga era el kin (sol o día en idioma maya). Los kines se agrupaban en uinales, que constaban de 20 días. 18 uinales formaban un tun (360 días). Veinte tunes equivalían a un katún y veinte katunes formaban un baktún (144 000 días). De esa manera, la fecha maya de 8.3.2.10.15 representa 8 baktunes, 3 katunes, 2 tunes, 10 uinales y 15 días.
Ese ese cálculo, trasladado al calendario gregoriano, el que señala al 21 de diciembre de 2012 y por eso se la interpretó como el día del fin del mundo de los mayas.
La Estela 1 de Cobá, una ciudad maya que en Siglo VII era muy importante, tiene inscripciones en sus cuatro caras, también relacionados con hechos de los gobernantes de la época. Pero además hay cuatro referencias a la “cuenta larga” del calendario maya y una de ellas, trasladada al gregoriano sería el 21 de diciembre de 2012. Como no hay hechos posteriores a esa fecha, se la ha tomado como el fin del mundo.
Los “Mayas Galácticos”
Una de las interpretaciones más difundidas sobre el verdadero significado del 21 de diciembre de 2012 en el calendario maya es la que se conoce como la Teoría de los Mayas Galácticos.
La versión sostiene que los Mayas Galácticos son navegantes planetarios y cartógrafos del extenso campo psíquico de la Tierra, el sistema solar y más allá de la galaxia. Son una cultura telepática. Esto significa que sus percepciones, modos de conocer y comunicación provienen de un alto grado de sintonía telepática con el cosmos. Por eso pudieron anticipar con tanta antelación la fecha del solsticio de invierno de 2012.
Según esa teoría, el 21 de diciembre de 2012 se cerró un ciclo de la historia de la humanidad que había durado 26.000 años y se abrió otro de la misma duración, marcado por un cambio profundo en la espiritualidad de los seres humanos.
El documentalista mexicano Santiago Pando, director de Yo lo creo, un trabajo que recoge testimonios de creyentes en los Mayas Galácticos asegura que se trató del inicio de un nuevo tiempo. “Estamos en el tiempo donde cae un sistema de creencias que se sustenta en la razón que se nos impone por fuera y debemos obedecer. Esta nueva manera de ver las cosas tiene que ver con la energía de compartir. La razón compite, el corazón comparte. Es la primera vez que llegamos en conciencia y con herramientas, como las redes sociales, que nos permiten estar conectados”, sostiene.
Un negocio redondo
Nueve años después de la fecha supuestamente señalada como el fin del mundo por el calendario maya, el planeta y los seres humanos siguen en su lugar, para bien o para mal. Ese fin del mundo no ocurrió. En cuanto al cambio en la espiritualidad que señalan otras interpretaciones es realmente difícil saber si se está produciendo realmente o no.
Lo único comprobable es que las teorías alrededor del significado del 21 de diciembre de 2012 dieron lugar a jugosos negocios, sobre todo en el orden turístico.
Un informe de la Secretaría de Turismo del gobierno de México señala que en los 18 meses previos al supuesto fin del mundo, más de 80 millones de personas visitaron la región del mundo maya de donde proviene la profecía, dejando ingresos por cientos de millones de dólares.
Eso sí fue un hecho, porque a diferencia de los cambios espirituales, el dinero es fácil de contar.