El Gobierno socialista produjo un nuevo volantazo, y ahora rechaza la posibilidad de establecer una moneda única para el Mercosur. El ministro Haddad se mostró escéptico de la idea, y negó que se hayan producido negociaciones serias al respecto.
La idea de abandonar la política monetaria discrecional (y la recaudación de señoreaje) para dar paso a una centralización de la moneda parece no estar en la agenda del gobierno de Lula da Silva, a pesar de que Alberto Fernández había dicho que estaba en agenda dicha propuesta si ganaba el candidato de la izquierda las elecciones en Brasil.
Aunque el mandatario argentino quedó en offside, Lula de hecho se había pronunciado públicamente a favor de crear una moneda regional homóloga al euro durante la campaña presidencial, incluso se había bautizado como “Sur”. Sin embargo, la propuesta no prosperó y no encuentra adherentes entre el equipo económico de Fernando Haddad, el nuevo ministro de Hacienda de Lula.
La unificación monetaria para el Mercosur fue una idea que surgió en la década de 1990 pero que, en la práctica, no encontró suficiente apoyo político. La idea fue retomada por la gestión Macri, y el exministro de Economía brasileño Paulo Guedes no renegaba la propuesta pero siempre en un tono meramente especulativo.
Bolsonaro, cuando fue consultado en una de sus transmisiones de Facebook durante su presidencia, mencionó que Argentina tenía un largo camino que recorrer en responsabilidad monetaria antes de poder hablar en términos serios esta idea.
Haddad lo declaró de forma contundente: “No hay moneda única, no hay tal propuesta, primero serán informados”. El Ministro precisó que las negociaciones vigentes entre Argentina y Brasil no discuten la creación de una moneda unificada, sino más bien la generación de algún tipo de instrumento para utilizar monedas domésticas en el pago de las importaciones.
En otras palabras, lo que negocia Alberto Fernández con Lula da Silva no es crear una moneda del Mercosur sino “potenciar el sistema de pagos en monedas locales”. No se trata de abandonar la moneda, ni la política monetaria discrecional ni el impuesto inflacionario como herramienta electoralista, sino solo una herramienta para limitar el uso del dólar en el comercio intra-sectorial.
Esta estrategia es llevada a cabo por países como Rusia a la hora de comerciar con China e India tras el estallido de la guerra en Ucrania, ante la imposibilidad de hacerlo por medio de medios tradicionales. El Foro de Sao Paulo pretende imponer el mismo aislacionismo pero para la región latinoamericana.
Desde el punto de vista de Brasil la apuesta por un mecanismo comercial intra-Mercosur no es relevante, la presión es del Gobierno de Fernández. Los incesantes controles cambiarios de Argentina estrangulan las operaciones del comercio exterior, por lo que el uso de monedas locales (reales o pesos) para pagar importaciones luce como un escape atractivo para un modelo cambiario tan disfuncional.
Brasil no implementa controles cambiarios desde el Plan Real y por lo tanto no tiene ningún problema de “faltante de divisas” autoimpuesto, como sí ocurre en el caso argentino. Las empresas brasileñas pueden obtener divisas libremente a través del tipo de cambio flotante, y no necesitan algún mecanismo especial para comerciar.
Las declaraciones del ministro Haddad suponen un balde de agua fría para muchos políticos del espacio de Juntos por el Cambio en Argentina, que habían sido partidarios de Lula da Silva por su propuesta de unificación monetaria en el Mercosur. Los hechos señalan que la propuesta habría tenido una mejor recepción en la administración Bolsonaro que en el Gobierno socialista actual.
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