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La negociación para la pacificación política de Venezuela es una necesidad patriótica. El status actual es absolutamente inviable, insufrible y representa un freno al avance industrial, económico, social y cultural del país. Sin embargo, hay dos grupos que no solamente están muy cómodos con la situación actual, sino que buscan promoverla y prolongarla el mayor tiempo posible. Estos son los grupos que acogen a los extremistas de uno y otro bando. Nadie está más cómodo con la situación actual que el grupo que sigue ciegamente al supuesto gobierno interino de Juan Guaidó y a todos los beneficiarios de esa situación bizarra. La virtual existencia de este “gobierno interino” ha abierto el grifo de recursos financieros venezolanos bloqueados en el exterior que ahora fluyen dentro y fuera de la burocracia ficticia del gobierno ilusionista del auto proclamado Juan Guaidó. Estos alacranes de cara inofensiva y cola ponzoñosa están enriqueciéndose como nunca gracias al limbo jurídico en que la actual situación les permite disponer de millones de dólares del erario sin ningún tipo de fiscalización ni control, bajo el auspicio del apoyo político del estado profundo norteamericano. Este interinato de fantasía liderado por Juan Guaidó no responde a ninguna auditoria, no rinde cuentas a ningún parlamento y cambia de status según la conveniencia del momento. No hay negocio más rentable que un gobierno de fantasía que maneja fondos reales, sin auditoría ni rendición de cuentas. La situación actual es la ideal para Juan Guaidó y su séquito delincuencial del gobierno ficticio. Por otro lado, están los enchufados, esa secta de parásitos del estado venezolano que se enriquecen con la crisis económica, pescan en río revuelto y hacen los más jugosos negocios con el hambre del pueblo venezolano. Unos y otros son sólo dos caras de la misma moneda. Alacranes y Enchufados son socios en la necesidad de mantener al país en este limbo de una especie de realismo mágico trágico y sórdido, en el que nadie se mueve, nada se mueve, nada avanza ni retrocede, nada pasa mientras las sectas de alacranes y enchufados se enriquecen como nunca. Esta es la situación ideal para que los cleptócratas del entorno de Juan Guaidó y del entorno de Nicolás Maduro se enriquezcan como nunca mientras mantienen a raya al verdadero potencial industrial, económico, social y tecnológico del país.
Destrancar esta situación es dar un golpe mortal a la secta de alacranes y enchufados. Por un lado, los alacranes de Guaidó llevan dos años enriqueciéndose con las supuestas ayudas humanitarias que nunca llegan a los venezolanos, los bonos a los médicos, las promesas de alimentos, la contratación a mercenarios extranjeros, la compra de armas, los gastos de representación del gobierno ficticio, viajes, hoteles, comidas, están llevando una vida de ricos a expensas de la desgracia nacional y para ellos es la situación ideal. Por otro lado, los enchufados se enriquecen a partir de la misma situación, pero desde la otra cara de la moneda. Adquisición de alimentos en países totalmente ajenos a la realidad venezolana para las cajas de CLAP, la negociación del oro, petróleo, diésel, gasolina y otros derivados. El contrabando de alimentos y de bienes y servicios, así como las contrataciones para suministros médicos, son las fuentes de enriquecimiento ilícito de los enchufados. Ambos grupos convergen en diversos negocios turbios y ambos grupos viven de la desgracia de la industria nacional, de los verdaderos empresarios emprendedores venezolanos, de los verdaderos tecnólogos nacionales, de los médicos, de las clínicas, de los hospitales, de los comedores, de los verdaderos empresarios de supermercados, mercados, productores agrícolas, somos todos víctimas de enchufados y alacranes, mafiosos destructores de la patria, que parasitan la grave situación económica, política y social del país. Entre peor está el pueblo, la industria, las universidades, las clínicas, los hospitales, mayor es el margen de ganancia de enchufados y alacranes en sus asquerosos negocios con la desgracia nacional. Nadie se beneficia más de la situación actual que enchufados (mafiosos maduristas) y alacranes (mafiosos guaidoistas).
Los enchufados se molestan por la liberación de los políticos presos opositores porque lo consideran un paso peligroso en favor de la paz; pero los alacranes también se molestan precisamente por lo mismo. Todo movimiento que destranque el juego y dé fluidez a la situación hacia una normalización de la actividad económica donde los verdaderos empresarios, productores agrícolas, comerciantes honestos, emprendedores venezolanos patriotas, sean los verdaderos gestores de la economía nacional, todo lo que conduzca a esa normalización perjudica a los alacranes y enchufados. Estas dos sectas perversas de chupasangres del pueblo venezolano emplean la estrategia del resentimiento y odio irracional de los dos grupos políticos mayoritarios del país para mantener el caos actual en el que se han hecho inmensamente ricos. La labor patriótica es desenmascararlos y exhibirlos públicamente como lo que son, traidores a la patria y traficantes con el sufrimiento nacional. En muchos casos, como en el desfalco al sector eléctrico, el saqueo de PDVSA, la destrucción de la industria agroalimentaria, en todos esos sectores hay tanto enchufados como alacranes y en muchas oportunidades lo hemos denunciado. Ningún bando político está exento de culpas en la debacle nacional y el desmantelamiento actual de la república bolivariana de Venezuela. Estos grupos, manejan enormes sumas de dinero con las que son capaces de financiar sabotajes terroristas a todos los intentos de pacificación política del país y poder seguir saqueando al pueblo y chupando del sufrimiento del pueblo para hacerse ricos con la destrucción nacional.
El verdadero valor, la verdadera gallardía y templanza es aquella que persigue una salida democrática, pacifica y electoral para nuestro país, porque es lo más difícil es también lo más sostenible. Alacranes y enchufados pugnan por “soluciones” que solo buscan empeorar y empeorar la situación. Un país en caos, como lo es Venezuela, es presa fácil para el saqueo por parte de sectas criminales, cárteles mafiosos y cleptócratas como los que rodean a los señores Juan Guaidó (alacranes) y Nicolás Maduro (enchufados). Basta de eso, hay que darle un parado a estos delincuentes y la única forma es reconstituyendo el estado y restableciendo la economía física y real del país. Una economía productiva es el único antídoto contra los criminales organizados en mafias cleptocráticas como las que dominan hoy al país. Una economía productiva se sanea a su misma por medio del incremento progresivo de la productividad y eficiencia, centrifugando a todos aquellos que estorban al avance social y económico. Pero una economía destruida y vejada por alacranes y enchufados es la condición ideal para que oportunistas criminales puedan enriquecerse de la noche a la mañana por medio de contrataciones fraudulentas que destruyen a la industria nacional y enriquecen a banqueros parasitarios y traficantes del poder, tanto del entorno guaidoista como madurista. Los extremos políticos son la bandera propagandística asalariada de estos grupos mafiosos de intereses económicos.
Para una negociación por la paz hay que neutralizar políticamente a los grupos asalariados de las mafias de alacranes y enchufados que promueven agendas radicales que buscan eternizar el limbo social, económico y político con intereses financieros propios y contrarios al bienestar de la nación. Los grupos altamente ideologizados y casi religiosamente seguidores de un líder son presa fácil de la manipulación. En este sentido, la secta de seguidores ciegos de Guaidó es capaz de sacrificar la vida de miles de personas promoviendo la asfixia económica del país, que beneficia jugosamente a la mafia de alacranes pero que ese grupo sectario ve como una medida purista, radical y patriótica, por su altísimo nivel de ideologización (lavado de cerebro). Por otra parte, la secta radical de seguidores de Maduro es capaz de sacrificar la economía nacional y no dar ni un paso en favor de la paz con la finalidad de no ceder en su orgullo ante las presiones del otro grupo, pero esto en realidad beneficia económicamente a los traficantes de alimentos (enchufados) que traen comida de pésima calidad desde países lejanos cobrando un coste excesivo y enriqueciéndose de forma criminal, en lugar de que ese dinero se lo ganen los agroindustriales nacionales. Ambos grupos, alacranes y enchufados, juegan a la destrucción nacional que les enriquece fácilmente y rápidamente, usando como tontos útiles a sus radicales de grupo que son sectarios ideologizados al extremo, cuyo valor por la vida de la nación y del pueblo está muy por detrás de sus propias convicciones ideológicas, lo que viene a ser una enorme contradicción considerando que la política existe para servir a la gente y nunca debe ser la gente quien sirva a los intereses políticos, sino todo lo contrario.
Avancemos hacia la paz, participando en un proceso electoral que no quieren ni enchufados ni alacranes, que utilizan a las sectas extremistas de ambos bandos para promover la ideología de la “destrucción mutua garantizada”. Evitemos la destrucción nacional completa, buscando un camino de paz que nos ayude a recuperar la senda del desarrollo económico, industrial, tecnológico y social. Eso solo lo podemos lograr tendiendo puentes de acuerdo que reconozcan que en los radicalismos está el verdadero enemigo del país. En realidad, enchufados y alacranes sirven a un mismo interés geopolítico de desmantelamiento de la republica bolivariana de Venezuela por medio del cual intereses extranjeros puedan saquear los recursos minerales del país empleando como mayordomos a los enchufados y alacranes y como aparato de propaganda a los extremistas ideologizados del extremo izquierdo y del extremo derecho que, como en toda la historia del siglo XX, han servido siempre a los intereses de la élite sinarquista globalista de nuestro mundo. Pero es hora de poner freno a estas pretensiones y recuperar nuestra tierra, nuestra patria, nuestro estado y nuestro país. Solo por medio de la paz y la conciliación es posible lograrlo.