Aunque la negociación con el régimen es un tema tabú en Nicaragua, este catedrático exiliado en Alemania cree que “la oposición debe prepararse para buscar una salida negociada porque las alternativas son terribles”
Ernesto Medina era rector de la Universidad Americana (UAM) cuando participó, desde el lado opositor, en las negociones con el régimen de Daniel Ortega en los días que Nicaragua se encontraba sacudida por multitudinarias protestas en 2018. Ortega, como “viejo zorro” de la política, aprovechó esas conversaciones para agarrar un segundo aire, en el momento en que su régimen se tambaleaba, y, lejos de cumplir lo acordado en la mesa de negociaciones, arremetió con violencia armada y sangrienta para retomar el control del país. Desde ese momento, la negociación con el régimen quedó siendo un tabú entre la oposición nicaragüense, al igual que las alianzas con el gran capital o el Ejército, dice Medina.
En esta entrevista, el catedrático, opositor y exiliado en Alemania aclara que habla a título personal. Analiza las posibles soluciones a la crisis nicaragüense y considera que el mejor escenario pasará por una negociación con el régimen, en donde lo que dará cada quien dependerá de la correlación de fuerzas que se pueda establecer. Optimista, dice que la oposición en Nicaragua está avanzando en esa búsqueda de una correlación de fuerzas que obligue a Ortega a negociar.
-¿En qué momento de la crisis está Nicaragua en este momento?
-La primera impresión es que el régimen se ha consolidado en su plan de reprimir y acallar las voces críticas en el país y de mantener el control mediante la amenaza de sus fuerzas militares y paramilitares. No hay rastro de una oposición visible en el país, aunque sabemos que la situación de descontento y de rechazo al rumbo que sigue el país es bien grande y está ahí, subyacente, debajo de una superficie de aparente calma. Por otro lado, y el 19 de julio se puso en evidencia, Ortega es un dictador solitario. El hecho de que solo haya llegado como invitado el primer ministro de San Vicente y Granadinas ilustra la soledad en que se encuentra. Nadie de izquierdas se siente cómodo con Daniel Ortega. Y las relaciones con China y Rusia, que pueden tenerlo un poco engallotado, son relaciones de conveniencia que no creo le traigan mucho provecho a corto o mediano plazo.
-Hace cuatro años se pensaba igual: que el régimen de Daniel Ortega, así, sostenido por las armas, no podía durar mucho, pero ahí está.
-Hay una gran diferencia. Aquel momento era de gran debilidad por el gran movimiento de masas que estaba enfrentando, pero era un movimiento de masas sin coherencia, sin dirección y no había un plan de derrocar a Ortega. Si lo hubiese habido, lo más probable es que Ortega no hubiese sobrevivido a la crisis. Después de esa experiencia, logró identificar cuáles eran para él los sectores más problemáticos, los estudiantes, las universidades, algunos movimientos sociales, y con esos se ha ensañado. La diferencia ahora es que la oposición, que ha cometido muchos errores, está terminando de entender los errores que se han cometido y la necesidad de tomar más en serio los esfuerzos de conversación en búsqueda de conformar una organización mas coherente, más solida y con una propuesta más clara. Vamos a tener una oposición más estructurada que pueda interactuar y conversar con la comunidad internacional que no acepta la situación que hay en Nicaragua, y poder crear un frente común que ponga a Ortega en una situación que lo obligue a tomar decisiones que ahorita él no ve posibles. Como todo hace indicar, la crisis económica mundial, a un país como Nicaragua, lo va a poner en una situación muy complicada y ahí es donde la oposición debe estar lista para presentar una alternativa cuando quede planteada la necesidad de una salida.
Vamos a tener una oposición más estructurada que pueda conversar con la comunidad internacional y crear un frente común que ponga a Ortega en una situación que lo obligue a tomar decisiones que ahorita él no ve posibles
-¿Hay oposición en Nicaragua?
-Hay. Hay grupos que están en Nicaragua, obviamente muy limitados en sus capacidades de hacerse ver y sentir, pero están hoy con el mismo espíritu que tenían en abril y mayo de 2018 y reúnen el potencial suficiente para ir estructurando una oposición más articulada. Tampoco es que la oposición está en un lecho de rosas. Todo depende de la capacidad que tenga Ortega de leer la situación y de la capacidad de la oposición también para moverse, actuar, y crear alianzas que hasta ahora no existen.
-Uno de los grandes reclamos que se les hizo a los opositores es que nunca lograron unirse. ¿Están más unidos ahora o están en los mismos pleitos de siempre?
-Hace unos meses hubo un proceso donde se habló con todos los grupos. Uno de los temas de la discusión es ¿por qué no nos unimos? Y ahí aparecían esos factores: caudillismo, el amiguismo, y todos los “ismos” que te podás imaginar. ¿Pero hay cosas que nos unen? Sí, aquí está la lista. Muchas cosas de peso nos unen, pero hasta ahora han estado detrás de las que nos desunen. La decisión es seguir acercándonos, hablando, identificar a aquellos grupos que no están dispuestos a unirse. Olvidémonos que vamos a conformar una organización en la que estemos todos. No hablemos de unidad, hablemos de concertación, de alianzas.
-¿Hay grupos infiltrados? O sea, personas que desde posiciones opositoras trabajan para el régimen.
-Definitivamente que sí. Hay grupos que, no lo puedo afirmar porque no tengo evidencia, pero cuando uno los escucha y los ve actuar, uno ve claramente que responden a un plan de mantener a la oposición fragmentada, crear divisiones. Los más destacados de esos grupos se han desactivado.
-¿Ha habido acercamientos con sandinistas que están inconformes con el régimen y que hasta hace poco lo defendían? Caso Chino Enoc, por ejemplo.
-Sí, ha habido. Existe la convicción que hay sectores del sandinismo que están inquietos y creo están listos para empezar a hablar en serio, pero también están esperando que la gente que se les acerque sea gente en la que ellos puedan confiar. El discurso que había de la oposición es que ellos son cómplices, que son parte del problema, y que no había nada que hablar con ellos, y tenían la razón en ser muy cautelosos. Pero en las alianzas que deben trabajarse en esta nueva etapa estamos convencidos que hay sectores del Frente (Sandinista) que no aceptan la situación actual.
-Algunos han hablado de la posibilidad de una implosión como posible detonante de un cambio.
-Yo creo que sigue siendo una alternativa que hay que trabajarla. Espontáneamente no creo que suceda. Ahorita no veo condiciones. Hay muchos intereses económicos, políticos, en grupos que tienen un peso dentro del Frente que difícilmente van a dar el paso, pero no lo descarto.
-¿Y el Ejército? ¿Puede ser factor de cambio?
-Se habla muy poco, para serte sincero. Se sigue pensando que el Ejército está totalmente comprometido con el régimen. Pero hay sectores, y yo me incluiría en esos, que creemos que hay inconformidades y no se van a ir de boca si no ven que hay una alternativa seria que no los vaya a dejar colgados de la brocha.
-La pregunta del millón: ¿la solución está en el corto, mediano o largo plazo?
-No creo que sea de corto plazo. Algunos actores importantes a nivel internacional ven esto como un proceso a mediano plazo. También dentro de los grupos opositores estamos en proceso de planificación, organización, que son procesos también de mediano plazo. Puede ocurrir una explosión, pero no sería una solución real. La solución que pareciera la ideal va a tomar un tiempo.
-¿En las conversaciones que ustedes tienen con personeros internacionales hay alguna duda de que Daniel Ortega sea un dictador?
-En los gobiernos ninguna duda. Hay grupos, que son minúsculos, de una izquierda retrógrada, que todavía creen en Ortega.
-¿Una negociación con el régimen es una posibilidad?
-Yo digo que sí. Hay temas que para la oposición son tabúes. Una de ellas es si el sector privado es un posible aliado, otro el Ejército como posible aliado, y lo mismo con el diálogo y la negociación. ¿Entonces cuál es la salida? Con la situación de los presos políticos, ¿cómo van a salir esa gente? ¿Con una campaña como la que estamos haciendo ahora? ¿Alguien cree que así vamos a sacarlos? La salida de los presos políticos pareciera que va a pasar por una negociación y Ortega por eso los tiene ahí, en esas condiciones. Los quiere cambiar por algo. Ahorita tal vez no ve que tenga necesidad de nada para intercambiarlos, pero si llega el momento en que el sienta que algo lo está poniendo en aprietos, ahí están los presos para negociar. Aunque no nos guste, ese es un problema que solo se va a resolver mediante una negociación. ¿A cambio de qué? Eso está por verse.
La salida de los presos políticos pareciera que va a pasar por una negociación y Ortega por eso los tiene ahí. Los quiere cambiar por algo.
-¿Qué puede dar la oposición?
-Lo que estemos dispuestos a dar o negociar va a estar en correlación con la fuerza que se tenga. Si él se sienta a negociar con una oposición fuerte, que ha logrado aglutinar a sectores claves del país, eso lo va a obligar a ceder en cosas que probablemente no piensa ahora y lo va a hacer ver que no va a tener todo lo que él quisiera y, si seguimos como estamos, el precio que va a pagar más tarde será mayor. Pero no hemos llegado a ese punto aún. Creo sí que la oposición debería prepararse para buscar una salida negociada porque las alternativas son terribles. Si no es por una negociación, ¿cuál es la solución? ¿Una explosión descontrolada?
-¿Cuáles son los escenarios que se vislumbran?
-Un estallido social. Otro es una implosión, que puede ser de sectores más o menos potables que Ortega y Murillo. El escenario ideal es que nosotros, la oposición, logremos ese desenlace, y la única forma es haciendo cambiar claramente la correlación de fuerzas, teniendo una propuesta que entusiasme a la gente.