El diagnóstico prematuro de cualquier tipo de cáncer es una de las mejores maneras para evitar que un paciente padezca complicaciones de gravedad en el futuro. La detección puede variar dependiendo de la locación y del tipo de la enfermedad. Sin embargo, a menudo, suelen pasar desapercibidos ciertos síntomas leves, sin saber que son el indicio de una complicación cancerígena o, en su defecto, porque se trata de una persona asintomática hasta etapas muy avanzadas.
Las señales que podrían alertar a una persona y que, en la mayoría de los casos, se incrementa en horas de la noche, cuando el cuerpo está en reposo y baja su temperatura, son la sudoración y los calores nocturnos.
No obstante, estos dos síntomas son ignorados porque, en muchas ocasiones, se confunde la baja temperatura con el clima al que está expuesta la persona, los efectos del ejercicio, cambios hormonales o la ansiedad y el estrés.
Por lo anterior, es importante estar atento a las situaciones que provoca la sudoración como la fiebre, una respuesta del cuerpo ante las enfermedades, aunque cuando una persona ha sido detectada con cáncer, “también puede ser causada por fiebre, por el tumor o durante el tratamiento contra el cáncer”, según reseñó El Tiempo.
Otro de los síntomas adicionales que puede presentar una persona ante la existencia de un cáncer o tumor maligno son: fatiga, inapetencia, malestar general, pérdida de peso inexplicable, dolor, hemorragias y bultos inusuales, precisó en un artículo la entidad de salud Sanitas.
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