Una científica argentina encabeza la investigación de una prueba casera y de bajo costo para detectar el virus del papiloma humano. En qué consiste y cuándo podrá ser utilizado
Llegará un tiempo, no muy lejano, en que el Papanicolau (PAP), imprescindible en la prevención del cáncer de cuello de útero, será reemplazado. Un desarrollo tecnológico argentino, encabezado por la joven científica Daniela Castillo, aparece en el horizonte como una prueba capaz de sustituir al tradicional examen de citología vaginal por uno de mayor eficacia y bajo costo, que podrá realizarse de modo simple en el hogar por la propia mujer y arrojará un resultado rápido a la manera de un test de embarazo.
El cáncer cervicouterino es causado por el virus del papiloma humano (HPV por sus siglas en inglés) y es de fácil prevención, ya que la ciencia cuenta con diagnósticos eficaces y una vacuna que previene la infección capaz de derivar en la enfermedad.
Aún así, en Argentina es el tercer cáncer más diagnosticado entre las mujeres y el cuarto más mortal. Según datos del Sistema de Vigilancia Epidemiológica y Reporte del Instituto Nacional del Cáncer, cada año se detectan unos 4.500 nuevos casos. Se calcula que algo más de 2.000 mujeres mueren en ese período a causa de la enfermedad. A nivel mundial, afecta a unas 500 mil mujeres cada año y causa la muerte de aproximadamente 270 mil, de acuerdo con información de la Organización Mundial de la Salud.
Se trata de un cáncer que es posible detectar en forma precoz ya que, desde que el virus se presenta en el organismo, pasarán entre 10 y 15 años hasta que se desarrolle. Por eso es que ataca especialmente a mujeres de escasos recursos socioeconómicos, que tienen poco acceso a la salud y, muchas veces, cuando llegan a los análisis de tamizaje, como el Papanicolau, ya es tarde para iniciar un tratamiento eficaz. Según estimaciones de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC, por sus siglas en inglés), con los procedimientos científicos existentes, 9 de cada 10 casos podrían prevenirse.
Como parte de la prevención, además de los estudios que detectan cambios en las células, existe una vacuna contra el virus del papiloma humano que permite disminuir la incidencia y mortalidad del cáncer cervicouterino y también otras enfermedades asociada con el virus, como las verrugas genitales. En Argentina desde 2011 forma parte del plan de vacunación obligatorio para las niñas de 11 años. En 2017 fueron incorporados los varones de esa edad. Para los otros grupos es posible recibirla en un efector privado de salud, tras una evaluación médica. El inoculante consiste en dos dosis con una ventana de 6 meses entre cada una.
Los sectores menos favorecidos serían los primeros en beneficiarse del desarrollo de un test casero para detectar el HPV, que se lleva adelante en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIBIO-CONICET) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
La iniciativa es liderada por Castillo, joven doctora en Biología Molecular, de 35 años, que fuera galardonada a mediados de agosto con el Premio Merck-CONICET de innovación en ciencias de la salud. Para esta primera edición del premio se presentaron 88 proyectos con base científica y/o tecnológica, de los que fueron seleccionados 10 como finalistas, entre lo cuales el jurado se decantó por el novedoso test de HPV.
En diálogo con Infobae, la investigadora asistente del CONICET en el IIBIO, explicó que el desarrollo en el que se encuentra trabajando consiste en “una tira reactiva, como un test de embarazo casero”, que incluirá un cepillo similar al utilizado en los PAP y un tubo de ensayo con el componente químico que permitirá el lisado de las células.
Con el “cepillo se toma muestras de las células del cuello del útero”, luego se sumerge en un tubo que forma parte del kit, que contiene un compuesto químico donde se dejará un momento para que se “lisen las células”, es decir que se produzca la ruptura de la membrana celular. Después se introduce durante unos minutos la “tira reactiva inmunocromatográfica” en el tubo donde se encuentra el “lisado” y así “se obtiene el resultado”, explicó.
“Lo que va a determinar el test es la presencia de una proteína del virus del papiloma humano, que es marcador de progresión carcinogénica. Cuando ya está presente es que la paciente va camino a la carcinogénesis, con lo cual, si se detecta a tiempo” se podrá realizar un tratamiento exitoso que evitará que derive en un cáncer, indicó.
La tira reactiva será similar a la del test de embarazo, con una “línea de control que demuestra que el test está funcionando bien y la otra, si se torna de color rosa, es que el test dio positivo”, dijo.
“La idea del test es que no sea necesario que la toma sea realizada por un médico, sino que lo podría realizar la mujer en su hogar”, subrayó.
Se trata de un test molecular que usará una tecnología ya conocida. “Los que hay disponibles en el mercado utilizan una técnica de PCR. Se hace lo mismo, con un cepillo se toma la muestra de las células” y se analiza en laboratorio, precisó Castillo. Esa pruebas de diagnóstico cuya sigla en inglés significa Reacción en Cadena de Polimerasa, permite detectar un fragmento de material genético de un patógeno. La misma tecnología de los que se han hecho ampliamente conocidos por ser los más utilizados para detectar el COVID-19.
Castillo, al explicar lo novedoso del desarrollo que encabeza, precisó: “Nosotros lo que queremos es prescindir de todo lo que es el procesamiento dentro de un laboratorio y la necesidad de equipamiento que eso requiere. Este tipo de dispositivo que proponemos está inserto dentro de las tecnologías que se llaman Point of care”, que es un tipo de test usados para una amplia gama de diagnósticos cuyos resultados están disponibles rápidamente, en la mayoría de los casos, en apenas minutos.
Por tratarse de una prueba molecular “es mucho más sensible que el PAP y tiene una tasa menor de falsos negativos”, lo que permite que, a diferencia del PAP, que se debe hacer una vez por año, este tipo de test moleculares permiten prolongar el intervalo entre tamizajes cada tres años”.
El trabajo de investigación se encuentra en las “fases iniciales del desarrollo”, dijo Castillo, pero estimó que obtendrá “el prototipo en un plazo no mayor a los dos años”. Luego deberá ser validado por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) lo que “puede demorar un año”, dijo. Por lo tanto, calculó, no antes de “2024, si todo sale bien, podría llegar a estar en el mercado”, consideró.
El proyecto, agregó, es que se introduzca el uso de la prueba en forma gradual, “que al principio los médicos realicen este tipo de test en paralelo al PAP en el consultorio y que después, cuando vaya ganando reputación como método de referencia dentro de la comunidad médica pueda ser utlizado por la mujer en su propio hogar”.
“Para esto se requiere que haya un contexto de fortalecimiento de todo lo que es la red sanitaria para un correcto seguimiento de aquellas mujeres con resultado positivo”, dijo, ya que muchas veces por falta de recursos socioculturales y económicos “tal vez después no van al médico” para iniciar un tratamiento.
Además de prescindir del laboratorio para determinar un resultado, el HPV test está previsto que sea de bajo costo. “Estamos apuntando a que sea rápido a nivel de obtención de resultados, que sea de bajo costo, que va entre 7 y 10 veces menor que los test moleculares que hay actualmente” y que la mujer “pueda acceder a practicarlo en la comodidad de su hogar”, aseguró.
El costo estimado en el mercado para su lanzamiento, dijo la especialista, sería de 10 dólares cuando, “los kits disponibles en el mercado, que son importados, rondan los 100 dólares”, además de tener “costos asociados a la parte operativa” en el laboratorio, dijo.
Como el cáncer de cuello de útero afecta “sobre todo a las mujeres de bajos recursos”, el kit que está desarrollando “lo que permitiría es reducir el impacto socioeconómico, no sólo a nivel del entorno familiar de las mujeres con diagnóstico positivo, porque va a mejorar su calidad de vida, sino también a nivel de ahorro de la salud pública de nuestro país, en todo lo que son los gastos que insumen los tratamientos de cáncer cervical”, resumió.
El HPV es un virus de fácil transmisión a través del contacto sexual. Se trata de un agente infeccioso muy común. Según datos oficiales de Argentina, se estima que 4 de cada 5 personas van a contraer uno o varios de los tipos de HPV en algún momento de sus vidas. Si bien el organismo de la mayoría de las mujeres es capaz de combatir la infección, en algunas ocasiones, el virus conduce a que se desarrolle un cáncer.
Ese patógeno puede transformarse en mortal para un número importante de mujeres, pero también lo pueden contraer y transmitir los varones. Las consecuencias para su salud suelen ser de menor gravedad, a pesar de lo cual existe una serie de cánceres que también pueden afectarlos.
Existen alrededor de 100 tipos de HPV, de los cuales 40 afectan la zona genital y anal. Los científicos los clasifican en dos grandes grupos: los HPV denominados “de bajo riesgo oncogénico”, que generalmente se asocian con lesiones benignas, como verrugas y lesiones de bajo grado en la zona genital, y los HPV “de alto riesgo oncogénico”. Estos son 13, y los más comunes son los conocidos con los número 16 y 18. Una infección persistente por estos tipos virales pueden evolucionar hacia un cáncer, el más frecuente de los cuales, como se ha dicho, es el de cuello de útero. Pero también es posible que conduzca hacia otros tipos de cánceres como el de ano, pene, vagina, vulva y orofaríngeos.
“Con nuestro kit lo que pretendemos cubrir es el espectro del 85% de tipos de HPV de mayor prevalencia en nuestro país y en el resto de Latinoamérica”, entre ellos el 16 y el 18, afirmó Castillo.
Castillo, junto a la becaria post doctoral Julieta Roldán, avanzará con la investigación con los fondos de 2 millones de pesos otorgados por el premio recibido, con el objetivo de obtener del prototipo del HPV test.
“Es un gran incentivo para impulsar nuestro proyecto y obviamente todo el financiamiento lo vamos a utilizar para todo lo que es la fase I+D, llevar adelante nuestra investigación y obtener nuestro prototipo tan deseado”, dijo al recibir el premio.
El galardón de la Primera Edición del Premio Merck-CONICET de innovación en Ciencias de la Salud fue otorgado a Castillo el pasado 18 de agosto por el ministro de Ciencia y Tecnología Roberto Salvarezza; la presidenta del CONICET, Ana Franchi; la directora general de Merck Argentina, María Sol Quibel; y el embajador de Alemania en Argentina, Ulrich Sante.