La guerra de Ucrania y la crisis de Taiwán han empujado a Japón a replantearse su limitada estrategia nacional de Defensa, para la que el Gobierno prepara un presupuesto récord que se desvelará este miércoles y que incluirá nuevas capacidades militares.
«El reconocimiento público de la grave situación de seguridad que rodea a Japón ya venía avanzando, pero con la invasión rusa de Ucrania y la crisis de Taiwán se ha acelerado esta tendencia», dice a Efe Ken Jimbo, profesor de la Universidad Keio especializado en seguridad y política exterior.
Japón se dispone ahora a dotarse de su mayor presupuesto de Defensa hasta la fecha, que podría financiar por primera vez drones de combate y misiles hipersónicos y de largo alcance, entre otras nuevas armas que permitirían al país asiático disponer de más poder de disuasión y de ejecutar contraataques.
Los desafíos se multiplican
Por si fuera poco con la amenaza creciente de Corea del Norte, que en lo que va de año ha lanzado una veintena de proyectiles y parece estar preparada para realizar un test nuclear en cualquier momento, a Japón se le ha complicado el panorama con otros dos países vecinos con los que además mantiene disputas territoriales.
Tras años de acercamiento a Moscú, Tokio se sumó a las sanciones internacionales contra Rusia en respuesta a la invasión de Ucrania, lo que le ha valido las amenazas del Kremlin, el abandono de las negociaciones para firmar el tratado de paz que ambos países tienen pendiente desde 1945 y maniobras militares crecientes conjuntas ruso-chinas cerca de sus costas.
La crisis de Taiwán de principios de mes también provocó que misiles chinos cayeran por primera vez en aguas económicas exclusivas de Japón, próximas a los territorios más suroccidentales del archipiélago nipón, en un recordatorio de que lo que podría ser la primera línea de combate para el archipiélago en caso de conflicto en Formosa.
«La situación cada vez más volátil (en el estrecho) significa que el tiempo se está acabando para Japón para prepararse para una crisis total», señala el diario nipón Nikkei en un reciente artículo de opinión titulado «Japón no está listo para una emergencia en Taiwán».
El texto subraya que Japón «no ha afrontado ninguna crisis de seguridad desde la II Guerra Mundial y apenas cuenta con estructuras» para responder a ese escenario.
Más armas y alianzas
En este contexto, el Gobierno que lidera Fumio Kishida prepara un presupuesto base de Defensa para el próximo año fiscal de unos 5,5 billones de yenes (39.700 millones de euros) que incluirá gastos para reforzar las capacidades militares por tierra, mar y aire, según han adelantado los medios locales.
Esta cantidad se sitúa en torno al 1 % del producto interior bruto de Japón, aunque una serie de gastos no especificados y destinados a armamento de relieve podrían acercar la cifra final al 2 %, el nivel de gasto de los países de la OTAN.
Entre el nuevo equipamiento presupuestado hay escudos antimisiles adicionales para reforzar las capacidades defensivas, pero también nuevos sistemas de proyectiles, incluidos misiles de largo alcance, que permitirían dotar al país de «capacidades de contraataque» contra centros de comando y control del enemigo y ampliar así su poder de disuasión.
Pero ese concepto ha generado debate en Japón debido a que podría interpretarse como la posibilidad de ejecutar ataques preventivos, algo que vulneraría la actual Constitución nipona, que limita las capacidades militares a las acciones defensivas (las Carta Magna establece que el país puede contar con Fuerzas de Autodefensa, pero no con un Ejército).
La propia Constitución podría ser objeto de un proyecto de modificación que anhela desde hace tiempo el partido gobernante, aunque para el antes citado experto, esto no es una prioridad a corto plazo para Kishida.
Lo que sí urge a Japón, además de rearmarse, es reforzar sus alianzas con Estados Unidos, su principal aliado, y con la Unión Europea y la OTAN, a los que se ha acercado más a raíz de la guerra de Ucrania, señala Jimbo.
«Para tener a los europeos de su lado en una potencial crisis en Asia, Japón se compromete recíprocamente a la defensa en Europa», señala el académico sobre la posición nipona ante la invasión rusa y la histórica participación de Kishida en la cumbre de la OTAN de Madrid.
Jimbo también ve «probable» una «actualización» de las consultas entre Washington y Tokio sobre armamento nuclear, para clarificar hasta qué punto el despliegue militar estadounidense en el archipiélago nipón garantizaría la disuasión ante los desarrollos armamentísticos atómicos de Pekín y Pionyang.
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