Un 23 de enero del año 2019, Juan Guaidó, que en aquel momento era mucho menos conocido, juró en una masiva manifestación en Caracas, como presidente interino de Venezuela. Un hecho que quedó marcado en la historia del país caribeño. Hoy, casi tres años después, se sigue considerando presidente “hasta conseguir elecciones presidenciales libres y justas”.
Guaidó, un joven político que puso a temblar al régimen de Nicolás Maduro, llegó a tener una aceptación en el 2019 del casi 70%. Hoy se encuentra con solo en el 16%. Su visión y misión es sacar a Nicolás Maduro del poder y asegura que “la libertad no es un tema de popularidad”. No ha sido fácil cargar con la imagen de un presidente interino reconocido por más de sesenta países, al mismo tiempo que la oposición se encuentra dividida, el Gobierno de Maduro se aferra a la silla presidencial en Miraflores y se vive una crisis humanitaria compleja que no parece tener freno.
P: ¿Cómo ha evaluado su propia gestión hasta el momento?
R: Con tareas pendientes. Maduro sigue usurpando funciones en Miraflores lamentablemente, tanto para los venezolanos como para toda la región. Es un impacto de sufrimiento de mis compatriotas, de nuestra gente, del sufrimiento de familias, de millones que están refugiados en otros países, pero también el amparo del narcotráfico, del terrorismo y vinculación directa con delitos de lesa humanidad. Así que, para mi, mas allá del riesgo, del sacrificio que ha implicado mi rol, ejercer nuestra Constitución, innovar los mecanismos de lucha asumiendo la Constitución para enfrentar a una dictadura, hay una tarea pendiente evidentemente: lograr una elección presidencial libre y justa en Venezuela, muy distante a lo que sucedió el 21 de noviembre, que ratifica lo que sabemos, que Maduro es un dictador. Pero hay que ser autocritico, evidentemente Maduro continua ahí y hay cosas que aprender, que corregir y debemos mirar al futuro inmediato para atender la crisis.
P: ¿Cuál sería esa autocritica?
R: Por un lado, fortalecer la unidad es una tarea constante, por ejemplo. A pesar de que se dice que Maduro continua ahí porque no hay unidad, eso no es tan cierto. En el 2008 tuvimos elecciones primarias de un solo candidato. Aprendimos y fuimos con una sola candidatura en el 2015. Logramos unidad y no dispersar votos con las 2/3 partes del parlamento nacional. Fuimos a un referéndum revocatorio que nos robaron lamentablemente y fuimos a las calles y protestamos de manera pacifica. Ejercimos nuestra Constitución en el 2019 y no convalidamos un fraude en el 2018. Todo eso lo hicimos en unidad. Ahora, hay que mejorarla, hay que perfeccionarla, hay que estar constantemente evolucionando en ese sentido, porque también cometimos errores como el pasado 21 de noviembre: lo que pasó en el estado Miranda, que se eliminaron unos candidatos. Yo creo que hay cosas inmediatas que tenemos que retomar como esas buenas practicas que nos llevaron a construir una mayoría, a desafiar a la dictadura y a enfrentar a este régimen.
P: ¿Qué falta para que la oposición se engrane en su totalidad? ¿Por qué hay una clara división y ruptura?
R: Yo quiero diferenciar, por ejemplo, lo que representa Alianza Democrática, que es son partidos secuestrados por la dictadura y la mayoría de ellos, por cierto, financiados directamente por el régimen. En el caso de Alex Saab, por ejemplo, que un grupo de diputados trató de blanquear su imagen en Europa, sancionados además por la Unión Europea y por los Estados Unidos por esa acción. Por otro lado, están las opiniones de personas como de María Corina, de Capriles, de Antonio Ledezma, de Diego Arria, etc. Son dos cosas muy distintas. La alternativa democrática en Venezuela solo es una, que ha tenido sus errores y aciertos también en el pasado. La tarea pendiente e inmediata es reunificar esas fuerzas que se enfrentan claramente a la dictadura y poder fijar el objetivo.
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