En estos tiempos de incertidumbre, es fundamental recordar que hay cosas que no podemos cambiar. La vida se pone difícil, sí, no voy a mentirles. Vendrán vientos fuertes y el clima dolerá a veces. Debemos tener claro que, solos, no podemos cambiar ciertas cosas. Sin embargo, debemos abrazar los principios de la psicología positiva, que nos enseña a enfocarnos en nuestras fortalezas y a cultivar una mentalidad resiliente.
La vida, queridos amigos, se parece mucho a un partido de tenis. Cada punto cuenta, y cada golpe puede ser un desafío o una oportunidad. Como en el tenis, la vida nos presenta momentos de gloria y de adversidad. A veces estamos en la cima, ganando un set con facilidad, y otras veces luchamos en un tie-break, sintiendo la presión en cada movimiento. La resiliencia, esa capacidad de recuperarnos y adaptarnos frente a la adversidad, es uno de nuestros mayores dones. Como dijo Viktor Frankl, un sobreviviente del Holocausto y renombrado psicólogo: “Cuando no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos.”
Permítanme compartir la historia de Arthur Ashe, un legendario tenista que superó innumerables adversidades para alcanzar el éxito. Ashe no solo fue el primer afroamericano en ganar títulos importantes como Wimbledon, el US Open y el Australian Open, sino que también enfrentó y superó retos personales fuera de la cancha. Una vez dijo: “El verdadero heroísmo es sobresalir en la vida tal como la has recibido; no intentar cambiar el orden del universo, sino hacer lo mejor con lo que tienes.” Su historia nos enseña que, al igual que en el tenis, la clave está en jugar con el corazón y nunca rendirse, sin importar cuán difíciles sean las circunstancias.
En momentos difíciles, es crucial encontrar significado y propósito en nuestras experiencias. La psicología positiva nos invita a centrarnos en lo que podemos controlar: nuestras actitudes, nuestras decisiones y nuestra capacidad de encontrar la alegría en las pequeñas cosas. Recuerden que cada obstáculo es una oportunidad para crecer y aprender. Las cicatrices que acumulamos no son signos de debilidad, sino de fortaleza y superación.
Nuestro amado Venezuela ha enfrentado tiempos difíciles, pero también ha demostrado una y otra vez su capacidad para resurgir de las cenizas. Somos un pueblo valiente, lleno de esperanza y espíritu indomable. La vida es un viaje, y aunque el camino esté lleno de baches, debemos disfrutar cada paso, cada lucha, cada victoria.
Al final de este viaje, cuando miremos por el retrovisor, quiero que podamos decir: “No te debo nada, vida. Gracias por hacerme tan fuerte y feliz. Hasta el final.” Porque la verdadera fuerza reside en no rendirse, en levantarse una y otra vez, en encontrar la felicidad en medio de las adversidades. La vida nos enseña que, al cultivar gratitud, optimismo y relaciones significativas, podemos florecer incluso en los momentos más oscuros.
Mantengamos la esperanza viva, apoyémonos unos a otros y recordemos que, juntos, somos más fuertes. Que esta reflexión nos guíe hacia un futuro lleno de paz, prosperidad y amor. Sigamos adelante con el espíritu de nuestra Venezuela , sabiendo que cada día es una nueva oportunidad para ser mejores y más felices.
Y recordemos siempre, como en el tenis, que no importa cuántos partidos ganemos o perdamos; lo que realmente importa es la pasión con la que jugamos y la perseverancia con la que enfrentamos cada punto. Así, cuando lleguemos al final del partido de la vida, podamos decir con orgullo: “Jugué con el corazón y dejé todo en la cancha.”
Con todo mi cariño y mis mejores deseos,
Vamos por Mas…
@jgerbasi