El índice IMACEC de actividad económica mensual acumuló una fuerte caída desde marzo de 2022, y el país ya entró oficialmente en una recesión. La economía chilena enfrenta una fuerte retracción de la inversión en respuesta a las reformas lanzadas por el Presidente socialista.
El escenario macroeconómico de Chile es el menos optimista desde la década de 1980. El Banco Central confirmó que el índice IMACEC de actividad económica mensual cayó un 0,8% en el mes de noviembre de 2022, y se desplomó un 2% desde que Gabriel Boric se hizo cargo del Gobierno. El rebote económico por la reapertura post-pandemia se ve completamente agotado.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la economía chilena retrocederá hasta un 1% en 2023, el peor resultado desde la crisis financiera de 2008 y la pandemia de 2020. Si se cumple el pronóstico del Fondo, Chile se convertirá en el único país latinoamericano que permanecerá en recesión este año, sólo a la par del nulo crecimiento esperado para Argentina.
La tendencia recesiva responde a varios factores. Por una parte los exógenos, vinculados al derrumbe del precio del cobre (la principal exportación de Chile) y las expectativas por un mayor endurecimiento de la política monetaria en respuesta a la persistente inflación. Pero por otra parte, las iniciativas de Gabriel Boric condicionan severamente el escenario económico.
A pesar de llevar solamente 10 meses en el poder, el Presidente socialista lanzó reformas que atentan contra los principales motores del “modelo” de crecimiento que Chile implementó desde la década de 1980, siendo la más significativa la reforma previsional.
La retracción de la inversión privada es actualmente el principal factor conducente a la recesión en la economía de Chile. El sistema previsional chileno administra un caudal de fondos equivalente al 70% del PBI, generando así un mercado de capitales doméstico que alimenta el crédito inmobiliario, el crédito empresarial, el ahorro y el consumo.
Pero la reforma previsional de Boric penaliza los incentivos para la acumulación de fondos en el país, lo cual promete disminuir considerablemente los recursos disponibles para el crédito a empresas y familias chilenas.
El Gobierno atenta directamente contra el principal factor explicativo del crédito doméstico del país. Si Chile perdiera la posibilidad de recurrir a grandes fondos en moneda local para endeudarse, sufriría el mismo problema que Argentina y la única alternativa factible sería el endeudamiento externo (mucho más caro y más inestable para países emergentes).
En segundo término, la reforma impositiva del presidente Boric también significa un freno a la inversión empresarial. Se determina el aumento de la mayor parte de las escalas del impuesto a las Ganancias, se lanza el Impuesto al Patrimonio (similar a Bienes Personales en Argentina), y se incrementan las regalías para la actividad minera (el sector más dinámico del país).
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