La diferencia entre la tasa de cambio oficial y el precio del dólar en los mercados paralelos en Venezuela se acentúa. Esta “gran brecha”, considerada la más alta este año, crea “distorsiones” en la economía a pocas semanas de la época festiva navideña, afirman expertos.
Por vozdeamerica.com
El control cambiario ha estado vigente en Venezuela desde 2003 hasta la fecha, durante los gobiernos socialistas de Hugo Chávez y luego bajo los mandatos de Nicolás Maduro, en medio de fenómenos como una alta inflación y hasta 3 reconversiones monetarias.
Tras 9 meses de relativa moderación y estabilidad, el mercado de divisas en el país comenzó a experimentar sobresaltos a finales de septiembre, hasta tener una diferencia de precios cercana al 25 % entre el llamado dólar oficial (41 bolívares por unidad) y el paralelo, que este lunes cerró de nuevo rozando los 50 bolívares por cada dólar estadounidense.
Gustavo Machado, economista y docente universitario venezolano, precisa que la tasa de cambio oficial ha aumentado a un ritmo semanal de 1 bolívar por dólar, esencialmente por la insuficiencia de divisas para satisfacer a los agentes económicos del país y el aumento del gasto público para pagar bonificaciones de fin de año.
Sin embargo, los millones de pensionados y trabajadores del sector público, entre ellos maestros, médicos, enfermeros y profesores universitarios, no son parte del sector con excedentes en bolívares para “incrementar la demanda de divisas” en el país, acota.
Esos bolívares terminan “bajo el control de agentes económicos con capacidad” para acumularlos y dirigirlos al mercado cambiario, ocasionando el alza del precio de las divisas en ambos mercados, el oficial y el paralelo, ante la falta de oferta de dólares, explica.
Distorsiones del mercado
Esa coyuntura cambiaria se traduce no sólo en el aumento de los precios en Venezuela, sino en anomalías muy particulares en el comercio y la administración del presupuesto familiar, explican los analistas consultados por la Voz de América.
Las empresas de bienes y servicios que se rigen según la tasa oficial tienden a aumentar sus precios en porcentajes similares a la brecha del día entre el dólar regular y el paralelo. Por ejemplo, si un producto cuesta 100 dólares, ahora lo ofrecen en 120 o 125, o su equivalente en bolívares, siempre de acuerdo con el precio del Banco Central.
Según el Banco Central de Venezuela, la inflación acumulada entre enero y septiembre de este año es del 12,1 %, luego de que el año pasado cerró en un 189,8 %. El país suramericano atravesó un ciclo hiperinflacionario durante más de cuatro años entre 2017 y 2020, experimentando picos oficiales en su índice de precios de hasta 6 dígitos, como en 2018, con más del 130.000 %.
Este octubre, los analistas advierten que quienes tienen dólares, los venden en el mercado paralelo y acumulan más bolívares para comprar en negocios que se regulan por la tasa oficial. Así, pueden hacer rendir su dinero hasta en un 20 % más que si pagaran directamente con dólares, explican.
Todas esas estrategias no son más que “distorsiones”, asegura a la VOA el economista venezolano Manuel Sutherland.
A su juicio, el precio oficial de las divisas en Venezuela tiene “un rezago fuerte” y es un tipo de cambio “apreciado” por el gobierno, que suele inyectar al mercado millones de dólares provenientes de sus negocios petroleros para mantener su estabilidad. Es lo que investigadores y economistas independientes llaman intervenciones cambiarias “sucias”.
Otros locales minoristas han comenzado a cobrar sus productos en euros, una moneda que se cotiza oficialmente en cerca de un 10 % más que el dólar.
Hay asimismo comerciantes que, bajo riesgo de ser penados, no venden en bolívares alegando dificultades de inventario.
Además, hay empresas con dólares en mano que ahora prefieren venderlos según los precios de la tasa paralela para pagar en bolívares a sus empleados.
“La gente pierde plata”
Sutherland, director del Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO), valora que los petrodólares “son ajenos a la verdadera productividad de la economía y tienden a sobrevaluar el tipo de cambio”, restando competitividad a la industria local.
La “brecha” entre ambas tasas hace que la gente común “pierda plata”, “destruye posibilidades de ganancias y reinversión” en los empresarios y alimenta un arbitraje que desfavorece a múltiples agentes en algún punto de la cadena económica, asegura.
“La política de anclar el tipo de cambio a una cotización apreciada para contener la inflación ha fracasado miles de veces en Venezuela, no tiene sentido económico sólido y se vincula con una política doble de asfixia crediticia y tributaria”, manifiesta.
Henkel García, analista financiero y director de la firma Albusdata, indica que la diferencia entre ambas tasas del mercado cambiario “es un claro signo” de que la oferta de divisas es insuficiente en las vísperas de fin de año.
Otra de las dificultades de los empresarios es reponer inventarios con precios referenciados según el Banco Central de Venezuela con una brecha cambiaria “tan grande”.
“Es una incomodidad inmensa”, dice, en referencia a las medidas tanto de negocios como de los consumidores venezolanos para hacer frente a la situación cambiaria.
“Los consumidores se molestan. Es sobrevivencia para los empresarios, en su mayoría”, apunta. El gobierno de Nicolás Maduro ha considerado que el dólar paralelo es “criminal” y ha sancionado por años a los especuladores con cierres y multas.
García, además, subraya que 10 dólares equivalen a poco más de 400 bolívares según la tasa oficial, mientras que esa misma cantidad rozaría los 500 bolívares en el mercado paralelo.
“Pagar en dólares no tiene mucho sentido” en estas semanas, señala. Asimismo, desde el año pasado, está en vigor un impuesto a pagos en dólares de un 3 % sobre monto total.
La situación cambiaria coincide con una crisis política después de las elecciones presidenciales de julio. Oficialmente Nicolás Maduro ganó su reelección, pero la oposición denunció fraude y presentó copias de las actas de votación para demostrar que ganó con más de 36 puntos porcentuales de diferencia.
El Consejo Nacional Electoral no presentó evidencias ni detalles del voto disgregado en cada centro comicial en las 24 regiones del país, exigido por decenas de gobiernos que se niegan a reconocer el triunfo del chavismo sin una verificación independiente de esa data.
Está previsto que Maduro asuma un nuevo mandato de 6 años a partir del 10 de enero de 2025. Dirigentes de la oposición afirman que Edmundo González Urrutia, candidato de la oposición, exiliado en España, debería asumir el cargo entonces.