FRÁNCFORT, 1 oct (Reuters) – La inflación de la zona euro alcanzó el mes pasado el nivel más alto de los últimos 13 años y parece que seguirá subiendo, lo que enturbia aún más la visión benigna del Banco Central Europeo sobre el mayor repunte de los precios desde antes de la crisis financiera mundial.
La inflación de los precios al consumo en los 19 países que comparten el euro se aceleró hasta el 3,4% interanual en septiembre, desde el 3% del mes anterior, la cifra más alta desde septiembre de 2008 y justo por encima de las expectativas de los analistas de un 3,3%, según mostraron el viernes los datos de Eurostat, la agencia estadística de la UE.
Los precios subían sobre todo por el aumento de los costes de la energía, en su mayor parte una reversión del desplome de los precios del petróleo que tuvo lugar durante la pandemia del COVID-19, pero también se notó el impacto de los cuellos de botella en la producción y el transporte marítimo, ya que los precios de los bienes duraderos subieron un 2,3% con respecto a agosto.
Con la subida de los precios del gas natural y los cuellos de botella que afectan a todo tipo de artículos, desde la producción de automóviles hasta la fabricación de ordenadores, la inflación podría alcanzar el 4% a finales de año, el doble del objetivo del BCE, antes del descenso relativamente rápido que prevé el banco para principios de 2022.
No obstante, las interrupciones en la cadena de suministro parecen estar empeorando, lo que aumenta las posibilidades de que la joroba de la inflación se traslade a los precios subyacentes y cree presiones más permanentes a medida que las empresas ajusten su política de precios y salarios.
Por el momento, el BCE se aferra a su argumento de que este brote de inflación pasará rápidamente y el crecimiento de los precios se mantendrá por debajo de su objetivo durante los próximos años, lo que requerirá unos costes de endeudamiento reducidos.
Sin embargo, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, adoptó esta semana un tono más cauto, señalando que los riesgos de inflación son mayores, aunque pidió paciencia y advirtió que no había que reaccionar de forma exagerada.
Mientras tanto, los economistas del mercado están cambiando de opinión, argumentando que los bancos centrales pueden estar subestimando el riesgo de inflación.
«Creemos que hay muchas posibilidades de que esta inflación sea menos transitoria de lo que sugieren todos los bancos centrales, incluido el BCE», dijo Luigi Speranza, economista de BNP Paribas (PA:BNPP).
«Es posible que los consumidores empiecen a exigir salarios más altos y que las empresas se acomoden a ellos, sobre la base de que podrían repercutir el mayor coste a través de precios finales más altos».
Los precios subyacentes, vigilados de cerca por los responsables de política monetaria, ya que filtran los volátiles precios de los alimentos y la energía, también se aceleraron en septiembre.
La inflación subyacente, que excluye los alimentos y la energía, subió de un 1,6% a un 1,9%, al igual que un indicador más limitado aún que también excluye el alcohol y el tabaco.
Aunque están cada vez más nerviosos por la inflación, es probable que los responsables de la política monetaria del BCE se inclinen por la cautela, después de que el banco no haya alcanzado su objetivo durante casi una década.
Ha dicho que está dispuesto a sobrepasar temporalmente el objetivo para asegurarse de que la inflación vuelva realmente a él, ya que la lucha contra el débil crecimiento de los precios ha requerido un esfuerzo sin precedentes, que incluye tipos de interés profundamente negativos y billones de euros en compras de activos.
Aun así, dado que se espera que su plan de estímulo de emergencia de 1,85 billones de euros expire el próximo mes de marzo, es probable que en los próximos meses se produzca un modesto endurecimiento de la política del BCE.
(Reporte de Balazs Koranyi; edición de John Stonestreet, traducido por Tomás Cobos)