CompartirAdvertise here Era un intrépido. Viajaba solo. Le gustaba sumergirse en esas largas, profundas e irregulares sabanas africanas. Algo del paisaje y de la aventura le daba sosiego. Era mecánico y tenía un auto confiable. Había trabajado en varias empresas francesas como él radicadas en el norte africano. El tránsito entre las naciones del noreste continental en la década del noventa tenía sus condicionamientos. La historia que, obra del tiempo, la trascendencia y la verosimilitud, escaló al rango de leyenda: los datos son difusos y las precisiones son maleables a efectos de contribuir a la gesta y a la fama del protagonista. Por Infobae Emile Leray pudo haber iniciado su travesía en Tánger, la punta norte de Marruecos, para ir hacia el sur rumbo a Nuakchot en Mauritania, o haber comenzado su viaje en las inmediaciones de la ciudad marroquí de Tan-Tan para concluir en Zagora, 640 kilómetros al noreste. Lo que las crónicas coinciden es que su ruta a la vera océano Atlántico, sobre el borde del Sahara occidental, en las inmediaciones de Tan-Tan se edificó la proeza. En la hazaña de Emile Leray hay un capricho, un conflicto bélico, un argumento irrisorio, una roca, un don y la inmensidad del desierto. Hay brotes de travesía y travesura. Hay primero un auto y después una moto. Hay miedo, necesidad, supervivencia, templanza y aprovechamiento de un talento. Hay un protagonista hombre, un aventurero francés de 43 años licenciado en “mecánica africana” según su propia universidad, y una máquina: el Citroën 2CV, caratulado como el “camello de acero” por su adaptabilidad al desierto. Es la historia del auto que se hizo moto para escaparle al brutal encierro del Sahara.Advertise here En marzo de 1993, se embarcó en un raid solitario por el sur de Marruecos con la intención de llegar a algún lado. En las inmediaciones de la localidad de Tilemsen, próximo a Tan-Tan, una patrulla militar lo interceptó. Le restringieron el paso: iba paso a desembocar en una zona controlada por el Frente Polisario, un movimiento de liberación nacional del Sahara Occidental que brega contra todas las formas de colonialismo y dominación extranjera, y por la autodeterminación del pueblo saharaui. Aquí el conflicto bélico: la tensión en armas en un alto al fuego frágil había interrumpido su aventura. Los militares le ordenaron que retroceda rumbo norte. Temían que el Citroën cayera en manos enemigas y motorizara atentados de los combatientes. Le pidieron también si podía trasladar a alguno de los soldados regreso a la civilización, que lo trasladara a Tan-Tan. Pero Emile Leray desconfió -aquí el argumento irrisorio-: alegó que su seguro le prohibía transportar a un acompañante. Y huyó. Aunque no muy lejos. Para seguir leyendo, clic AQUÍ. Navegación de entradas Soldado recibió apodo de “Cristiano Ronaldo” por una curiosa hazaña en el campo de batalla VIDEO: estudiante de química fabricaba metanfetamina en casa como en “Breaking Bad