Las candidatos de Trump, Kelly Tshibaka y Sarah Palin, generaron un masivo apoyo en el estado norteño, pero el “sistema de votación por ranking” introducido en 2020 podría evitar el desembarco trumpista.
El martes de esta semana, en conjunto con las primarias en Wyoming, el Estado de Alaska también celebró sus elecciones primarias para decidir quienes serán los representantes de ambos partidos que avanzarán a la elección general en el mes de noviembre.
Para la carrera por el senado, la empresaria local Kelly Tshibaka, respaldada por el expresidente Donald Trump, avanzó a la elección general de noviembre, donde buscará destronar a la senadora Lisa Murkowski, de ideología centrista y anti-Trump, quien es la única republicana que votó a favor del impeachment ilegal contra Trump en la Cámara Alta.
Con el 82% escrutado, Tshibaka está obteniendo el 39,8% de los votos, mientras que Murkoswki se alza con el 44,2%, quedando muy lejos en la tercera posición la candidata demócrata Patricia Chesbro, con solo el 6,2% de los votos. Un cuarto y último candidato que competirá en la elección general de noviembre está por decidirse.
Al igual que la derrota de Liz Cheney en Wyoming, una victoria sobre Lisa Murkowski implicaría un importante triunfo para Trump, quien avanzaría en echar del Partido Republicano a sus mayores detractores.
Las similitudes entre Liz Cheney y Lisa Murkowski son evidentes: ambas candidatas han manifestado su rechazo a los votantes trumpistas y han traicionado a su propio partido colaborando con causas demócratas. Además, tanto Cheney como Murkowski forman parte de dinastías familiares que dominan la política local hace décadas, por lo que Trump ha destinado una buena parte de su tiempo a hacer campaña contra ellas.
Sin embargo, la manera en las que se llevan a cabo las elecciones en Alaska es totalmente descabellada, lo que puede llevar a que la actual senadora no corra la misma suerte que Cheney y sobreviva a la embestida trumpista.
Gracias al poder que posee la dinastía Murkoswki en el territorio, Alaska adoptó un nuevo sistema de votación en 2020 mediante una consulta popular que solo contó con un reducido número de votantes y resultó aprobada con una diferencia de menos del 1%. Este nuevo sistema, único en Estados Unidos, cambia totalmente la forma en que realizan las elecciones, ya que modifica tanto las generales como las primarias.
De esta forma, en el estado más norteño del país se han eliminado las primarias de cada partido (lo que se conoce como “internas”) y ahora las primarias son abiertas entre todos los candidatos de todos los partidos, una suerte de PASO en Argentina. Pero en este caso, la ley permite a los votantes elegir por múltiples candidatos bajo un orden de preferencia, lo que se conoce como “Ranked Choice Voting”.
Al sufragante se le entrega una boleta única con columnas en orden numérico que contienen el nombre de todos los candidatos que se presentan, por lo que el votante debe marcar estas columnas indicando cuál es su candidato favorito, la segunda preferencia por detrás de este candidato y así sucesivamente.
Todos los votantes concurren a votar en una misma boleta, sin importar su afiliación partidaria. De esta primaria abierta, los 4 candidatos que obtengan la mayor cantidad de votos avanzan a la general.
Boleta utilizada bajo el sistema Ranked Choice voting en las elecciones celebradas en Maine en el 2020.
Con este inusual método de votación, Murkowski logró armar una coalición de independientes, republicanos anti-Trump y sobre todo de votantes demócratas para sobrevivir al apabullante rechazo que ostenta en las filas republicanas, lo que explica el tan pobre resultado que obtuvo la candidata demócrata Patricia Chesbro.
Con una interna republicana tradicional, Murkowski no tendría ninguna posibilidad de reelegir y sería rechazada ampliamente por los afiliados, tal como le sucedió a Cheney en Wyoming.
Este sistema de votación también está demorando el regreso de la histórica Sarah Palin, que cuenta con el apoyo de Trump para reemplazar al legendario congresista republicano Don Young, fallecido en los últimos meses. Palin se enfrenta a Nick Begich, un republicano moderado que cuenta con el respaldo del establishment republicano local, y a Mary Peltola, la candidata del presidente Joe Biden.
Cabe recordar que Palin fue gobernadora de Alaska y candidata a vicepresidente de John McCain en 2008, habiendo generado un fuerte apoyo en las bases republicanas más de derecha. A su vez, en 2016, fue de las primeras dirigentes tradicionales del Partido Republicano en respaldar la candidatura de Donald Trump.
Con miles de votos por contar todavía, el voto republicano se está dividiendo y permitiendo que Peltola obtenga el primer lugar en la primaria con el 38% de los votos, con Palin y Begich en segundo y tercer lugar respectivamente, obteniendo 31,9 y 28,6 porciento de los votos.
Bajo este nuevo sistema, en Alaska si bien los cuatro primeros avanzan a la elección general, ningún candidato es proclamado ganador a menos que se alcance la barrera del 50% de los votos en la primera ronda. Si esto no es posible, se pasa a una segunda ronda, donde se comenzarán a contar la segunda preferencia que hayan marcado los votantes de los otros candidatos (en este caso, de Begich, que está siendo tercero en la elección).
Insólitamente, estos votos de segunda preferencia no serán añadidos al resultado final de la contienda hasta recién pasado el 31 de agosto, tiempo donde también se cuentan los llamados “votos ausentes”, una especie de sufragio similar al infame voto por correo que tan discutido fue en la elección del año 2020.
Existe una gran chance de que los votantes de Begich se hayan volcado por Palin como segunda opción y que la ex candidata a vicepresidente sea finalmente declarada victoriosa, pero como sucede en la carrera por el Senado, habrá que esperar para conocer más información sobre esta elección, al menos, hasta principios de septiembre.
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