El nuevo Presidente electo no mostró ningún reparo por la responsabilidad fiscal y busca un acuerdo con el Congreso para permitir una suba irresponsable del gasto público en el Presupuesto 2023. No se anunciaron medidas compensatorias, se busca consumir el superávit heredado por Bolsonaro.
El equipo económico del presidente electo, el socialsita Lula da Silva, prepara su primer borrador para el Presupuesto 2023 de Brasil. El proyecto del PT pretende una brutal suba del gasto público para financiar la expansión irresponsable de ayudas sociales, remuneraciones en el sector público y más obra pública.
El PT apunta a volver a modificar el programa “Auxilio Brasil” para aumentar el monto de las asignaciones de los R$ 400 a los R$ 600 para los beneficiarios, así como también la generalización del programa y su cambio de nombre a “Bolsa Família” nuevamente. En segundo lugar, se propone un aumento real del salario mínimo, una medida que afecta directamente al gasto en remuneraciones del Estado.
Para concretar el proyecto es necesario una ampliación presupuestaria equivalente a los R$ 200.000 millones para el año fiscal 2023. La izquierda brasileña busca un acuerdo con el Congreso para poder resolver los aumentos de gastos, aunque con la férrea oposición de los legisladores que responden a Jair Bolsonaro.
Al mismo tiempo, el equipo de Lula propone un aumento de la deducción estándar básica del impuesto a los ingresos (el mínimo no imponible) de R$ 1.904 a R$ 5.000 para 2023. Esta acción supera la actualización por inflación, programada por el presupuesto de Bolsonaro, y tendrá un costo fiscal de hasta R$ 120.000 millones anuales.
Pero las medidas suponen el completo abandono de la responsabilidad fiscal en Brasil. El Presidente electo apunta a desmantelar las reglas fiscales. Desde el año 2000 el país aplica reglas sobre la expansión del gasto público (reforzadas en 2016 y 2021 por Temer y Bolsonaro), y estas limitaciones son incompatibles con el proyecto presupuestario socialista.
Lula buscará eliminar el “techo” legal sobre el gasto público, sin importar el impacto correspondiente sobre las finanzas públicas, la deuda bruta federal y la estabilidad de precios.
No solamente no se propone ninguna medida correcta a partir de ajustes compensatorios en otras áreas del Gobierno o aumentos de impuestos, sino que el paquete socialista pretende lisa y llanamente consumir todo el superávit primario concretado por la gestión de Bolsonaro y Paulo Guedes en la cartera de Economía.
El Gobierno federal de Brasil mantuvo un superávit fiscal del 0,87% del PBI en el acumulado anual de septiembre, después de un gran esfuerzo correctivo tras el fin de la pandemia. La llegada de Lula al poder amenaza con boicotear la disciplina fiscal y, con ello, la vuelta de la inflación y la dominancia fiscal.
Del mismo modo en que acabó el Gobierno de Liz Truss, salvando las exacerbadas diferencias ideológicas entre ambos modelos, el programa fiscal de Lula es inconsistente y podría inducir a una fuerte corrida contra el real, junto con el deterioro de las expectativas inflacionarias.
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