El ejercicio del periodismo en Venezuela cada vez es más cuesta arriba. Desde los tiempos de Hugo Chávez Frías y luego con la ascensión al poder de Nicolás Maduro, medios de comunicación y periodistas han sido asediados y atacados de diferentes maneras: desde las formas más arbitrarias, como el cierre de RCTV en 2007 o las agresiones físicas a reporteros en la cobertura de eventos noticiosos, hasta otras menos evidentes, como la compra de medios a través de aliados al chavismo (caso El Universal) o el bloqueo de portales digitales.
Por Anggy Polanco / Corresponsalía
En este contexto adverso, aunado a la crisis económica, los periodistas venezolanos enfrentan menos oportunidades de empleo y corren grandes riesgos al buscar y publicar información.
Este y otros temas fueron abordados por Carlos Correa, director ejecutivo de Espacio Público, en una entrevista con lapatilla.com, a propósito de la conmemoración del Día del Periodista hoy 27 de junio.
¿Cuáles son los cambios que se imponen en el ejercicio periodístico en contextos de regímenes políticos autoritarios?
— Yo creo que lo que pasa en los contextos autoritarios, especialmente en un caso como el venezolano, que fue una sociedad abierta y que progresivamente ha resentido mucho en sus espacios de libre circulación de información, cuando eso ocurre, la sociedad tiene conciencia o mantiene una demanda de información periodística de calidad.
En el caso venezolano, la sociedad ha ido buscando la información. Cuando siente que le cierran una puerta, se cuela por una ventana, cuando no es por una ventana, por una rejilla, es decir, uno lo ve en el comportamiento de las audiencias.
Cuando cierran RCTV en el 2007, la gente se va a los canales por cables. Y se va por los canales por cable, especialmente con el propio RCTV hasta que posteriormente lo sacan del aire, y entonces la gente se va a los canales internacionales. Después sacan los canales internacionales, la gente se va a la radio, la gente va buscando los espacios de libertad.
Y ese es el actual momento. Hoy en día, en un contexto como el nuestro, hay un interés importante en la sociedad de ese tipo de información, la busca por todas las vías y el periodista que haga ese tipo de trabajo, sin duda tiene audiencia, tiene auditorio.
Lo que ocurre es que tienes que enfrentar, pues, todos los riesgos de que te bloqueen, las dificultades para acceder a la información, o la criminalización o penalización de la información, que es lo que, de alguna manera, se ha venido haciendo con más frecuencia en el país.
¿Usted considera que a raíz de esta situación que se vive en Venezuela han surgido nuevas plataformas a través de las cuales los periodistas están ejerciendo para llevar a cabo la información a los ciudadanos?
— Básicamente, lo que ocurrió es un fenómeno que tiene más o menos 10 años, cuando empiezan a surgir en Venezuela medios o plataformas basadas en internet, que son los medios digitales de diversos tipos, y hay una oferta bastante variada.
Después están los medios, especialmente los periódicos de provincia, que han construido su plataforma para desarrollar ofertas informativas basadas en la web, es decir, periódicos que ya no están circulando, pero que tienen una oferta informativa a través de la web. Esas son cosas interesantes, porque te hablan de respuestas que han venido dando tanto los medios como la sociedad para que circule algún tipo de información.
Hay alrededor de un centenar de medios de ese tipo, nativos digitales y medios digitales, medios impresos que se convirtieron a plataformas digitales que están cumpliendo un papel importante para que en Venezuela circule algún tipo de información.
Hay de todo tipo: generalistas, de investigación, especializados en el tipo de cobertura. Hay una variedad importante de medios que están haciendo o intentando hacer ese trabajo en Venezuela. Y que alimentan el ecosistema informativo en el país, es decir, ya las personas no solo no compran el periódico, a lo mejor no tienen la emisora de radio que le ofrecen la información con regularidad, pero muchas de esas informaciones sí circulan. La gente que quiere informarse sigue utilizando medios tradicionales como la radio y la televisión, pero también utiliza redes sociales y otras plataformas para tratar de acceder a la información.
Por supuesto, no es equivalente a una situación, digamos, normal, donde los periódicos, las radios, las televisoras, cumplían el papel de informar a la sociedad.
¿Y cuáles son las plataformas que están siendo más utilizadas en Venezuela en este momento por los periodistas?
— Cuando a la gente se le pregunta dónde se informa, las plataformas más utilizadas son radio y televisión, y después empiezan a decir Facebook, WhatsApp, Instagram; TikTok todavía no es tan significativo; Twitter, mucho menos también, es decir, ahí es donde está circulando la información. Pero lo interesante es que una red de mensajería como WhatsApp es un lugar donde la gente recibe usualmente noticias que se originan en otras plataformas.
¿Cuáles son los riesgos que corren los periodistas en medio del contexto del actual régimen político en Venezuela?
— Lo que ha ocurrido en el tiempo, la primera cosa es que hay menos ofertas de trabajo. Antes había medios, los medios impresos de las regiones eran muy poderosos, que tenían muchísima gente; hoy en día eso ya no es así. Entonces no sé si es un riesgo, pero sí es un elemento a tomar en cuenta, es que hay menos fuentes de trabajo para los periodistas en Venezuela.
Los riesgos se concentran, digamos, en la búsqueda de información, especialmente cuando hay contextos de movilizaciones. Hay como toda la violencia contra periodistas, que no tiene castigo, sino que más bien es alentada por parte de las autoridades.
Una de las cosas que uno ha visto es que los periodistas cuando salen a la calle, muchas veces tienen dificultades con autoridades de todo tipo: desde funcionarios policiales hasta guardianes de hospitales, y distintas personas que de alguna manera siempre se meten con los periodistas al momento de hacer la cobertura.
Entonces, yo diría que uno de los riesgos para los reporteros cuando están haciendo cobertura, es el atropello por parte de los funcionarios. Después, una vez que la persona supera ese escollo y puede publicar, hay menos medios dónde publicar. Los periodistas están utilizando sus propias redes sociales para dar información, la gente busca las firmas de los periodistas, porque asumen que esa información tiene cierta calidad, cierto nivel.
Una vez que publiquen en su red social o en alguno de los medios, en ciertas ocasiones pueden tener dificultades, como los funcionarios que se sienten aludidos, que muchas veces pueden utilizar estrategias de descalificación, y en los casos más graves, que le abran procesos judiciales por divulgar o hacer circular algún tipo de información.
Los riesgos más comunes y los que más se registran, especialmente en el contexto de elecciones o dinámicas de movilización en las calles, son al momento de hacer la cobertura. Ya después las dificultades ulteriores van a depender, en menos casos, de la descalificación que puede darse a partir de la publicación o procesos de criminalización que se pueden dar, como persecución judicial por haber publicado la información.
¿Se corre el riesgo de perderse la neutralidad periodística?
— Hay un valor que en el caso del periodismo es clave. Digamos que transparentes desde qué lugares tú estás haciendo la información. Y después el otro elemento es que no vendas como información lo que es una opinión. Muchas veces, una cosa es lo que yo pienso de los hechos, y otra cosa son los hechos. Lo que a veces ocurre, especialmente en algunos lugares, es que la gente por su posición política tuerce los hechos, o cuando tú le muestras los hechos, incluso, los niegan porque no les conviene a su visión política.
Los medios tienen perspectivas editoriales y ven la realidad desde un determinado lugar. Entonces, hay algunos medios que efectivamente asumen el estándar, digamos de la obligación del medio, que de alguna manera respeta los estándares del rigor periodístico, que no se compromete con la visión o con determinadas cosas que ocurren.
Si tú compras un periódico en España, por ejemplo, si tú compras el ABC o compras el Mundo, compras El País, te vas a dar cuenta de que son perspectivas o aproximaciones a la realidad que tienen diferencias, ¿no? Y que algunas veces lo explicitan en sus manuales de estilo. Lo importante ahí es no traicionar o no engañar a las audiencias, a los lectores. Es decir, mire, yo veo la realidad en este lugar y cuento los hechos de este lugar.
Es como la letra pequeña cuando compras un producto en el supermercado y ves cuál es el contenido que tiene eso. Ahora bien, el periodismo tiene un rigor importante, y entonces, independientemente de cuál sea el medio. Yo puedo estar en el periódico del Partido Comunista o en el periódico del Partido Liberal o en el periódico del Partido Liberal o en el periódico del Partido X. Es decir, si fueran esas orientaciones, lo que no puede ocurrir es que tú tuerzas los hechos.
Entonces el periodismo en su instrumental tiene ese componente de no traición a los hechos, que se puede interpretar como neutralidad. Pero yo lo que quiero es, más que neutralidad, es que no vendan o que no ofrezcan un producto, que no sepamos cuáles son sus ingredientes o que nos engañen en relación con cuáles son sus ingredientes.
¿Cuáles son los retos para ejercer el periodismo en Venezuela actualmente?
— La tarea del periodismo en Venezuela hoy en día es sostenerse, existir. La mejor manera de defender la libertad de expresión es que el periodismo exista y que pueda de alguna manera contar esas historias. Entonces, la primera tarea, el primer desafío del periodismo, es su propia existencia.
Y ahí hay unos problemas gruesos, de diversa naturaleza, que tienen que ver con la crisis económica, el poco financiamiento de los medios, es decir, ahí hay varios elementos que son claves, algunos característicos de la situación nacional y otros que son tendencias que se ven a nivel global.
Muchos medios impresos están desapareciendo por la emergencia, por los cambios en los patrones de consumo de la información o el problema de la sostenibilidad de los medios, básicamente a través de lo que son los intermediarios como Google, que se queda con una tajada muy grande a partir de vender la atención que se consigue en buena parte con lo que producen los medios.
Después, en el otro elemento clave de la realidad venezolana es que una de las cosas que ha pasado, al igual que en otra esfera de la sociedad, es que ha aumentado la inequidad. Es decir, ha aumentado la diferencia para acceder a la información dependiendo del nivel de ingreso.
Hoy en día, una persona para acceder a la información, y como las plataformas son todas tecnológicas, debes tener un teléfono, una computadora, electricidad, conexión a internet, y todo eso son costos agregados. Algunos son costos fijos, otros son costos regulares. Y eso hace que la información entonces llegue a sectores que tengan mayor nivel de acceso económico, mientras que los sectores de menos ingreso económico pueden tener un mayor nivel de desplazamiento del acceso a la información.
Hay un componente que está variando allí: cuando tú tienes 7 millones de personas fuera del país, pues evidentemente muchísima de esa gente está apoyando a quienes están aquí para que se puedan conectar, no para que se informen, sino para que de alguna manera puedan hablar con ellos, porque son familiares. Y eso también genera una suerte de subsidio para que la gente pueda conectarse y acceder a información.
Yo creo que es muy importante tratar de promover alianzas. Una persona que se informa, si ya uno sabe lo que está ocurriendo, uno tiene que asumir la responsabilidad de hacer algo frente a lo que está siendo informado. Una vez que uno está informado, uno tiene que ver, uno puede voltear la mirada, puede callarse, pero también puede ayudar a que otro se entere de lo que está ocurriendo. Hoy en día para informar se necesita que la persona se active.
Eso implica que el periodismo también tenga una relación con sus audiencias y que la llame a que efectivamente se activen para generar una sociedad con mayores niveles de información y, por lo tanto, que pueda tomar decisiones más adecuadas.
¿En Venezuela, entonces en este panorama, no es factible por ahora el tema de los medios de comunicación por suscripción que tienen que pagar para poder acceder a la información?
— Los medios por suscripción han sido modelos que han funcionado especialmente en países desarrollados. Hay algunos países donde se han desarrollado algunos mecanismos de la suscripción. El problema es que cuando tú tienes una situación, una emergencia humanitaria, una crisis alimentaria en el país, si colocas esa alcabala adicional, sin duda el impacto va a ser menor. Toma en cuenta que incluso los portales están bloqueados. Entonces, encima necesitas un VPN. Me parece que hay una dificultad, porque muy poca gente tiene niveles adquisitivos para sostener los medios por vía de la suscripción.
En algunos países ha funcionado, hay algunos modelos como en The Guardian, que no tiene suscripción, sino que al final de la nota te dice: “si leíste esta nota, el periodismo cuesta dinero, por qué no echas una mano y apoyas con esto”, y eso les ha funcionado. Otros modelos han sido de suscripción como The Washington Post, The New York Times, que te cobran entre 3 y 5 dólares al mes.
¿Cómo se encuentra el acceso a la fuente oficial en Venezuela?
— El acceso a las fuentes oficiales es uno de los problemas que tiene el ejercicio en Venezuela. En otros lugares tú te puedes concentrar en cómo traduces los datos disponibles por parte del Estado o la información que obtienes a que sea comprensible a los lectores.
En Venezuela no hay ruedas de prensa, los funcionarios no declaran, no responden preguntas, pero además de eso no hay datos. Si uno quiere revisar los datos de inflación, entonces no están o son tardíos.
Ahí el desafío muchas veces de los periodistas es construir datos, que en algunas fuentes se puede hacer, como la construcción de datos sobre las muertes violentas, por ejemplo. Muchas veces son los periodistas los que generan la información básica, pero antes esa información era pública, la norma sobre la transparencia al acceso a la información pública es que tenemos un Estado opaco, la excepción es que haya información.
No hay información de gestión, no hay datos. La transparencia es propia e inherente a modelos en los cuales los gobernantes tienen que rendir cuentas a sus electores, y que tienen mecanismos de control en el ejercicio de la función pública. Cuando tú no rindes cuentas porque no das información, es porque muchas veces el ejercicio de la autoridad y del poder es arbitrario y discrecional. En Venezuela eso es la norma: aquí estallan los escándalos años después de que han ocurrido y responden más no a una rendición de cuentas, sino a pases de factura de distintos grupos en el poder.