Venezuela es uno de los países más endeudados de América e incluso del mundo, a pesar de la falta de cifras oficiales, de acuerdo con estimaciones independientes.
El nivel de endeudamiento externo del país no es un asunto de cifras unánimes, sin embargo. El Banco Central de Venezuela no publica esos datos desde 2018.
La respuesta a la pregunta de cuánto debe el Estado venezolano depende de a quién se consulte. Según el último reporte oficial, de hace cinco años, la deuda venezolana era de 108.369 millones de dólares.
El BCV tampoco publica desde entonces cifras netas del producto interno bruto, sino que se limita a reportar el aumento de la economía en meros porcentajes.
Los cálculos de expertos independientes ubican la deuda externa de Venezuela entre 120.000 millones de dólares y cerca de $200.000 millones, en cambio.
No es un diagnóstico positivo para una economía que apenas da muestras muy modestas de mejoría tras una década de crisis, de acuerdo con especialistas consultados por la Voz de América.
“Es una economía densa, oscura. Hay un silencio estadístico y no sabemos hacia dónde vamos”, comenta el economista y docente universitario Carlos Ñáñez, quien estima que el endeudamiento de Venezuela es de $180.000 millones.
Según las investigaciones del profesor, economista y especialista en relaciones internacionales en materia económica, Luis Angarita, la deuda externa del país estaría “por encima de los 120.000 millones de dólares”.
Esos números representan “2 veces” el producto interno bruto (PIB) de la nación, calculado extraoficialmente entre 60.000 y 65.000 millones de dólares, asegura.
Barbados fue el país más endeudado de América Latina y el Caribe con respecto a su producción nacional en 2022, con compromisos que representan 123,5% de su PIB, de acuerdo con Statista, un proveedor de más de 22.000 fuentes económicas.
Venezuela, que no entra en ese ranking porque no existe información oficial, supera ese tope de Barbados, según cálculos de expertos como Ñáñez y Angarita.
De las más altas
La de Venezuela es “una de las deudas más altas y complejas del mundo” en comparación con el PIB, menciona Angarita, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela, en Caracas.
Para él, es clave saber la deuda exacta del país con los acreedores extranjeros.
Ese alto nivel de endeudamiento externo implica que Venezuela tendrá que garantizar por muchos años suficientes ingresos para encarar sus gastos corrientes mientras planifica parte de esos recursos para pagar su deuda.
“Compromete los ahorros de nuestra generación y de nuestros hijos”, debido al pago de cuotas de una eventual renegociación de esa deuda por las próximas décadas, posiblemente hasta 2050, indica.
Endeudados rápidamente
Angarita precisa que, en “un corto período”, entre 2006 y 2012, Venezuela vio crecer su deuda externa de 40.000 a más de 200.000 millones de dólares.
Eran los años donde el país producía 2,7 millones de barriles de petróleo al día, en promedio. El precio internacional del crudo superaba los 100 dólares por unidad.
La extracción petrolera venezolana se aproximó en julio de este año a los 800.000 barriles por jornada, según el Estado. El precio del crudo ronda los 80 dólares.
La economía de Venezuela se contrajo en 75 puntos porcentuales durante 8 años consecutivos (2013-2021), según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), un organismo dependiente de las Naciones Unidas.
El país experimentó una recuperación moderada de su economía en 2022, pero economistas han advertido de una recesión de 7% en el primer semestre de 2023.
El presidente Nicolás Maduro atribuyó esos cálculos a una “campaña” en contra de la recuperación económica de su gobierno y aseguró que el PIB nacional crecería más de 5 puntos porcentuales al cierre del año, como estima la CEPAL.
Escenario espinoso
Aldo Contreras, economista y profesor de las universidades de Los Andes y la Católica del Táchira, advierte a la VOA que la deuda externa de Venezuela ascendería a un monto cercano a los 230.000 millones de dólares.
Sería 3,3 veces el PIB del país, es decir, “el tamaño real de la economía”, sostiene.
La poca claridad de esas cifras se “complica” porque no se tienen precisiones de las deudas bilaterales con países como Cuba, China y Rusia, apunta.
Otros hechos recientes han perturbado la salud financiera de Venezuela, como su incapacidad de pago de sus deudas -conocida como “default”- desde 2017.
La crisis política interna de 2019, cuando la oposición y 60 gobiernos del mundo desconocieron a Maduro como presidente legítimo, cerró la puerta del financiamiento de organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La solución y el futuro
Contreras cree que debe corregirse “el desorden en las cuentas fiscales” y procurarse una reestructuración de la deuda externa de Venezuela, incluyendo un refinanciamiento internacional, cuando se zanje la crisis política.
“Venezuela tiene que ponerse al día con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Fondo Latinoamericano de Reserva, principalmente publicando cifras, compartiendo información, accediendo a un financiamiento multilateral, volviendo a la posibilidad de emitir bonos”, aconseja.
Ñáñez, por su parte, advierte que una deuda tan alta pone de nuevo a Venezuela en el umbral de un ciclo de hiperinflación como el que vivió entre 2018 y 2022.
La inflación de Venezuela entre junio de 2022 y el mismo mes de 2023 es de 404%, según el BCV.
El profesor universitario explica su preocupación citando el libro “Inflación y estabilización, la experiencia de Israel, Argentina, Brasil, Bolivia y México”, de los autores Michael Bruno, Guido Di Tella, Rudiger Dornbusch y Stanley Fischer.
Según esos postulados, la probabilidad de una hiperinflación disminuye o se acentúa según el “peso” de la deuda externa sobre el PIB de un país.
En Venezuela, concluye, esa ecuación arroja “un cuadro altamente preocupante”.