La resiliencia es una herramienta fundamental para transitar por los coletazos finales de la pandemia y servirá como respuesta adaptativa a los estragos del virus.
La psicóloga Raquel Tomé inicia un conjunto de colaboraciones con EFEsalud, bajo el título “Resiliencia: cuerpo a cuerpo con el virus”, para exponer el valor de la resiliencia y cómo se ha cruzado en la experiencia de colectivos sociales que han recibido un fuerte impacto por efecto de la covid. La resiliencia es una de las herramientas fundamentales para superar el impacto de la pandemia/Foto cedida
Raquel Tomé es licenciada en Psicología por la Universidad Civil de Salamanca. Es especialista en Psicoterapia Analítico Individual y Grupal con adolescentes y adultos, además de especialista en Neuropsicología Clínica y en Psicología Jurídica.
Entre sus titulaciones también figuran las de experta en Mediación y Resolución de Conflictos y en Mindfulness aplicado a la Intervención Clínica.
Dirige en la actualidad el Centro Guía de Psicoterapia y Psicología Raquel Tomé de Madrid.
Ha desarrollado una amplia trayectoria profesional en España e Inglaterra y ha participado como ponente en diversos Congresos nacionales e internacionales sobre Psicología, Salud Mental y Bienestar Emocional.
Raquel Tomé ha publicado colaboraciones y artículos, tanto de carácter científico como divulgativo, en diferentes medios, entre ellos, el periódico El Confidencial, las revistas “Cuerpo y Mente” y “Bebé y Mujer”, y ha realizado labor de edición del Blog Escuela de Psicología, y en el Blog del Colegio de Psicólogos de Madrid, entidad en cuya Junta Directiva ha sido vocal del área internacional.
Resiliencia: Las fuerzas ocultas que llevamos dentro
por Raquel Tomé
Espoleados por la curiosidad, inauguramos una serie de artículos que nos conducen a preguntar a colectivos de destacados protagonistas de esta pandemia que se han visto sometidos a excepcionales condiciones de estrés, cómo lo hicieron, cómo lograron sobrevivir a esta experiencia y cómo les ha impactado y trasformado en su interior.
En este primer artículo nos centramos en la definición y contextualización de la resiliencia, una palabra, de moda en la actualidad, que se ha infiltrado hasta en los planes económicos de recuperación.
Etimológicamente proviene de la palabra latina “salto”, “resilio” que significa volver atrás, resaltar, rebotar.
La psicóloga Raquel Tomé/ Foto cedida
Aplicada al campo de la Psicología es algo así como un “escudo protector” frente a experiencias difíciles y traumáticas pues, al parecer, todos disponemos de la capacidad de trasformar esos aspectos negativos y dolorosos en una oportunidad para el crecimiento.
Esta idea está validada por la propia historia de la evolución humana, que nos ha demostrado a lo largo de miles de años que albergamos ese potencial para hacer frente a catástrofes trágicas y devastadoras y extraer de ellas valiosos aprendizajes.
Sin embargo, la teoría sobre la resiliencia nos enseña que esta capacidad no es homogénea ni siquiera en un mismo individuo y varía a lo largo de su ciclo vital.
Debemos procurar no caer en explicaciones simplistas basadas en la exclusiva posesión de ciertos rasgos de personalidad que te empujan a abordar los avatares de la vida de forma positiva y esperanzadora.
Empleando una metáfora sencilla, esta será sólo una pata del sillón, pero intervienen otras influencias. Por ejemplo, también estaremos afectados por valores sociales y culturales que animan a la superación, a la solidaridad y al optimismo.
Todo ello contribuirá a construir nuestra subjetividad que condiciona nuestro particular modo de ser, de percibir y de juzgar las cosas.
La resiliencia debe ser entendida como el resultado de la interacción de un conjunto de elementos que existen en nuestra vida, que se hallan conectados entre sí y que son los que realmente la van a hacer posible.
No se trata de algo estático que poseemos sin más; el psicólogo inglés Masten (2014), especialista en el estudio de la resiliencia y en estrategias de afrontamiento, la caracteriza como dinámica y dependiente en cada contexto de la interacción entre diferentes elementos conectados en un sistema dinámico y en sí mismo cambiante.
La doctora Luciana D´Alessio con su estudio Mecanismos neurobiológicos de la resiliencia, elaborado en el Instituto Gador de Argentina, apoya también esta idea de que el grado de resiliencia de cada persona cambia constantemente, se adapta a las vivencias cotidianas y se pone a prueba en los sucesos extraordinarios.
El contexto pandémico que atravesamos ha afectado a todos los elementos del sistema; de ahí que sea natural que nos sintamos afectados. Pues hemos experimentado un gran desafío a nivel individual, dentro de nuestra familia, en nuestra organización del trabajo y el estudio y en la sociedad en su conjunto durante el periodo de confinamiento y después.
FOTO EFE/EVERETT KENNEDY BROWN
Y todos nos hemos visto obligados a modificar las relaciones afectivas e íntimas, ya sean sociales, familiares, con nuevas parejas, los entornos laborales y escolares, la manera de cuidar a las personas vulnerables en nuestras familias ya por edad o enfermedad e incluso la manera de despedirnos de quienes amamos.
Lo interesante de esta pandemia es que pese a hallarnos inmersos en un escenario extraordinario de gran incertidumbre donde no sabemos qué va a pasar o cómo va a ser nuestro futuro, nos interpela de forma constante para encontrar nuevas herramientas de afrontamiento y adaptación y nos regala la oportunidad maravillosa de profundizar nuestro conocimiento sobre cuáles son aquellos recursos que posibilitan tener sociedades más resilientes integradas por personas que también lo son.
Porque como Tfofa (2018) subraya, cuando nos enfrentamos a un escenario excepcional como el que nos está tocando vivir, debemos actuar no ignorando el peligro, el riesgo o lo negativo de las experiencias sino profundizando en nuestra visión de lo negativo para extraer un sentido, al tiempo que, también debemos tratar de asimilar y poner el foco en lo que realmente importa y en dónde es necesario apoyar para mantener el rumbo hacia un resultado deseado y significativo.
Todos estamos colocados frente al espejo de nuestra condición humana, vulnerable y frágil, pero también hemos sido empujados a confiar en nuestras capacidades, a revelar y conectar con nuestras fortalezas o en cómo lograrlas proveyendo a las personas de los recursos adecuados y ayudando a los que son más vulnerables y por último nos confronta con el sentido último de la vida o con cómo vivir una vida con sentido.