El Gobierno de Bolsonaro garantizó la disciplina fiscal y logró materializar el mejor resultado fiscal en 11 años, y el menor déficit primario anual desde 2014. El gasto federal ya es incluso más bajo que en 2019.
El Tesoro Nacional de Brasil confirmó un saldo primario superavitario por R$ 19,3 mil millones al cierre del mes de julio. Este resultado se conforma entre los ingresos corrientes y los gastos federales, sin contabilizar la factura por intereses de deuda pública.
El superávit registrado fue el más alto para cualquier mes de julio desde el año 2011, cuando el saldo positivo había llegado a los R$ 21,4 mil millones en términos nominales. Los ingresos provenientes de los impuestos totalizaron los R$ 202,6 mil millones en el mes, lo cual implica un incremento de la recaudación en términos reales, a pesar de las constantes rebajas tributarias impulsadas por Jair Bolsonaro.
Descontando el efecto de la inflación y permitiendo así la comparación entre las series, el superávit primario acumulado de 12 meses representó el 1,19% del PBI en julio de 2022 y no se registraba algo semejante desde abril de 2014.
La factura de intereses es un factor importante en Brasil ya que supera los 5 puntos del producto. El resultado financiero marcó un rojo del 4,16% del PBI en julio, y fue la cifra más equilibrada registrada desde octubre de 2014.
Solamente en lo que va de la gestión Bolsonaro, el déficit primario fue completamente erradicado y el déficit financiero federal cayó en casi 3 puntos del PBI desde enero de 2019. La corrección de los desequilibrios fiscales y la independencia del Banco Central de Brasil garantizan que no se produzca ningún tipo de escenario de “dominancia fiscal” que pueda desanclar las expectativas en el real.
La rápida reducción de la inflación no solamente responde a una política monetaria responsable y austera de Roberto Campos Neto, sino también al comportamiento del sector público ya que garantiza que cualquier desequilibrio presente o futuro será financiado exclusivamente con recursos genuinos (impuestos o deuda pública), eliminando así la “inflación fiscal”.
Los gastos primarios del Gobierno federal ascendieron a los R$ 176.000 millones en junio, y cayeron por debajo de los R$ 160.000 millones en julio. Esto representa un fuerte ahorro en comparación a las mismas cifras pero del año pasado.
El Tesoro explica que el ahorro fiscal (sin intereses) provino de tres fuentes principales: menores gastos por la seguridad social a raíz de una necesaria reforma previsional, menos gastos para el funcionamiento del aparato burocrático federal, y menos recursos para costear cargos de la administración pública. El ajuste fue soportado íntegramente por el sector público, mientras que para el sector privado se impulsaron rebajas tributarias.
El gasto primario del Gobierno federal acumulado en 12 meses representó el 18,32% del PBI en julio, una caída de casi un punto porcentual en comparación al inicio de la gestión Bolsonaro. Incluyendo la factura de intereses, las erogaciones federales ascendieron al 23,67% del PBI al término de ese mes en contraste con el 24,6% que se registraba en enero de 2019.
El presidente Bolsonaro y el ministro de Economía Paulo Guedes se comprometieron con la más estricta disciplina fiscal, el recorte de los gastos presupuestarios y el impulso a las “políticas de oferta” por encima de cualquier incentivo artificial sobre la demanda agregada.
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