Moscú participa en organizaciones como la que descubrió la “partícula divina” en la frontera entre Suiza y Francia. También es socio del ITER, un proyecto de fusión de hidrógeno para producir energía limpia
Rusia invadió a Ucrania ayer por considerarla una “amenaza” para su país. Inmediatamente Ucrania declaró el estado de guerra y comenzaron ataques de artillería por todo el país. Tras el inicio del conflicto, autoridades de instituciones científicas y universitarias de otros países de Europa están empezando a cortar las relaciones académicas y evaluando si continúa el aporte de fondos para financiamiento de investigaciones con Rusia.
Ayer, el ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, pidió al mundo que “aísle completamente a Rusia por todos los medios, en todos los formatos”. Líderes de otros países lo escucharon. El gobierno de Alemania dio instrucciones a sus universidades para que congelen las relaciones académicas con Rusia. Mientras, la Unión Europea evalúa si decide la exclusión de Rusia en las redes e infraestructuras de investigación.
Peter-Andre Alt, presidente de la Conferencia de Rectores de Alemania, dijo ayer que el Ministerio de Asuntos Exteriores alemán ha “recomendado congelar las relaciones académicas y, en particular, los proyectos científicos con Rusia”. La próxima semana, se iba a llevar a cabo una Conferencia de Rectores con una reunión con instituciones de Rusia en la que se iba a hablar sobre el dictado de maestrías de manera conjunta entre los países, pero fue cancelada.
“El ataque ruso contra Ucrania tiene graves consecuencias para nuestras relaciones en el ámbito científico y académico, que se habían construido con confianza y esperanza durante dos décadas y que ahora se ven amenazadas por asaltos ilegítimos contra el derecho internacional”, dijo Alt.
Las universidades alemanas también se enfrentan al reto de atender a los estudiantes de Ucrania que se han quedado varados en el extranjero por la invasión. “En realidad, nos preocupan 8.000 estudiantes ucranianos, y sus familias en casa”, sostuvo Alt.
Mientras tanto, otras iniciativas de cooperación científica con Rusia se están revisando. Una de ellas es un programa específico conjunto entre la Fundación Alemana de Investigación y la Fundación Científica Rusa. El año pasado, el acuerdo de colaboración se había renovado por otros tres años, y abarca “todos los ámbitos de la ciencia”, aunque los participantes tienen que evaluar si sus proyectos pueden ser de doble uso. La fundación alemana tiene una oficina en Moscú
Pero ya la Fundación Alemana de Investigación y la Alianza de Organizaciones Científicas -un grupo que representa a las principales organizaciones de investigación de Alemania- reconocieron ayer que estaban “discutiendo actualmente la situación y las posibles consecuencias”.
También en Bruselas, hay conversaciones en la Comisión Europea y los Estados miembros están en curso sobre si utilizar las sanciones científicas como parte de un paquete masivo de medidas de represalia contra Rusia. Se evalúan todas las medidas posibles, incluida la suspensión y hasta la prohibición total de la participación de Rusia en organizaciones internacionales de investigación.
Ya la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijo que se incluirá la prohibición de las exportaciones de tecnología. “Nos centraremos en sectores estratégicos de la economía rusa bloqueando su acceso a tecnologías y mercados que son clave para Rusia”, afirmó von der Leyen. Desde los Estados Unidos también estudia imponer estrictos controles a las exportaciones de tecnología.
Rusia participa en varios de los mayores proyectos de investigación de Europa, como el ITER, que se trata de un experimento científico a gran escala. Esta iniciativa intenta producir un plasma de fusión con diez veces más potencia térmica que la potencia necesaria para calentar el plasma. Es un reactor que se está construyendo en Cadarache, Francia, y costará más de 24.000 millones de euros aproximadamente. Será el quinto proyecto científico más costoso de la historia de la humanidad.
El proyecto del ITER empezó el 24 de mayo de 2006 con siete socios que firmaron un acuerdo en Bruselas: Unión Europea, Japón, Estados Unidos, Corea del Sur, India, Rusia y China. Pero la invasión de Rusia a Ucrania puso en tensión a los miembros de la colaboración.
Un vocero del ITER dijo ayer a Science Business que “las diferencias políticas entre sus miembros -guerras comerciales, disputas fronterizas y otros desacuerdos- nunca han afectado al espíritu de colaboración”. Sin embargo, reconoció que la invasión de Rusia a Ucrania “no tiene precedentes”. Indicó que el acuerdo original del ITER no contempla la posibilidad de retirar a un socio.
También Rusia es miembro observador del laboratorio de la Organización Europea para la Investigación Nuclear, más conocida como el CERN, en Suiza. Ese centro fue fundado en 1954 por 12 países europeos. Allí, se han producido grandes descubrimientos e innovaciones. Por ejemplo, en 1990 se produjo la invención de la red World Wide Web por los científicos Tim Berners-Lee y Robert Cailliau. En 2008, con el gran colisionador de hadrones (que popularmente llaman “la máquina de Dios”) se confirmó la existencia del bosón de Higgs a través de diferentes pruebas desde 2008.
Rusia también contribuye con el 6% del presupuesto de la Instalación Europea de Radiación Sincrotrón, con sede en Grenoble. Es una instalación circular de casi un kilómetro de circunferencia que se usa para desarrollar estudios en física, química, biología y paleontología, entre otras disciplinas. La radiación emitida por los electrones que circulan por el anillo, compuesta básicamente por rayos X, permite observar los secretos de la materia. Esa particularidad hace que el Sincrotrón sea muy valorado para realizar estudios que están en la frontera del conocimiento. También Rusia es una asociado al Láser de Electrones Libres de la Unión Europea, que tiene sede en Alemania
Está en debate qué pasará con el financiamiento que iban a recibir científicos rusos como parte del programa de investigación Horizonte 2020 de la Unión Europea. Investigadores rusos participaron en 138 proyectos y consiguieron 14 millones de euros de financiación comunitaria.
Pero la mayoría de los proyectos aún no están terminados. Algunos se prolongan hasta el segundo semestre de 2026. De los 14 millones de euros aportados por la Unión Europea a las organizaciones científicas rusas, 11,6 millones corresponden a 74 proyectos en curso, a los que se suman otros cuatro que finalizarán este mes.
Además, la financiación de Horizonte ha ido a parar a las infraestructuras de investigación. La Unión Europea invirtió 10,3 millones de euros en nueve proyectos en curso para mejorar las capacidades de investigación de Rusia y fomentar los vínculos con los investigadores europeos.
Uno de los mayores beneficiario del programa Horizonte es la Conexión de las medidas rusas y europeas para las infraestructuras de investigación a gran escala (CREMLINplus). Se hizo para fomentar la colaboración científica y técnica entre Europa y Rusia y para impulsar proyectos de infraestructuras. La meta era prolongarlo hasta principios de 2024, con un presupuesto de 25 millones de euros. Participan 10 organizaciones rusas y 25 de países de Horizonte 2020.
Además de ese proyecto vinculado a infraestructuras, otros científicos rusos participan activamente en proyectos para reducir el ruido de los aviones y los aviones híbridos y eléctricos como parte del programa Horizonte. También trabajan en baterías y nuevas tecnologías para las energías renovables, en ciencias marinas e innovación en el Mar Negro, así como la comprensión del clima polar.
También la Unión Europa lleva adelante el “programa de acciones Marie Skłodowska-Curie”, por el cual financian a investigadores con doctorados o postdoctorados para que realicen intercambios de corta duración en el extranjero. En ese marco, también se incluye a investigadores de Rusia.