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Un ex asesor presidencial de EEUU alertó sobre las tres grandes amenazas para la seguridad de América Latina

Craig Deare, ex Director Principal de Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional, dialogó con Infobae sobre los principales retos del gobierno de Joe Biden en materia de seguridad regional: crimen organizado, China y los gobiernos autocráticos

América Latina es una de las regiones más sacudidas por la violencia y el crimen organizado. A esta preocupante coyuntura se suman diversos factores que atentan contra la estabilidad de la seguridad regional.

En diálogo con Infobae, el militar, politólogo y profesor estadounidense Craig Deare abordó las tres grandes amenazas para la seguridad de la región, y que atentan contra los intereses de Estados Unidos: crimen organizado, China y los gobiernos autocráticos.

Respecto al primer desafío planteado por el ex Director Principal de Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional, la expansión del crimen organizado se da, en gran medida, por la frágil gobernabilidad en la región: “Estos gobiernos débiles dan espacio a actores ilícitos a actuar con mayor libertad y seguridad. Eso lo vemos en países muy débiles, como Guatemala, Honduras, El Salvador, el clásico Triángulo del Norte”.

“México ahora está sufriendo lo mismo. A mi juicio, en parte, por la política del presidente López Obrador de ‘abrazos, no balazos’, que, si antes la delincuencia organizada era complicado, ahora tienen cancha libre con esta política. Los niveles de violencia no se han reducido. El mismo presidente ha limitado la autoridad de las fuerzas armadas, de la Guardia Nacional, de actuar en contra de estos grupos”, agregó.

La segunda amenaza planteada por el profesor de la Facultad de Asuntos de Seguridad Internacional de la Universidad de Defensa Nacional (CISA, por sus siglas en inglés) es “el crecimiento y la cada vez mayor penetración de la presencia de actores estatales extra regionales, como China, Rusia e Irán”. Advirtió, no obstante, que “la mayor preocupación es la penetración de China”: “Aunque pareciera que es benigno, simplemente un interés económico, me parece que son demasiado estratégicos para limitarlo simplemente a lo económico (…) Es un gobierno autoritario comunista utilizando empresas estatales, con bancos estatales, aprovechando una presencia cada vez débil de Estados Unidos, y un interés cada vez mayor de la región para recibir estas inversiones”.

Según Deare, el tercer gran reto o desafío es el “aumento de gobierno iliberales”.

Craig Deare cuestionó la política de "abrazos, no balazos" del gobierno de López Obrador en México (REUTERS/Edgard Garrido)Craig Deare cuestionó la política de «abrazos, no balazos» del gobierno de López Obrador en México (REUTERS/Edgard Garrido)

-De los tres desafíos que mencionó me interesaría arrancar por China. Se ha criticado mucho a EEUU por su falta de interés hacia América Latina, mientras crecía la expansión china en los últimos años. ¿Concuerda con las palabras de Biden, quien sostuvo que Beijing es la principal amenaza a nivel global? ¿Más allá de sus ambiciones económicas, el gran objetivo de China es cambiar el status quo de la región, respaldando a dictaduras y gobiernos autoritarios?

´-El desafío para el gobierno de Biden es reconocer el reto que representa China. En cierto sentido es más complicado que el reto de la Unión Soviética, porque la URSS era una super potencia militar, pero hasta ahí. Tal como la hipótesis de George Kennan, en los 40, de decir que las semillas de destrucción están contenidas en su mismo modelo. Era una cuestión de contenerlo. Quizás esa política de contención tuvo éxito, pero uno cómo contiene a este modelo chino. Lo interesante es que, si uno se fija en el desarrollo del Partido Comunista de China en el siglo XX, con Mao y la muerte de millones de personas tratando de imponer su modelo, y un fracaso económico… Pero cuando llega Deng en los 80 comienza a ver que hay que modificar el modelo económico, sin sacrificar el autoritarismo, y luego en los 90 el gobierno de EEUU con la hipótesis de que, si invitamos a los chinos a entrar en el mundo del mercado libre, y les ofrecemos espacio, los invitamos con la esperanza, con el deseo, de que libertad económica se va a traducir en libertad política. Ninguna de las dos cosas. Tuvieron la sabiduría de estudiar el modelo del mercado libre, adaptarla a sus realidades, mantener un control autoritario total, y ahora tienen la economía, según como se mida, más grande del mundo, y va a seguir creciendo. Nosotros como que le dimos la receta del éxito. Ahora hay que pensar cómo contrarrestar eso, no está claro. Si fuese simplemente un crecimiento económico benigno, bueno, inventaron un modelo mejor, felicitaciones, vamos a adaptarnos a este mundo nuevo. El hecho es que me parece que no es así de sencillo. Sino no estuviesen invirtiendo en sus fuerzas armadas como lo están haciendo. Ahora tienen la Marina más grande del mundo, están desarrollando capacidades militares cada vez más sofisticadas… Un país sin pretensiones globales, ¿para qué necesitas fuerzas armadas así de grande? Y con las declaraciones públicas de Xi Jinping de que quiere ser la gran potencia del siglo XXI, eso debe causar preocupación en los países de Occidente que creen en la libertad. Mismo Biden dijo que es una confrontación entre los sistemas autocráticos versus los sistemas liberales.

-¿Beneficia a las aspiraciones expansionistas chinas la aparición de nuevos gobiernos de izquierda, como los casos de Perú, Chile y Colombia?

-Eso queda por ver. Puede ser, como no. Curiosamente el presidente Boric con respecto a la invasión de Rusia a Ucrania, que algunos países de la región no lo han condenado -incluyendo México y Brasil-, dijo que condenaba la invasión. Creo que hay interrogantes en el caso de Perú, Chile, Colombia, y lo que pareciera ser lo más probable, que es un posible regreso de Lula a Brasil. Hay 19 países latinoamericanos, cada uno con su historia, sus matices internos, políticos… Generalizar y pensar que todos los gobiernos harán esto o aquello es complicado. Hay que ir caso por caso. Vamos a tener que ver qué van a hacer estos gobiernos. Para estos países que tienen dificultades económicas, y llega China con bolsas de dinero, y con ofertas, con términos muy favorables, y que inviertan en infraestructura, algo que hace mucha falta en la región, como en ferrocarriles, telecomunicaciones, minas, agricultura, es difícil decir que no. También se debe mencionar los efectos de la corrupción. Si fuera una mesa plana, y llega una oferta de Holanda y otra de China para construir un puerto, y comparamos contratos, en el mercado libre la mejor licitación gana. Dos cosas: primero, Holanda no va a querer invertir por la falta de seguridad, hay inseguridad, violencia. Entonces va a preferir invertir en otros lugares más seguros. China, además de ofrecer el dinero con buenos términos, quizás pone eso debajo de la mesa, y todos felices. El gobierno de turno, reconociendo tal vez que esto no es lo ideal para el país a 20 años, pero ese es problema del gobernante que esté en 20 años, mientras tanto él se lleva su dinero, proyectos grandes, salen en las fotos, y todos felices.

El expansionismo chino es una de las grandes amenazas a los intereses de Estados Unidos en América Latina (Yoan Valat/Pool via REUTERS)El expansionismo chino es una de las grandes amenazas a los intereses de Estados Unidos en América Latina (Yoan Valat/Pool via REUTERS)

-Además de China y Rusia usted también mencionó a Irán entre los actores estatales extra regionales. Por estos días volvió a estar en el centro de la polémica por el avión venezolano iraní retenido en Argentina, pero ya desde hace años se viene advirtiendo sobre la creciente presencia de grupos extremistas respaldados por Teherán, en particular en Venezuela y la Triple Frontera. ¿Para EEUU esta cuestión representa una amenaza real, o de extrema preocupación?

-De esos tres actores, es el menos preocupante, aunque no quiere decir que no sea preocupante. Irán, según el gobierno estadounidense, es el actor estatal mayor patrocinador del terrorismo del mundo, a través de Hezbollah, las Fuerzas Quds. Los vínculos con América Latina no son obvios: culturales no son tantos, comerciales no sé por qué serían… La Triple Frontera tiene su legado de lavado de dinero. Tiene sentido por ahí. Me parece que Irán quizás reconoce que no le conviene por el momento exportar grandes niveles de terrorismo en la región porque serían contraproducentes. El caso del avión: ¿Qué está haciendo por acá? Es algo curioso. El caso de los vuelos entre Teherán y Caracas: ¿Qué está pasando? Me imagino que hay archivos de inteligencia clasificados que saben lo que están haciendo, o tienen alguna idea. Para mí no es la mayor preocupación, pero no deja de serlo.

-Al explicar el concepto de “gobiernos iliberales” se refirió al caso de Colombia, donde acaba de ganar Gustavo Petro, un ex guerrillero que durante mucho tiempo tuvo estrechos vínculos con la dictadura venezolana. ¿Preocupa en Washington este cambio de gestión en Colombia, a raíz de los antecedentes del próximo jefe de Estado?

-Me atrevo a pensar que hay algún nivel de preocupación. En este momento diría que el gobierno de Biden está dispuestos a ver qué pasa, como lo está con Boric en Chile, y lo estaría con un regreso de Lula en Brasil. Es un poco de “wait and see”; no tanto lo que dicen, sino lo que hacen. Yo me he sorprendido un poco por algunas fotos que he visto de Petro con Uribe, por ejemplo. A ver cuánto ha madurado… Fue alcalde de Bogotá, y según lo que entiendo no ha logrados grandes cosas, pero tampoco fue un terrorista actualizado. Creo entender que gran parte del voto en Colombia no fue pro-Petro, sino que fue un voto anti derecha. Las elecciones en Perú, Chile, Colombia, parecieran ser en parte un rechazo al status quo político. Y quizás un poco una reflexión de la debilidad de partidos políticos tradicionales, y un voto de las sociedades a la esperanza de que votemos por algo diferente, para sacarnos de donde estábamos, con inseguridad, inestabilidad política, falta de crecimiento económico. Boric no era parte de un partido fuerte, el caso de Lula es un poco distinto… El caso de Perú, el presidente no era una figura política. Fue un voto bastante anti-Fujimori, que procomunista. Ahora tiene el reto de ver cómo gobierna sin un respaldo político fuerte. El caso colombiano sería un caso semejante. En el caso de México, tiene un presidente con niveles de popularidad altos, a pesar de los bastante malos resultados en cuestión de seguridad, economía, y el manejo de la pandemia. Sin embargo, su llegada con la sociedad sigue fuerte, creo que están en un 56%. Para un partido que él creó hace un par de años, no fue el PRI, ni el PRD. Estableció su propio partido, y ahora pareciera ser el más fuerte de los de centro izquierda. El de México es un caso único, porque es el único que tiene a un vecino como Estados Unidos.

-En reiteradas oportunidades Estados Unidos alertó que las dictaduras de Venezuela, Nicaragua y Cuba no sólo representan una amenaza para sus propias poblaciones, sino también para la seguridad regional. ¿Cómo analiza el contexto actual de América Latina con estas dictaduras?

-Es un debate fuerte interno de los que dan seguimiento a los asuntos de América Latina, que es un grupo pequeño, desafortunadamente. Es parte del desafío, la falta de atención consistente, profunda, de Estados Unidos en la región. Estados Unidos tiene relaciones bilaterales, diplomáticas, con China, Rusia. ¿Por qué no tener relaciones bilaterales con estos otros países? Durante la administración Obama, el ex presidente abre una nueva relación con Cuba. La crítica en su momento era que Estados Unidos otorgó ese reconocimiento, que fue un logro para la política exterior cubana, a cambio de muy poco. Continuaron los presos políticos, falta de apertura económica, etc.… Venezuela, si bien es cierto que fue la administración Trump que reconoce al presidente interino Guaidó, como más de 50 países del mundo. Nicaragua, dependiendo de qué se mide, es un récord terrible, metiendo en la cárcel a los aspirantes a la carrera presidencial… No son los países que quisiéramos tener, pero son países soberanos, estos son sus líderes, entonces deberíamos conversar con ellos. Lo que pasó en la Cumbre de las América, respecto a quién invitar, a quién no, fue complicado. Si la Cumbre se hubiese hecho en México y López Obrador invitaba a todos, incluyendo Cuba, Nicaragua, Venezuela, Estados Unidos va y participa. El asunto es que cuando uno es anfitrión, el costo doméstico de invitarlos es complicado. Los que consideran que debían ser invitados sostiene que había que hacerlo, y exponer frente a todo el mundo sus carencias, retarlos públicamente a ver cómo contestan.

Craig Deare se desempeñó como asesor presidencial y fue Director Senior para Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU (Roberto Almedida)Craig Deare se desempeñó como asesor presidencial y fue Director Senior para Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU (Roberto Almedida)

-Precisamente México fue el país que lideró las críticas hacia Estados Unidos. ¿Esta alineación de AMLO con Maduro, Ortega y Cuba, sumado al grave problema ya existente del narco y los grupos criminales que operan en el país, puede representar una potencial amenaza a la estabilidad de la región?

-Para algunos sí, para otros no tanto. Yo diría que debería preocupar. México por muchos años, por razones históricas, ha tratado de mantener una cierta distancia entre la política exterior mexicana y la estadounidense, y criticar lo que hicieron con las guerras de Centroamérica en los 80, su postura durante años respaldando a Cuba. Pero lo curioso es que post NAFTA, TLC, en los 90, las relaciones políticas y de seguridad empezaron a fortalecerse, e independiente al partido que gobernaba en México y EEUU. Era casi lo que uno podría llamar una política de Estado. Durante muchos de esos años el respaldo público hacia Cuba se había reducido. AMLO llega y cambia todo eso. Y aunque es del partido Morena, una de las observaciones es que está actuando casi como un presidente priista del siglo pasado, de los 60-70. Este coqueteo con Cuba, Venezuela, Nicaragua, con la izquierda, para algunos es simplemente parte de un discurso político interno para las bases. Pero en Estados unidos a algunos les preocupa. El establishment en Washington está preocupado con los intereses nacionales de Estados Unidos: seguridad, migración, economía. AMLO y su política de la cuarta transformación de cambiar las reglas con respecto a la reforma energética, de dar menos seguridad en cuanto al tema de la migración no controlada, los abrazos y no balazos, la inseguridad interna en México… En los últimos años el flujo migratorio era más que nada de Centroamérica, ahora México ha vuelto a contar entre los números grandes por falta de oportunidad económica en seguridad en México.

-Para finalizar, y apelando a sus conocimientos sobre la coyuntura mexicana, ¿esta inestabilidad que vive el país le da más poder o margen de acción al narco?

-Yo creo que sí. No tiene más poder, lo que sí tiene es más campo de acción. El presidente ha dado instrucciones a las fuerzas armadas y a la Guardia Nacional. Sin dudas los delincuentes se sienten con mayor libertad de acción. Hablando con amigos militares mexicanos, sobre todo de menor nivel, como coroneles y tenientes coroneles, están muy preocupados y poco felices con estas decisiones. Los generales son más cuidadosos en sus palabras. Un general mexicano en actividad escribió una carta pública quejándose de esta política de abrazos y no balazos, y parece que el secretario de defensa tuvo que llamarle la atención. Para que un general haga eso sugiere grandes niveles de disconformidad, lo cual no es alentador. Y para cerrar: AMLO cuando está en campaña habla de tomar un artículo de la Constitución de 1917 que establece la Guardia Nacional. Estaba en ley, pero de carácter civil. Cada vez más le ha dado fuerza para que se integre a la secretaría de la defensa nacional. O sea, no de carácter civil, quitarle lo de la seguridad pública, y ponerlo debajo del control de las fuerzas armadas. La oposición está muy dividida, pero pareciera que todos los elementos se van a imponer a este cambio en la ley. Todo para decir que las cosas en México no van muy bien, y eso sí es preocupante para el establishment estadounidense.

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